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El potencial de la artesanía contemporánea

Los oficios tradicionales evolucionan con una visión creativa y tecnológica que proyecta su economía. El mercado global del lujo, que promete duplicarse esta década, es el gran filón para los productos manuales de alta gama

Artesanía
Los dueños de Cestería Marcillo trabajan en una pieza en una fotografía cedida por la empresa familiar.

En principio, parece que la artesanía tradicional y la inteligencia artificial (IA) habitan planetas diferentes. Pero en la visión artesana contemporánea pueden ser socios naturales en la Tierra. Lo demuestra, por ejemplo, el proyecto con financiación europea Rrrmaker (la triple “r” es por reutilizar, reducir y reciclar) y su plataforma de IA aplicada al diseño y la producción de productos realizados a mano, pero apoyados en la tecnología para acelerar el prototipado y emplear materiales reutilizados o de desecho. La IA puede utilizarse para identificar materiales alternativos, incluidos los sintéticos, a materias primas naturales que empiezan a escasear.

El proyecto coordina a “artesanos, diseñadores, makers y empresas de economía circular conectados por un modelo de gestión híbrido y comunidades de conocimiento”, explica Ana García López, su directora en España y responsable de la Cátedra de Innovación en Artesanía, Diseño y Arte contemporáneo en la Universidad de Granada. “La estrategia de la cocreación es indispensable para la revisión actual de la artesanía”, entendida como la evolución de los oficios tradicionales hacia la creación artística de objetos apreciados por su estética más allá de su función, con la mayor calidad posible en su factura y abiertos a la innovación no solo en diseño, también en métodos de trabajo y modelos de negocio. Sería la transición del taller que solo vende cara a cara hacia una marca con mercado internacional.

Para la plataforma La Artesanía Contemporánea A Debate, este modelo establece “el diálogo entre tradición e innovación, materiales naturales y materiales inteligentes, técnicas manuales y nuevas tecnologías, entre la identidad local y el desarrollo global. Está en la vanguardia de las nuevas tendencias culturales y del mercado”.

Aterricemos el concepto en algunas empresas. Inés Rodríguez, de RIR&Co, convierte su obrador en laboratorio cuando elabora mantas para bebé con una fibra obtenida a partir de proteína láctea (Premio Nacional de Artesanía 2023) o innova un tejido de fibra óptica registrado como nuevo diseño industrial. La artesana explica que sus mantas de hogar y tapices pictóricos, “aunque inspirados en la naturaleza gallega, se diseñan para mercados internacionales y escaparates de referencia como la feria francesa Maison & Objet o BDNY [Boutique Design New York]”.

Idoia Cuesta gira el timón de estudiar biología, con tesis doctoral en investigación marina, a crear una sociedad limitada de cestería que provee a Loewe. Algunas de sus creaciones ensayan la fibra de nylon. Alfonso David Hidalgo, con formación en arqueología, personaliza sus propias fórmulas de esmalte y cristalización para exportar vajillas desde Qatar y Reino Unido a EE UU o Canadá. Carlos Jiménez deja su plaza de profesor en la londinense Bartlett School of Architecture para instalarse en Puente Tocino (Murcia) y crear cerámica artística, juguetes o prendas como una chaqueta que pone más fácil dar el pecho. DelAmorYlaBelleza es su marca.

La cestera Idoia Cuesta es una fotografía cedida.
La cestera Idoia Cuesta es una fotografía cedida. Grandio

Los criteros de la nueva artesanía no son estancos, presentan diferentes grados de integración en los talleres y de ahí lo difícil de precisar su cuota en la facturación total. Sin embargo, varias consultoras consideran decisiva su contribución, tanto cualitativa como cuantitativa, al resurgimiento del sector. Entre ellas, Expert Market Research o Bain & Company prevén que el mercado global artesano como poco se duplicará durante esta década.

El caso español sería un equipo de fútbol en tabla media, pero con algunas estrellas y una cantera que promete un salto competitivo. Esto le hace representativo de otros países en esa posición intermedia, aún a la zaga de los referentes. Sobre todo Francia e Italia por sus similitudes con España, desde la riqueza de sus tradiciones al turismo con el que se retroalimenta la artesanía.

