Una ‘brigada’ de ovejas jardineras para limpiar un pueblo de Cádiz
Setenil de las Bodegas incorpora ganado ovino al desbroce de sus jardines en zonas urbanas como "simbiosis ecológica"
Cuando Antonio Villalón era apenas un zagal de tres añitos, un carnero le dio una embestida tan fuerte que le dejó "panza arriba". Ni por esas, a este gaditano de Setenil de las Bodegas se le quitaron las ganas de tener un rebaño de ovejas. En cuanto pudo, se hizo "pastor por afición". Y ahora, él y sus perros Tarugo y Chico pueden presumir de nuevo oficio: responsables de una brigada municipal de ovejas jardineras. Desde el pasado 26 de abril, los 200 ovinos de Villalón desbrozan y limpian los jardines urbanos de su pueblecito, bajo la atenta mirada de parte de los 2.700 vecinos a los que, de paso, también ameniza el confinamiento por la crisis del coronavirus.
En Setenil —un pueblo blanco de la Sierra de Cádiz parcialmente excavado en una montaña— hace tiempo que a su alcalde, Rafael Vargas, le rondaba la idea de incorporar ovejas a las labores de jardinería. "Es un proyecto que teníamos de antes de la pandemia, pero esto ha pillado ahora por medio y hemos decidido empezar porque es el momento idóneo", explica el regidor entusiasmado. Justo en el momento de la primavera en el que las madres del rebaño ya han parido y los matorrales de los jardines están más altos, Villalón bajó desinteresadamente a su ganado desde Mata de Varga, la finca donde el resto del año viven los animales de forma extensiva, para incorporarse como jardineras municipales.
Las ovejas desempeñan su trabajo por las calles y jardines de la localidad ocho horas al día, en horario de mañana y tarde con un descanso para el almuerzo. "Ellas se paran a rumiar cada rato, lo de parar a comer no es tanto por ellas, sino por el pastor", reconoce divertido el ovejero de 62 años. El ganado ha comenzado su tarea desinteresada por la urbanización El Alambique, en la zona nueva de Setenil. En próximos días, seguirán por distintas zonas ajardinadas de la localidad, se internarán por las calles del casco histórico y culminarán su trabajo por la ribera del río Trejo que atraviesa el pueblo dentro de un mes y medio. "Es una simbiosis. Ayudan al pueblo en esta tarea y nosotros hacemos un guiño al sector ganadero que lo está pasando mal", explica el regidor.
"Nuestros jardines no son como los de las ciudades, son zonas forestales amplias. Desbrozar eso requiere personal y el coste es alto. La incorporación de las ovejas permite que pueda destinar a los trabajadores a otras tareas", añade Vargas. Pero el alcalde da más argumentos para haber acercado al ganado al pueblo: "Nos estamos dando cuenta cómo va el mundo y es necesario cambiar. Ya abandonamos todo tipo de herbicidas y esta medida de desbroce es un paso más. Es mucho más ecológica". Con la medida que se repetirá el año que viene, el Ayuntamiento también pretende que sirva como aliciente para reactivar el turismo perdido en el municipio, mientras apoya a un mundo rural cada vez más desvinculado con el núcleo urbano de Setenil.
Villalón recuerda esos tiempos en el que muchos setenileños tenían sus ganados en establos en lo que hoy es el casco histórico. "Antes la economía era diferente. Hoy todo ha cambiado y no se puede ni vivir de esto. Por eso la iniciativa es tan bonita", explica este transportista de profesión que hace años decidió hacerse pastor por afición. Con sus perros Tarugo —un border collie que se llama así como homenaje a un profesor de la infancia del ovejero— y Chico —un enorme mastín que es de todo menos pequeño—, Villalón no puede negar que disfruta pastoreando al rebaño, propiedad de un amigo suyo. "Cuando es algo que te gusta, no pesa", tercia sin rodeos el setenileño.
Con todo el pueblo confinado por la crisis del coronavirus, Villalón se ha convertido en la principal distracción de las zonas por las que va pasando con su rebaño. "Los vecinos se entretienen desde sus casas y los niños flipan cuando salen a dar su paseo y ven las ovejas", explica el pastor. En lo práctico, también se nota su transitar. Cuando el rebaño llegó a la zona cercana a la gasolinera, las matas del jardín con merenderos eran tan altas que apenas se veía a los ovinos. Ahora, la zona ya está casi desbrozada y lista. "Ellas comen, aplastan y vuelven sobre lo pisado para comer. Además, el estiércol que dejan tras de sí sirve para regenerar el suelo para la primavera que viene", razona el setenileño.
Aunque buena parte de los trabajadores de Setenil viven del campo —el resto, trabaja ya vinculado al sector turístico—, la localidad no es la primera de España en incorporar ovejas como jardineras urbanas. En 2015, San Sebastián se convirtió en la primera capital de España en aplicar esta iniciativa, denominada ecopastoreo, que ya llevaban años haciendo ayuntamientos como los de París o Boston. Para las futuras primaveras, Vargas se plantea consolidar aún más la presencia del ganado en su casco urbano y asegura que no le importaría gratificar a los pastores con algún tipo de pago por su tarea. "Setenil es eminentemente rural, pero los animales estaban el campo. Ahora las volvemos a traer y queremos que se mantenga", tercia orgulloso el alcalde.
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