Tiempo de espera en el PSOE de Andalucía
El sector crítico a Susana Díaz cree precipitado abrir el debate sucesorio a la secretaría general
Hay una frase que empieza a hacer fortuna en el PSOE de Andalucía y que describe la situación en la que se hallan muchos en este partido: “Estamos en puerto seco, en la zona logística de espera”. No saben a qué barco se subirán ni quién lo pilotará. Aguardan a la convocatoria de un congreso que será distinto a todos los anteriores, porque ninguno de los aspirantes a la secretaría general dispondrá del bálsamo que cicatrizaba muchas heridas: el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía(BOJA). Desde hace un año, el que firma los decretos de nombramientos y ceses es un presidente del Partido Popular, Juan Manuel Moreno, el primero no socialista en casi 37 años de autogobierno.
El 14 de enero tomó posesión el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos presidido por Pedro Sánchez y siete días después la crisis estalló en el PSOE de Sevilla, la agrupación más poderosa de España y la que mejor resultados electorales obtiene. Dimitieron tres de sus integrantes, todos ellos hasta hace muy poco miembros de la mayoría en torno a Susana Díaz y a la secretaria provincial, Verónica Pérez.
Acusaban a Pérez de convertir la agrupación en una “sucursal de los intereses personales” de la expresidenta andaluza. Ella, que se proclamó “única autoridad” del PSOE un mes antes de que Pedro Sánchez dimitiera como secretario general en 2016, consideró las renuncias “absolutamente irrelevantes” porque la dirección la componen 73 personas, casi siete equipos de fútbol.
Esa fue la explicación oficial. La extraoficial es que ya no son asesores remunerados de la Diputación de Sevilla y que actuaban de manera despechada. Los supuestos despechados han puesto en circulación un documento en el que reclaman renovación de “proyecto y liderazgos” que repicarán por todas las comarcas y en todas las provincias. Este movimiento no lo ha alentado la dirección federal, pero tampoco lo ha parado. Díaz replicó con una carta enviada a los 45.000 militantes pidiendo “unidad” para “frenar a la derecha” en un intento, según interpretan algunos, de taponar las vías de agua.
En la ejecutiva de 73 personas se sienta también con rango de vicesecretario general, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, quien dos días después de la toma de posesión del Gobierno no descartó postularse para liderar el PSOE andaluz. “Estoy para lo que los compañeros decidan”, dijo. Siete meses antes, Espadas defendía que Díaz estaba “legitimada” para seguir siendo la “líder” del partido. El cambio de opinión de Espadas ha sorprendido en la federación andaluza porque no es un dirigente que se distinga por su arrojo. Este no levanta pasiones ni tampoco rechazo.
En el PSOE de Andalucía todo está en ebullición, aunque muchos borbotones se producen bajo tierra. “La gente que piensa que es la hora del cambio está agazapada” asegura un dirigente alineado con Díaz en el pasado y que tiene claro que estará en el lado de la alternativa. En la ejecutiva regional, en el grupo parlamentario y en las direcciones provinciales se sientan también dirigentes que antaño se batieron el cobre por Díaz y que ahora creen que lo mejor para el futuro del PSOE es apostar por “algo nuevo”.
Los sanchistas de pura cepa, los que estuvieron con Sánchez desde el primer momento en su dura batalla con Díaz, creen que es muy pronto para “saltar a la pista de baile”. “No es el momento todavía”, aseguran varios dirigentes críticos.
El calendario de congresos (federal, regionales y provinciales) no está aprobado. Estos se reúnen de manera ordinaria entre el tercer y cuarto año desde la celebración del congreso anterior.
A partir de mediados de junio empieza a correr el reloj. No hay fecha y la dirección federal no tiene prisas. Se convocará “en el momento que toque, y no es este”, dijo el jueves pasado en Córdoba el secretario de Organización, José Luis Ábalos. La prioridad absoluta es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, para lo que son necesarias muchas puntadas con los partidos que facilitaron la investidura de Sánchez. Unas cuentas nuevas son vitales para alargar la vida del Gobierno al menos un par de años, resaltan varios dirigentes.
Entre los críticos no hay, por el momento, coordinación ni puesta en común. Los sanchistas en Andalucía no están articulados ni unidos. Cada grupo responde a criterios propios. Ahora lo que les une es lograr la renovación en Andalucía, pero no hay una cabeza visible que apunte a una dirección. Esperan indicaciones de Ferraz que, por el momento, se mantiene neutral en este largo compás de espera. Es un ambiente de desconfianza muy pocos se atreven a compartir su opinión delante de más de dos personas. Y hay criterios diferentes. Los hay que apuestan por elegir a un nuevo secretario general y después a otro como candidato a la Junta, lo que daría lugar a una bicefalia que en el PSOE no ha funcionado nunca.
En lo que sí coinciden es que “cuando llegue la hora habrá una alternativa” a Díaz, quien ha dicho claramente que quiere seguir. “Tengo todas las ganas, las fuerzas y el coraje”, aseguró el pasado 16 de enero.
Como persona de consenso el nombre más citado es el de la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, centrada en exclusiva a ambas tareas. “Lo único que tiene Montero ahora mismo en su mesa de trabajo son los Presupuestos y ser la voz del Gobierno”, aseguran fuentes próximas a la ministra. “Es la que tiene todas las cartas, pero todas las cartas no hay que ponerlas en la misma persona”, opina un destacado dirigente andaluz, que no desdeña para nada la fuerza orgánica que aún conserva Susana Díaz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.