Ciudadanos rompe con Valls por el apoyo a Colau en Barcelona
El candidato reivindica que sus votos han sido "decisivos para frustrar el acceso del independentismo a la alcaldía de Barcelona"
Nueve meses ha durado el tormentoso idilio entre Ciudadanos y Manuel Valls, el ex primer ministro francés en quien Albert Rivera vio la posibilidad de ganar Barcelona. Rivera soltó este lunes amarras con el político al que quiso aupar a alcalde, convertido en una voz incómoda que alertaba contra los pactos con la extrema derecha. Ese fue el principal motivo de su discrepancia, pero la gota que colmó el vaso fue el apoyo decisivo de los tres ediles de Valls a Ada Colau para ser reelegida alcaldesa. Sin su respaldo, Ernest Maragall, de ERC, sería hoy alcalde. Cs rompe con Valls y formará un grupo separado en el Ayuntamiento.
Ciudadanos está en plena tormenta. Las críticas a la estrategia del giro a la derecha arrecian desde muchos frentes, dentro y fuera del partido. Algunos fundadores —como Francesc de Carreras— piden a Rivera que se abstenga en la investidura de Pedro Sánchez; el sector socioliberal reclama rectificar el rumbo y recuperar la vocación centrista, y los aliados —como el presidente francés, Emmanuel Macron— advierten de consecuencias por las alianzas con la extrema derecha. Las presiones se suceden en público y en privado: fuentes de la dirección reconocen los reiterados mensajes que la cúpula está recibiendo de poderes económicos para que Cs evite que el Gobierno dependa de los independentistas. En pleno temporal, Rivera añadió una crisis al romper con Manuel Valls.
El divorcio con su candidato a la alcaldía de Barcelona venía fraguándose desde hacía tiempo, porque han sido muchos los desencuentros, pero no fue hasta este lunes por la mañana cuando la ejecutiva permanente de Ciudadanos —compuesta por 13 miembros— decidió, tras discutirlo intensamente, separar sus caminos. El partido de Albert Rivera tendrá a partir de ahora grupo propio en el Ayuntamiento de Barcelona, integrado por tres concejales y separado de los tres ediles independientes a los que fichó Valls para la plataforma conjunta, Barcelona pel Canvi-Ciutadans. El político hispanofrancés recibió una llamada del secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, poco antes de que se comunicara en rueda de prensa.
Valls aún no se ha pronunciado sobre la ruptura. En un comunicado difundido esta tarde, el concejal afirmó que está “evaluando la situación” y que se manifestará “en el momento oportuno”, pero sí reivindicó que sus votos han sido “decisivos para frustrar el acceso del independentismo a la alcaldía de Barcelona”.
Divorcio tras nueve meses de desencuentros
La relación entre Ciudadanos y Manuel Valls ha sido breve y convulsa. En octubre de 2018, un mes después de anunciar su candidatura en Barcelona, Valls abrió la caja de los truenos al pedir “un cordón sanitario” para aislar “a la extrema derecha y a la izquierda populista”. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, descartó renunciar a Vox e incluso evitó calificarlo de extrema derecha.
El pacto entre PP y Cs en Andalucía con el apoyo de Vox provocó incomodidad en Valls. Y la fricción aumentó con la manifestación unitaria que los tres partidos de la derecha convocaron en febrero en Madrid. Valls asistió remarcando que iba para defender la Constitución y no para exigir la dimisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y rechazó subir al escenario a hacerse la foto con los dirigentes del PP, Cs y Vox.
La división se hizo todavía más patente en la noche de los comicios municipales: en la sede electoral, el equipo de Valls seguía el recuento en una sala y Cs en otra. Valls aprovechó su discurso para avisar a Rivera: si el partido naranja pactaba con Vox en Madrid, rompería la alianza.
El ex primer ministro francés anunció el 29 de mayo que su grupo votaría “sin condiciones” a favor de Ada Colau como alcaldesa. Cs reaccionó emitiendo un comunicado en el que se desmarcaba de su candidato. El 15 de junio se materializó la investidura de Colau gracias al voto de Valls. Fue el punto final de un tormentoso experimento político. /CRISTIAN SEGURA
Aunque la historia de la relación entre Valls y Rivera está trufada de desencuentros —sobre todo por las críticas del alcaldable a cualquier alianza con Vox—, la motivación principal de la ruptura es el apoyo del regidor a Colau en su investidura. Esa fue la explicación que dio Inés Arrimadas, portavoz de la ejecutiva, que tuvo que rectificarse a sí misma porque hacía menos de 24 horas que había descartado en La Sexta que Ciudadanos fuera a separarse de su candidato en Barcelona. “Hay muy poca diferencia entre Colau y Ernest Maragall”, sostuvo Arrimadas en la rueda de prensa tras la ejecutiva.
En opinión del partido, la candidata de Barcelona en Comú —que gobernará en coalición con el PSC— es tan dañina al frente de la alcaldía de la capital catalana como lo habría sido el candidato de ERC. Maragall defendió en campaña que si la alcaldía de Barcelona quedaba en manos del independentismo sería “un paso más en el largo camino hacia la República”. Arrimadas argumentó, sin embargo, que el lazo amarillo que Colau ha situado en el balcón del Ayuntamiento les da la razón. “Ha hecho lo mismo que habría hecho el señor Maragall. Nos reiteramos en nuestro criterio de no votar a Colau. La diferencia entre ambos es muy poca”, justificó.
Hace meses que Rivera y Valls habían dejado de hablar. El último acto que compartieron fue en febrero, en la manifestación en la madrileña plaza de Colón. Esa protesta ya supuso un importante choque entre ambos. Valls acudió a la concentración convocada por PP, Ciudadanos y Vox para pedir elecciones anticipadas, pero no quiso compartir foto con la extrema derecha. Las desavenencias quedaron claras durante la campaña del 26-M, en la que Rivera evitó aparecer junto a Valls.
Sí lo hizo Arrimadas, que ha mantenido una buena relación con el político. La exlíder de la oposición de Cataluña se reunió con él para tratar de evitar la división de voto en la investidura de la alcaldesa de Barcelona, pero el ex primer ministro francés tomó la decisión firme de votar gratis a Colau. Si no lo hubiera hecho, hoy Barcelona tendría un alcalde abiertamente independentista.
En la cúpula de Ciudadanos hablan de “fiasco” de la operación Valls, la primera en la que Rivera admitía a un barón no sujeto a su jerarquía, y citan dos detalles que molestaron en las últimas horas especialmente. Uno es el mensaje que Valls dedicó en Twitter a Javier Lambán este domingo, en el que agradecía al socialista sus palabras de apoyo por darle los votos a Colau y decía que Aragón le “necesita como presidente”. El otro no partió del regidor, sino de uno de los fundadores de Ciudadanos, Arcadi Espada, que ha animado a Valls a disputar el liderazgo a Rivera (aunque no forma parte del partido). En la dirección había también reticencias ante las especulaciones de que Valls vaya a lanzar un nuevo partido en Cataluña, una posibilidad que el entorno del concejal ha descartado.
La ruptura de Rivera con su alcaldable envía otros dos mensajes, hacia afuera y hacia adentro: que el líder se reafirma en su estrategia, a pesar de la cascada de críticas —las de Valls a los pactos con Vox han caído en saco roto—, y que no es momento de disidencias. Arrimadas insistió este lunes, otra vez, en que el partido no investirá a Pedro Sánchez.
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