En 2022, el sector español registró 6.629 millones de euros en valor añadido bruto (VAB, el valor del producto final menos los costes de producción), con un repunte de casi el 9% respecto a 2019, según el último informe de KPMG para la asociación de marcas de alta gama Círculo Fortuny. Tanto el número de empresas (63.100) como de empleos directos (208.600) retroceden, aunque en porcentajes modestos. La situación puede considerarse estable en una economía particularmente castigada por la pandemia y con una recuperación más lenta de lo previsto. Por contraste, la industria artesana francesa genera el doble de empleos y triplica la contribución al producto interior bruto (PIB).

Aún así, Xandra Falcó, presidenta de Círculo Fortuny, defiende que el potencial del país y su creciente dotación de recursos destinados a rentabilizarlo “es muy superior al de su balance actual, más pronto que tarde se reflejará en las cifras”. La estrategia de su asociación es precisamente impulsar la vanguardia de “una alta artesanía que puede permear al resto, prestigiar el hecho a mano en España y definir las palancas para ese salto”. En parte se trata de seguir los pasos de otros dos mercados, el vino y la gastronomía, que comparten con la artesanía vasos comunicantes. No en vano, la especialidad artesana que más contribuye a la facturación es la de alimentos y bebidas, con casi el 50%.

Elaboración de un bolso en el taller Javier Menacho en una fotografía cedida.
Elaboración de un bolso en el taller Javier Menacho en una fotografía cedida.

Si hablamos de orientación a la excelencia, hablamos de empresarios que crean marcas de alta gama o producen para iconos globales como Louis Vuitton, Dior o la citada Loewe. Los bordados y mantones de Manila de Ángeles Espinar desfilan por las pasarelas de París, Milán, Londres, Las Vegas o Tokio. Javier Menacho, maestro del repujado en piel, recibe en su taller de Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) a Afshan Sturdza, princesa de una dinastía rumana, atraída por sus bolsos. Santi Besteiro, también maestro del cuero, adapta parte de sus diseños a los mercados alemán y austriaco. “Las grandes marcas buscan en la artesanía una elaboración más personalizada y natural para darle valor añadido a sus artículos. A veces llaman directamente a tu puerta; otras, tienes que darte a conocer en ferias o con una buena estrategia publicitaria”, explica el cestero José Manuel Marcilla.

A medida que los negocios se orienten hacia ese rumbo, mayor será el efecto arrastre del lujo. Por su valor de mercado o “su resiliencia frente a múltiples crisis”, como apunta KPMG, y también por su diversidad. Lo mismo atrae clientes marquistas que priorizan la ostentación —un perfil habitual en los emergentes asiáticos, sobre todo China­— que al connaisseur, el entendido vinculado al quiet luxury (lujo silencioso) que busca “la sofisticación y la discreción, diferenciarse en lo personalizado, la experiencia y el vínculo emocional con objetos excepcionales como expresión de un estilo de vida”, explica Falcó. El entendido preferirá lo único, aunque su marca sea minoritaria, o precisamente por eso. Con otro valor añadido: ese tipo de piezas exclusivas, como la añada excepcional en una pequeña bodega de élite, puede parecerse a la inversión en arte.

El valor y el precio

Pero contemporáneo no equivale a prohibitivo. El tornero Aitor Martínez, que funda su marca en plena pandemia y solo un año despúes, 2022, ya es finalista de los Premios Nacionales de Artesanía, sostiene que el negocio artesano produce, para ser viable, en todos los rangos de precio. “Este tipo de productos no es ni caro ni barato, depende de tus prioridades; tengo clientes de poder adquisitivo medio-bajo que compran menos cantidad para elegir piezas con más presencia y personalidad en su casa”.

En este sentido, la incorporación de nuevas tecnologías mejora la productividad y ayuda a contener los precios. Antonio Suárez —director de la Escuela de Formación en Artesanía, Restauración y Rehabilitación del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, conocida como Centro Albayzín— menciona el caso de Aquí se hacen santos, empresa de imaginería tradicional que “emplea fresado por control numérico para el ahuecado, una tarea mecánica sin valor añadido”. O Jesús Bellido, “el primero de su oficio en utilizar corte láser para las tapas de las guitarras”.

