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La gran partida estas elecciones se juega en Cataluña

PSOE y PP dan un giro a sus posiciones sobre el conflicto independentista

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo, el sábado en la clausura del foro La Toja. En vídeo, Sánchez asegura durante una entrevista en la Cadena Ser, el martes pasado, que un Gobierno en funciones podría aplicar el artículo 155.Vídeo: ÓSCAR CORRAL / CADENA SER

Es el mundo al revés. Hace un año, en plena campaña de las elecciones andaluzas, el PSOE estaba desesperado. El foco de la política española se había puesto en Cataluña. La oposición golpeaba con fuerza a Pedro Sánchez por acercarse a los independentistas, a los que necesitaba para sacar todas las leyes. Vox crecía de forma silenciosa empujado por ese foco catalán. El PSOE perdió Andalucía y los barones socialistas exigieron un giro de discurso temiendo que ellos también caerían pocos meses después. Sánchez, sin embargo, organizó la cumbre de Pedralbes con el president Quim Torra y después negoció una mesa de partidos en febrero de este año, con un relator, en un intento de reconducir la crisis catalana.

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El PSOE estalló. Sánchez dio un giro completo. Rompió con los independentistas, que tumbaron sus Presupuestos, convocó elecciones y desde entonces ha ido endureciendo cada día su posición sobre Cataluña. Ahora, en un giro inesperado, el equipo de campaña de Sánchez fía buena parte de su estrategia a su posición en el conflicto catalán, muy diferente a la de hace un año. Y amenaza con un 155 incluso con el Gobierno en funciones. Los estrategas del presidente han llegado a la conclusión de que la crisis catalana, tras la sentencia del procés —que se conocerá en los próximos días— dominará por completo la recta final. Y están seguros de que llegar al voto en ese ambiente es beneficioso para Sánchez, algo que no ven nada claro otros dirigentes socialistas.

De fondo está la indisimulada disputa entre el PSOE y el PP por los votos huérfanos que perdería Ciudadanos. Nadie se fía de las encuestas en este momento, porque aún no hay ambiente electoral y acaba de aparecer en escena Íñigo Errejón, que descoloca los cálculos, pero en La Moncloa y en el PP asumen que Albert Rivera podría perder incluso un 50% de sus escaños. Una tarta demasiado jugosa como para no centrar en ella toda la estrategia. Rivera es consciente de esta estrategia del PSOE, y ayer intentó frenar la posible sangría a su izquierda rompiendo el veto que le había puesto en febrero a Sánchez, y que llevó a una fractura interna en Cs.

“Ahora se ve más claro pero nosotros ya lo teníamos previsto hace tiempo. La campaña va a ir a más y todo se centrará en Cataluña desde mediados de octubre. Y la gente mirará al presidente, que será el eje de todo. Eso es la centralidad. Será él quien dará respuesta a la crisis catalana, quien esté en Bruselas con los grandes líderes europeos en la cumbre del Brexit [17 y 18 de octubre], quien estará al frente de la economía en tiempos de turbulencias. Esa imagen de presidente hecho que es el único que da certidumbre es muy potente”, señalan en su entorno. Sánchez va a multiplicar su presencia. Ya hace mítines casi diarios y entrevistas con mucha frecuencia, algo poco habitual en él.

El PP aspira a recuperarse en Cataluña Y también está cambiando su discurso. El de abril, durísimo, con su cabeza de lista por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, asegurando que el procés es más grave que el golpe del 23-F, se estrelló en las urnas: el PP obtuvo el 4,8% de los votos y solo un escaño, cinco menos que en 2016. Los populares tienen mucho espacio para recuperar, aunque son conscientes de que el PSC también está luchando por esos votos de Cs.

Como sucedió siempre, los socialistas necesitan un muy buen resultado en Cataluña y en Andalucía para evitar un fiasco, porque en las demás comunidades casi nadie ve muy factible mejoras importantes salvo en Castilla y León, donde Cs tuvo ocho diputados por poco margen y los socialistas aspiran a arrebatarle alguno. Algunos dirigentes temen a lo que pueda suceder en otros lugares como Galicia, donde el PSOE sacó escaños por muy poco margen y con una extraordinaria movilización de la izquierda. El de Ceuta, por ejemplo, que salió gracias a una gran división de la derecha, se da por perdido.

