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El atraco millonario en Nápoles que acabó en Fuengirola

La Policía Nacional detiene a dos fugitivos napolitanos en la Costa del Sol, donde se habían escondido tras hacerse con un botín de 800.000 euros en una joyería napolitana

Momento de la detención de uno de los fugitivos.
Momento de la detención de uno de los fugitivos. POLICÍA NACIONAL

El robo fue sonado. Con máscaras de gas en la cara y armas de fuego en la mano, una decena de miembros de la llamada Banda del Buco italiana irrumpía a primera hora del martes 11 de junio en la joyería Trucchi, en pleno corazón comercial de Nápoles. Se colaron por el sistema de alcantarillado para acercarse al negocio, ejecutaron un butrón en la pared, maniataron al propietario y dos empleados y abrieron la caja fuerte. No pudieron llevarse un botín muy numeroso, pero sí de gran valor: los relojes y joyas que robaron tenían un valor cercano a los 800.000 euros. Escaparon lanzando bombas de humo para despistar a la policía, aunque la mayor parte de la banda fue detenida días después en Ponticelli, una barriada marginal al este de la ciudad. Escaparon dos miembros —padre e hijo—, que desaparecieron. Ahora la Policía Nacional los ha detenido en Fuengirola (Málaga), donde se habían ocultado en un piso.

Tras el robo veraniego, padre e hijo —A. C. y S. C. de 50 y 29 años y nacionalidad italiana— se esfumaron. Pero cuando la policía italiana recuperó la mayor parte de las joyas robadas y arrestó a nueve personas por su responsabilidad en el robo, incluido un hombre de 77 años, comenzaron la búsqueda de los dos familiares. La investigación los llevó a creer que se habían escondido en la Costa del Sol. Comenzó ahí el trabajo el Grupo de Fugitivos Internacionales de la Policía Nacional cuyos miembros, en colaboración con la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (Udyco) Málaga, confirmaron las sospechas. Empezaron a seguir el rastro de los prófugos. Y dieron con ellos en Fuengirola: residían juntos en una vivienda, sin llamar la atención ni dedicarse a ninguna labor en concreto.

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Los agentes detuvieron primero al padre. Fue el pasado 4 de enero. El hijo no estaba en el piso en ese momento. Se puso en marcha entonces un dispositivo de vigilancia 24 horas porque los agentes sabían que, antes o después, volvería a la vivienda. “Había que tener paciencia”, dicen fuentes de la investigación. Acertaron. El 13 de enero volvía a la residencia familiar y, aunque intentó huir, fue arrestado en ese momento. En el registro del piso se intervino documentación falsa, varios teléfonos móviles y 4.000 euros en efectivo. A ambos se les achaca los delitos de pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas y su participación en el robo de la joyería napolitana. Se pueden enfrentar a 20 años de cárcel en su país, Italia, a donde serán extraditados por las autoridades españolas.

Fuentes de la Policía Nacional destacan que no es habitual detener a un padre y un hijo huidos de la justicia, pero que las organizaciones de delincuencia napolitanas están tradicionalmente conformadas por miembros de la misma familia. Los dos son parte de la denominada Banda del Buco —banda del agujero— llamada así precisamente por las formas en las que perpetran sus robos. Así entraron en oficinas postales y otros negocios en los que robaron. La organización, formada principalmente por convictos, “verdaderos profesionales”, según la prensa italiana, tiene detrás un largo historial criminal de asaltos, desarrollados especialmente entre 2018 y 2019. El último fue el de la joyería Trucchi, en el que tuvieron un papel relevante los dos detenidos ahora en Fuengirola. 

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