Muere un hombre apuñalado en Marbella tras una discusión

La discusión entre dos hombres que vivían en una obra abandonada en San Pedro de Alcántara (Marbella), acabó este domingo con uno de ellos muerto y el otro detenido. La Policía Nacional explicó que el fallecimiento se debe a una puñalada en el tórax y que la investigación está abierta. El grave incidente es el último de una semana especialmente negra en Málaga que ha dejado otros dos cadáveres por arma de fuego y una reyerta entre clanes donde siete disparos causaron el pánico en la barriada de Capuchinos, a un paso del centro histórico.

Según las estadísticas de Interior, la criminalidad ha aumentado un 2,6% en el primer semestre del año respecto al de 2018 en la provincia malagueña, la segunda con mayor crecimiento en Andalucía tras Sevilla. La cifra aumenta al comparar los datos únicamente referidos a la capital: en los seis primeros meses de 2019 ha habido un 5,7% más de infracciones penales respecto al año anterior. Los malagueños se han acostumbrado ya a las noticias relacionadas con ajustes de cuentas entre mafias asentadas en la Costa del Sol. También al incremento de la actividad de los narcotraficantes. Las organizaciones huyen de la presión policial en el Campo de Gibraltar y buscan nuevas vías para desembarcar hachís. De hecho, también esta misma semana caían 18 miembros de una banda que introducía droga desde Marruecos.

Pero en los últimos días han sido otros los que han protagonizado titulares. El primer sobresalto ocurrió el lunes por la tarde, cuando un tiroteo alteró el vecindario de Los Núcleos, una zona deprimida cercana al recinto ferial de Fuengirola. A las 18.40 horas varias llamadas alertaron al servicio de emergencias. Los sanitarios encontraron al llegar a un hombre en el suelo con heridas por dos disparos. No pudieron hacer nada por salvar su vida. La policía busca al autor de las detonaciones, al que tienen identificado como un familiar del fallecido.

El jueves, un hombre de 50 años asesinó de un disparo a su madre, de 81, tras una bronca familiar. Desde la familia apuntaron que el parricida, que ya está en prisión, fue diagnosticado de esquizofrenia. Sin embargo, el hombre trabajaba como guarda de seguridad y escolta privado.

Ese mismo día, pasadas las nueve de la noche, una disputa en el barrio de Capuchinos hacía saltar todas las alarmas. Jóvenes armados con palos y armas blancas gritaban por las calles con amenazas atemorizando a los vecinos. Se sucedieron los golpes en mobiliario y vehículos estacionados hasta que uno de ellos sacó una pistola y realizó cuatro disparos seguidos, luego otros dos y finalmente uno más apuntando a uno de los bloques. Las llamadas de los vecinos alertaron a la policía, que desplegó una docena de patrullas. Sobre el asfalto de la calle solo encontraron los casquillos de las balas. Pocos en la zona han querido hablar del incidente.