En La Moncloa son mucho más optimistas que los dirigentes locales, a quienes piden paciencia, porque creen que el PSOE, que ahora está en las encuestas por debajo del 30%, irá creciendo en la recta final. Los primeros mítines han sido un gran éxito de convocatoria, que anima mucho a los dirigentes, pero no garantizan votos. “No creo que la nueva posición sobre Cataluña nos dé un solo voto", sentencia un barón socialista”. “Ahora, sí creo que la estrategia de la centralidad tiene sentido. Es ahí, en el centro, por donde podemos crecer. Pero todo está muy frío aún. Van a pasar muchas cosas en este mes y todo se decidirá al final”, remata. La movilización de la izquierda, que no se percibe por ningún lado, podría llegar con la exhumación de los restos de Franco, señalan. No tanto por la decisión en sí, ya descontada, señalan dirigentes socialistas, sino por la reacción de la derecha.

Entre los dirigentes socialistas se ha instalado el temor a una gran subida del PP, aunque opinan que no aparece aún como alternativa real. “Hay una generación entera de españoles que ha decidido no votar al PP. Eso no se arregla en unos meses”, matiza otro barón. En La Moncloa no ven factible esa subida tan fuerte. Admiten que Casado ha mejorado su imagen y es un político con recorrido, pero creen que tiene un problema de marca muy grave y también de equipo. Ni siquiera tiene referentes económicos claros, argumentan. Y creen que la agenda de octubre no le beneficia. Los tribunales van a ser decisivos en estas elecciones. No solo por el procés. También están, en la semana del 17, las declaraciones de los expresidentes Ignacio González y Esperanza Aguirre por la financiación ilegal del PP madrileño. Aunque el PSOE tiene otro golpe aún más duro antes de las elecciones: la sentencia del caso de los ERE andaluces.

El discurso moderado de Casado

Casado afronta la campaña con un traje (de hombre de Estado) y un discurso (más moderado) muy diferentes a los de abril. Entonces, como le advirtieron los barones, se ocupó demasiado de taponar la fuga de votos a Vox y poco del centro. El PP perdió 3,5 millones de votos, de los cuales, 1,4 millones, según el propio presidente popular, se fueron a Cs. Ahora aspira a recuperar parte de lo perdido con el argumento de que el electorado de centroderecha ya ha comprobado que la fragmentación favorece a Sánchez. Creen que Vox se ha desinflado, aunque menos de lo que señalan algunas encuestas, y los populares se dirigen, sobre todo, al votante descontento con Rivera, el peor parado en todos los sondeos.

En ese contexto, Casado mira al centro y trata de distanciarse del líder de Cs, que ha adoptado un tono más agresivo, por lo menos hasta la rectificación que ayer escenificó Rivera. El líder del PP ya no promete “poner en marcha un artículo 155 duro en Cataluña en el primer Consejo de Ministros”, como hace un año; ahora habla de la ley de seguridad nacional o de reforzar la alta inspección educativa. Cs sostiene que esa ley “es un parche” e insiste con el 155.

La campaña de abril estuvo dominada por la batalla entre los dos bloques. Ahora todo es diferente. Los dos grandes partidos miran al centro con la idea de acabar con Cs y de paso reducir a Podemos y a Vox para recuperar el bipartidismo imperfecto. Pero está por ver si lo conseguirán o, como dicen ahora las encuestas, el Parlamento seguirá siendo un escenario aún más fragmentado que en abril.

“El Vox de la izquierda”

Todo está en el aire en unas elecciones imprevisibles. Los populares incluso se ilusionan con la idea de que la nueva división de la izquierda pueda provocar un giro inesperado. Desde la cúpula del PP señalan que Errejón puede ser “el Vox de la izquierda”. Los populares perdieron muchos escaños por la división del voto de derechas, y creen que podría suceder algo parecido en el otro bloque. Hay una diferencia clave: Vox se presentó en toda España y Más País ha elegido 16 provincias más grandes, no va a las más pequeñas.

El PSOE admite que puede perder algo por Errejón, sobre todo en Madrid, pero cree que compensará con creces al recuperar otros escaños que le quite a Ciudadanos, sobre todo en Cataluña, donde creen que el grupo de Rivera está en caída libre.

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