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Si es tu jefe, no lo cojas: la importancia de desconectar

La regulación del derecho a la desconexión laboral no sirve de mucho si continúa imperando una cultura de trabajo ininterrumpido

El ser humano necesita desconectar y la sociedad digital se resiste a concederle este derecho. La disponibilidad eterna que reconocemos implícitamente con la llegada del smartphone a nuestros bolsillos nos dificulta limpiar la mente cuando salimos del trabajo y borra las fronteras entre la vida personal y la profesional. Un email, una llamada, un whatsapp… Cualquier medio es válido para que el jefe nos consulte una duda de última hora cuando estamos de camino a casa o un cliente nos importune durante las vacaciones.

Internet nos ha puesto el mundo a un click, pero también nos ha puesto a un click del mundo y cada vez somos más conscientes de esta realidad. En enero de 2017, Francia reconocía el derecho a la desconexión laboral y, hace unas semanas, AXA se convirtió en la primera empresa en España en defenderlo por escrito.

¿Qué es el derecho a la desconexión laboral?

Martín Godino, presidente de la Asociación Nacional de Abogados Laboralistas, vincula este derecho al desarrollo intensivo de tecnologías de la comunicación y defiende que ha de garantizar que durante los tiempos de descanso el trabajador no puede estar obligado a recibir o emitir comunicaciones por ningún medio tecnológico.

“Lo recomendable es que ese desarrollo se realice a través de la negociación colectiva, para adaptarlo a las distintas particularidades de sectores y empresas, de manera que la ley no debería ir más allá de impulsarlo, pero no regularlo, como ha ocurrido de hecho en Francia”, aclara.

Pero, ¿de qué sirve reconocerlo? Al fin y al cabo, estas iniciativas hacen explícito un derecho que, en principio, ya tienen los trabajadores. “Cada vez se ven más sentencias con reclamaciones de horas extras de personas que han pasado el fin de semana enviando correos o llamando que el juez ha reconocido como jornada de trabajo”, reconoce Aurora Sanz, abogada laboral en Grant Thornton. “Además, la ley de prevención de riesgos laborales cada vez se centra más en temas psicosociales como estrés, o burnout (síndrome del trabajador quemado). Cuando la gente no desconecta, hay más bajas médicas”.

Tu derecho a desconectar ya viene firmado por convenio desde el momento en que aceptas un horario y 30 días de vacaciones”, aclara Enrique García, psicólogo laboral. “Pero en el día a día, una cosa son los convenios y otra la realidad”.

La salud mental en este ámbito se basa en saber focalizar, concentrarse en el momento presente para evitar que tu mente esté en dos sitios a la vez. “El equilibrio personal se conforma como una mezcla entre diferentes áreas: la familia de origen, la familia creada, el ocio, las relaciones sociales y el ámbito laboral”, enumera el experto. “El problema está cuando no puedo fijar mi atención en alguna de ellas porque tengo la cabeza en otra”.

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Uno de cada tres trabajadores no consigue desconectar durante sus vacaciones, según un estudio de Randstad publicado en julio, y la mitad de ellos afirma que se debe a la dificultad para desvincularse de temas laborales. García considera que el principal problema es cultural. “Es una cuestión de actitud: en muchos trabajos está bien visto ser el primero que llega y el último que se va”.

La edad es uno de los factores que más influye en la capacidad para dejar el trabajo de lado una vez terminada la jornada. El salto generacional cibernético divide a jóvenes y mayores por unos hábitos y costumbres cada vez más polarizados. “Los nativos digitales, por ejemplo, tienen el móvil todo el día en la mano y, por tanto, son más susceptibles de responder a cosas de trabajo”, comenta el psicólogo. “Al fin y al cabo, para llamar a tu madre tienes el mismo móvil que para llamar a tu jefe”.

El descanso aporta motivación y nos permite ser más creativos Elisa Sánchez, psicóloga laboral

El estudio Los mártires del trabajo, publicado por la organización Project: Time Off, exponía que más de la mitad de los millennials necesita que sus jefes y compañeros sean conscientes de su esfuerzo y compromiso hacia la empresa, hasta el punto de considerarse culpables si se van de vacaciones.

García expone que un ejecutivo joven busca demostrar su eficiencia y eficacia y para ello no suele olvidar el trabajo cuando llega a casa, pero que lo hace por motivación personal y no por una exigencia de la empresa. Su compañera de profesión Elisa Sánchez lo achaca a que al inicio de la carrera profesional, se suelen experimentar más inseguridades y miedos que llevan a centrarse en mayor medida en la actividad laboral. “Cuando tenemos más edad priorizamos otros aspectos de la vida personal y familiar por encima del trabajo”.

La desconexión libera espacio mental y ayuda a reparar el estrés que origina el día a día en la oficina. En otras palabras: si al salir hoy te olvidas del trabajo, mañana serás más productivo. “El descanso aporta motivación y nos permite ser más creativos, por lo que ayuda a que rindamos mejor en nuestra actividad profesional”, aclara Sánchez, quien opina, sin embargo, que tener un control de la jornada laboral con la flexibilidad que ofrecen las nuevas tecnologías, es "Tener que fichar casa poco con la realidad del siglo XXI".

Como la mayoría de cuestiones de esta índole, el problema no parece tener una solución universal. A no ser que las empresas obliguen a sus empleados a desconectar o la regulación gubernamental sea preceptiva, es difícil alcanzar un nivel de control efectivo al respecto. Pero la desconexión laboral es un derecho, por lo que no podemos contemplarla como una obligación, por muy necesaria que sea. Al final, la decisión de apagar el móvil está en manos del empleado.

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