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Pactos postelectorales
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tres semanas para evitar el desastre

El PSOE confía en romper el bloqueo tras poner fecha a la sesión de investidura

Carlos E. Cué
Pedro Sánchez,a su llegada a la cumbre de Bruselas de este martes.
Pedro Sánchez,a su llegada a la cumbre de Bruselas de este martes.FRANCOIS LENOIR (REUTERS)

El 23 de julio habrán pasado casi tres meses desde las elecciones. Más tiempo del que costó el complejo acuerdo del hotel Majestic, el que cerraron en 1996 dos personas que venían de culturas políticas completamente diferentes como Jordi Pujol y José María Aznar, que pasó de una noche electoral en la que se gritaba en la calle Génova “Pujol, enano, habla castellano” a decir que él hablaba catalán en la intimidad.

Ahora Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que vienen de 12 meses en los que lo han acordado casi todo y echaron juntos a Mariano Rajoy del poder, tienen tres semanas para hacer algo mucho más sencillo que ese gran pacto entre la derecha española que tenía como fundador al exministro franquista Manuel Fraga y el catalanismo de Pujol, un hombre que había sufrido las cárceles de la dictadura.

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Pujol y Aznar negociaron sobre contenidos, y no sobre la forma de Gobierno, aunque el popular llegó a ofrecerle que hubiera ministros de CiU. Necesitaron varias interminables reuniones, pero hubo acuerdo. Sánchez e Iglesias llevan ya dos meses y se han visto cuatro veces, pero la negociación real ni siquiera ha empezado. Los equipos de los dos grupos están esperando una orden de sus líderes para empezar a intercambiar los papeles que ya tienen listos, no solo sobre grandes reformas sino también sobre posibles estructuras del Gobierno. Pero todo está parado.

Sánchez está convencido de que al poner la fecha llegará el desbloqueo y Podemos empezará a moverse. Pero Iglesias exige que sea el presidente quien asuma que tienen que entrar ministros de Podemos para empezar a negociar cuáles y con qué políticas.

En cualquier caso Sánchez ha tomado una decisión importante. Podía optar por hacer la investidura el 9, pero ese gesto habría implicado inmediatamente que tira la toalla y asume que será fallida. Al ponerla el 23, explican fuentes del Ejecutivo y del PSOE, está lanzando el mensaje de que quiere intentarlo durante estas tres semanas. Y cada vez parece más claro que Podemos es la única opción, porque Ciudadanos ni siquiera irá a la ronda de consultas y el PP tiene muy poco margen si Albert Rivera sigue en el 'no'.

El PSOE está convencido de que Podemos no podrá explicar que va a votar en contra de la investidura solo porque Sánchez no les da ministerios. Pero en Podemos e Izquierda Unida dicen lo contrario, que la actitud de los socialistas de las últimas semanas está reforzando a los que en estas formaciones están defendiendo aguantar hasta el final. El presidente en funciones, dicen en Podemos, está forzando tanto la máquina con la presión al grupo de Iglesias que está logrando reforzar la unidad interna y debilitando a los que habían planteado dudas sobre la estrategia del líder.

Sánchez y su equipo habían demostrado hasta ahora que les gustaba sorprender y llevar la iniciativa con golpes de efecto. Pero desde las elecciones han cambiado por completo. Ahora han optado por un estilo más propio de Mariano Rajoy, esto es esperar a que los demás se muevan por la presión. Se ha movido para ofrecer cargos intermedios a Podemos, pero no funcionó. Ahora que hay fecha, y habrá nueva ronda de negociaciones, solo queda por ver si Sánchez aguanta en la línea marianista, lo que podría llevar a nuevas elecciones, o vuelve a los golpes de efecto y logra frenar esta bola que cada vez parece más imparable. Tiene tres semanas, el tiempo que ha tardado en formarse el Gobierno de Dinamarca. Allí les ha parecido larguísimo. En España sería una hazaña.

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