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Cuidado, las ‘apps’ sanitarias pueden favorecer la sobremedicación

La supervivencia de algunas de estas startups depende de acuerdos con farmaceuticas que esperan incrementar la venta de sus fármacos

Getty Images

Más de 100 startups sanitarias españolas canalizan sus servicios mediante aplicaciones móviles. Algunas de ellas, y también muchas extranjeras, dependen para ser sostenibles de las empresas farmacéuticas. Los servicios que ofrecen incentivan el consumo de medicamentos en países que ya tienen una fuerte tendencia a la sobremedicación y automedicación, como es el caso de España.

Según las estimaciones de Statista, España fue en 2017 uno de los cinco líderes mundiales en el consumo de fármacos sin receta (el valor de estas compras superó los 1.400 millones de euros). La receta tampoco es una garantía absoluta frente a la sobremedicación. Un ejemplo: los facultativos españoles prescriben muchos más antibióticos -un 50% más- a los bebés que los alemanes. De ahí que José Antonio García Higuera, especialista en psicología clínica, crea que el efecto de estas apps sea echar más leña al fuego.

David Iglesias, facultativo especialista en Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Burgos, miembro de la asociación Polimedicado y autor del ebook iPhone & iPad para médicos, exige “un marco legal que imponga unos requisitos mínimos de calidad a las aplicaciones sanitarias” que estén relacionadas con el consumo de medicamentos o con el diagnóstico e información sobre posibles enfermedades. También deberían someterse, apunta, “a investigaciones independientes y científicas sobre su eficacia” y a una supervisión más rigurosa de “la forma en la que gestionan, comparten y protegen los datos médicos de sus usuarios”.

Francisco Lupiáñez, coordinador de un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) que evalúa las aplicaciones sanitarias, asegura que “no existe un modelo sostenible de app sanitaria en España, más allá de las que se dedican al wellness, que no dependa de una empresa farmacéutica para sostenerse”.

¿Por qué? “Ni los usuarios ni los hospitales están dispuestos a pagar por ellas, ni los médicos están incorporándolas sistemáticamente a su día a día”. Aquí es donde los emprendedores descubren, con alivio, que los laboratorios sí les escuchan. “Las farmacéuticas saben que el futuro de su negocio ya no pasa sólo por las pastillas, sino por ofrecer un servicio de alto valor a sus clientes”. Eso supone establecer una relación directa y a largo plazo con sus clientes, especialmente con los enfermos crónicos, conocerlos mediante el análisis de los datos que compartan con ellos y utilizar ese conocimiento para mejorar el producto, enviarles publicidad sobre nuevas medicinas relacionadas con sus dolencias y proponerles una oferta personalizada.

Los laboratorios suelen financiar y lanzar aplicaciones que aconsejan sobre problemas médicos para los que ellas tienen una respuesta comercial. Lupiáñez reconoce que “estas apps pueden influir en el consumo de medicamentos” y que las empresas que las financian “pueden utilizar los datos que obtengan para influir en las decisiones de consumo de sus usuarios”. A veces, las aplicaciones móviles envían alertas que avisan, por ejemplo, del riesgo de padecer una enfermedad como la gripe, un ataque de asma o un ataque al corazón.

Pfizer desarrolló la app Alerhta, que ayuda a vigilar la hipertensión arterial para prevenir problemas cardiovasculares, mientras que GSK ha desarrollado Miasma, que aporta a los enfermos de asma consejos y herramientas para monitorear, manejar y controlar los síntomas. La startup española Social Diabetes y Sanofi lanzaron hace un año y medio Diabeting para animar a los pacientes con diabetes tipo 2 a realizar el ejercicio físico prescrito por el profesional sanitario.

Lupiáñez reconoce que “se necesita algún tipo de autorregulación del propio sector mediante la creación de códigos de buenas prácticas con las autoridades sanitarias” y que “los médicos empiecen a utilizar las apps, que se incorporen al sistema asistencial, para que los especialistas, que son ellos, puedan recomendar a los pacientes cuáles funcionan y cuáles no”.

También ayudaría que los médicos colaboren en el diseño de las aplicaciones o que las asociaciones de expertos las avalen después de estudiarlas. Eso es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con los tres especialistas en pediatría del Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona que han desarrollado iPediatric y con los dermatólogos que han desarrollado DermoMap. En paralelo, la aplicación de cáncer de mama Contigo ha sido avalada por Laura García Estévez, oncóloga de la Unidad de Mama del Centro Integral Oncológico, y la app para profesionales sanitarios iDoctus está respaldada por entidades como la Sociedad Española de Farmacología, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología o la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.

¿Qué datos?

Los datos son excepcionalmente sensibles e íntimos. En los casos más notables podemos estar hablando de mapas genéticos donde se identifican las patologías que podemos padecer, de calendarios de menstruación o días fértiles, de indicadores relacionados con dolencias cardiovasculares como la hipertensión arterial o de un registro minucioso de la medicación que consumen los enfermos crónicos. En los casos de telemedicina, también se recogen la interacción y las observaciones que le haga el médico a su paciente.

Según un informe reciente de ImpactHub y Takeda, existen 260 startups en el sector de la salud en España y la mitad de ellas ofrece sus servicios mediante aplicaciones móviles. El sanitario es uno de los principales sectores por número de startups en nuestro país y, en todo el mundo, las startups sanitarias recibieron 8.000 millones de dólares en inversión en 2016 y cuentan con decenas de millones de usuarios.

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