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Los centinelas de la autopista del Estrecho

Una torre de control vigila el tránsito anual de 116.000 buques en un paso de apenas 14 kilómetros

Jesús A. Cañas
Uno de los ferris que cruzan el Estrecho, a través de unos prismáticos de uno de los marinos que trabajan en Tarifa Tráfico.
Uno de los ferris que cruzan el Estrecho, a través de unos prismáticos de uno de los marinos que trabajan en Tarifa Tráfico.Marcos Moreno

En las pantallas del Centro de Coordinación de Salvamento de Tarifa (Cádiz), centenares de puntos de colores se mueven en dos grandes flujos paralelos. La bruma no frena a los 116.000 buques que cruzan cada año el Estrecho de Gibraltar, que no escapan tampoco al control de una infraestructura clave para garantizar el funcionamiento de un angosto paso.

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Desde una torre construida sobre una loma escondida entre cañones abandonados en el Parque Natural del Estrecho, el capitán José Maraver controla el centro Tarifa Tráfico que vigila el trasiego constante de buques entre el Mediterráneo y el Atlántico y coordina las operaciones de rescate de migrantes en pateras entre África y Europa. 115.708 mercantes y ferris —sin contar pesqueros y barcos pequeños— atravesaron esta angostura en 2018. En el mismo año, 55.307 personas —según datos de Frontex— se lanzaron al mar en peligrosas travesías. Todo, en apenas 14,4 kilómetros de distancia.

No hay espacio para aguas internacionales y todo buque se somete a lo que se denomina "paso inocente" en un cruce repartido entre España y Marruecos que funciona como una autopista de dos sentidos. El centro de Tarifa controla un 65% del tráfico en la zona. Todo lo que un buque puede hacer y lo que no en el Estrecho está controlado por una resolución de mayo de 2010, año en el que Marruecos se sumó al control de una angostura clave para la Dirección General de la Marina Mercante española, presente desde 1987 en la zona.

"Esto sería como una torre de control aéreo, solo que en el aire se funciona como sistema de información, organización del tráfico y asistencia a la navegación. Aquí solo hacemos lo primero porque los capitanes de los buques tienen más control", dice Maraver. El ritmo de trabajo en el centro de Tarifa Tráfico está lejos de ser pausado. Entre tres y cuatro controladores componen cada uno de los turnos que cubren las 24 horas de los 365 días en la torre.

En verano, la carga de trabajo se intensifica un 20% por la Operación Paso del Estrecho, en la que 3,2 millones de pasajeros viajan en ferris de Europa a África. Todo lo que sucede en el Estrecho se convierte en gigas de información que, diariamente, se vuelcan en los servidores de la Agencia Europea de Seguridad Marítima, en Lisboa.

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Un controlador vigila las tres pantallas en las que el sistema de identificación muestra a tiempo real la posición de los buques, mientras que atiende llamadas de los capitanes. Otros dos hacen de apoyo, a la par que coordinan los operativos de rescate para movilizar a las salvamares. Cada hora y 20 minutos, rotan de puesto. "De 300 barcos que hay en el Estrecho, 50 pueden estar arrojando señales como si tuviesen un rumbo de colisión. Por eso, el operador es clave para interpretar la información", dice Maraver.

Inmigración y narcotráfico, con infrarrojos

Pese a que el centro de Salvamento Marítimo en el Estrecho funciona como una gran torre de control en la que también se coordinan los operativos de rescate de pateras en aguas españolas, la tecnología de estas instalaciones —radiofrecuencia y radares— no capta la presencia de estas embarcaciones.

La detección de los botes de madera y neumáticas en los que viajan migrantes o se alija drogas con Marruecos corresponde al Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, SIVE, que controla la Guardia Civil. Esta infraestructura, dotada con cámaras infrarrojas, es capaz de descubrir estas embarcaciones en una distancia de hasta 10 kilómetros. La detección de pateras con este sistema es la que permite poner en marcha los dispositivos de interceptación o rescate.

Lo que el marino de guardia ve en las pantallas procede de un sistema de radiofrecuencia VHF que informa de manera automática de la identificación, tripulación y cantidad de mercancía peligrosa que porta, esta última calificada en diez categorías en las que el armamento es el número 1 y la carga radioactiva, el siete. A su vez, la señal VHF se solapa con un sistema de radares de Salvamento que actúa como segunda verificación.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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