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Redes neuronales para reinventar el marketing y la esalud

El investigador Pablo Arbeláez./ Camilo George

Algoritmos que aprenden por sí mismos. Programas informáticos que, en cierto modo, toma sus propias decisiones. Son la clave tras el proyecto de investigación que dirige Pablo Andrés Arbeláez Escalante (Bogotá, 1972) para el departamento de ingeniería biomédica de la Universidad de los Andes. Su meta es encontrar un método informático que permita detectar al detalle las microexpresiones, los movimientos faciales más imperceptibles y efímeros que pueden abrir una nueva era para los sectores de marketing, seguridad o esalud. Google lo ha dotado con su Premio a la Investigación en América Latina, convirtiéndolo en uno de los 12 socios académicos de la región con los que cuenta la empresa.

La novedad en cómo afronta la detección automática de expresiones faciales la investigación de Escalante se encuentra en los algoritmos que ha diseñado su equipo. “Antes, las redes neuronales solo podían detectar las seis emociones básicas —felicidad, disgusto, miedo, ira, sorpresa y tristeza— aplicando unas etiquetas semánticas a cada imagen. Hemos desarrollado un tipo de estas redes llamados hipercolumnas que permiten localizar ciertas características en la imagen. Así obtenemos muchísima más información que con la mera asignación de una etiqueta”, detalla.

El poder de negocio de las redes neuronales está en el punto de mira para este 2016. En su informe anual de las tendencias tecnológicas que marcarán la agenda, Gartner eligió el deep learning, la capacidad de aprendizaje de estos algoritmos, como una de las claves para este curso. Arbeláez explica por qué: “Tienen dos ventajas respecto a otros métodos. Mucha capacidad, con millones de parámetros ajustables a considerar. Y la capacidad de entrenarse desde el principio hasta el final para mejorar los resultados utilizando un algoritmo llamado path propagation”. Para este investigador, están destinadas a “cambiar para siempre” cualquier estudio o aplicación que implique a la estadística.

Su poder de transformación en el mundo del negocio es también enorme. Para empezar, en el terreno del marketing. “Los tests de satisfacción de usuario ya no serían necesarios. El móvil evaluaría, en tiempo real, la reacción emocional en cada instante del comprador”, argumenta el científico. Las posibilidades en esalud son para Arbeláez aún más significativas. “Yendo un poco más lejos de lo que podemos hacer ahora, es fácil imaginar un telediagnóstico del paciente. Se marcan determinadas microexpresiones como alertas del estado de salud. Y también hay investigaciones en marcha sobre cómo detectar con estos métodos las enfermedades genéticas en la gestación sin falsos diagnósticos. Por ejemplo, el síndrome de Down”. Pero también podría aplicarse a salvar vidas en la carretera, al menos hasta que se imponga el coche autotripulado. “Asociará la lectura de estas microexpresiones a la fatiga o la alcoholemia”.

Después de 15 años fuera de Colombia —se doctoró en Matemáticas aplicadas en la Universidad de París y ejerció como investigador en la Universidad de Berkeley—, Arbeláez ha vuelto a Colombia junto con su mujer por un “sentido de la responsabilidad” hacia su país. “Venimos de una guerra civil que ha durado medio siglo. Pero creo que ahora si el dinero se empieza a invertir en investigación y educación, Colombia despegará, porque hay mucho talento”. Arbeláez también pronostica un gran futuro al eje iberoamericano: “Creo que en pocos años será un polo económico y de conocimiento que podrá competir en igualdad con cualquier potencia del mundo”.

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