Retrato del artesano Aitor Martínez en una imagen cedida. 
Retrato del artesano Aitor Martínez en una imagen cedida. Fuco Reyes

Además contribuyen a unos precios más asequibles modelos de negocio como el de la firma de muebles Hannun y su plataforma de diseñadores, artistas y artesanos de la madera. Su coordinación de la cadena productiva y de los recursos de gestión “les ayuda a crecer, a introducir nuevas herramientas en sus procesos para reinventar la artesanía y hacerla más escalable, más competitiva, sin perder su esencia”, explica el director ejecutivo, Joan Álvarez. “La cooperación reduce la brecha entre el Goliat industrial y el David artesano”.

Otra sintonía de intereses entre sectores es el turismo cultural y experimental con destino a un taller del interior y no a una playa masificada. Aunque de forma modesta al principio, se sumaría a la causa de hacer menos estacional la avalancha. Organiza actividades manuales con las manos en la pieza y puede ofrecer en tiendas locales “souvenirs de calidad a consumidores dispuestos a pagar más por el Kilómetro cero, que valoran el respeto al medio ambiente, su aportación social, una fuerte seña de identidad y se dejan cautivar por el relato”, señala Ana García. “Según nuestros estudios —indica Falcó—, ese viajero de largo recorrido gasta hasta cinco veces más que el turista clásico en bienes y objetos”. ¿Una referencia de ese viaje inmersivo? Los talleres cristaleros en la isla de Murano, junto a Venecia.

En todo caso, el denominador común de todos estos frentes de evolución es, para Juan Pastor —experto en economía creativa y profesor de creación y consolidación de empresas artesanas—, “la profesionalización no solo de la formación artesana, sino empresarial, que además debe ser continua para adaptarse a los cambios de las técnicas y los mercados”, ya sea en España o en países como México o Perú, donde también desarrolla proyectos formativos. “Aprender a gestionar un negocio tan particular como el artesano aporta un valor diferencial, desde la administración contable a elaborar estudios de mercado, pedir créditos específicos o algo tan sencillo, pero decisivo, como poner precios con los márgenes adecuados”.

Vista de una de las paredes del taller de Aitor Martínez en una imagen cedida.
Vista de una de las paredes del taller de Aitor Martínez en una imagen cedida. Fuco Reyes

Si algo compromete la consolidación de las futuras empresas es “el todologismo”, apunta Pastor, “la tendencia a hacerlo todo, cuando puedes apoyarte en las cadenas de valor o asociaciones donde un especialista asume por ejemplo el marketing o el manejo de los canales digitales”. Cuando decides llevar toda la carga, “eres el que barre, el administrativo, el que empaqueta, el community manager, el jefe y el sindicalista”, tercia Aitor Martínez.

Por mucho que repunte su productividad, ¿podría permitirse la artesanía una aspiración, hoy en el debate político, como la reducción de la jornada? Quizá desde el punto de vista de los procesos, pero no tanto en la calidad competitiva. Martínez, cuyo negocio nace tras formarse en uno de los mejores cursos de tornería del mundo —la escuela francesa J. F. Escoulen, durante seis meses y con solo ocho plazas, “como ser guitarrista y que te enseñe Metallica”—, asume que la inversión en tiempo no es negociable.

Recuerda la teoría de las 10.000 horas mínimo, la repetición incansable de los gestos “hasta convertirlos en automatismos que permiten aflorar un lenguaje propio, te conceden la libertad creativa y, tal vez, la maestría. De niños, todos hacemos las letras parecidas; de adultos, cada cual escribe de una forma única”. “El trabajo puede más que el talento. Y la reinversión en tu empresa vale tanto como vender. Por eso mis coches siempre son una castaña”.

Pieza torneada por Aitor Martínez en una imagen cedida.
Pieza torneada por Aitor Martínez en una imagen cedida. Fuco Reyes

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