España cierra un extenuante ciclo electoral de cuatro años
Las municipales y autonómicas acaban un proceso iniciado en 2015 y reparten el poder hasta 2023
Para los militantes que llenaban el viernes la plaza Roja de Vallecas en el mitin de cierre de Manuela Carmena e Íñigo Errejón, lo que se juega este domingo está muy claro. Se trata de repetir el milagro de 2015, que hizo alcaldesa de una ciudad históricamente conservadora a esta luchadora antifranquista que nunca quiso entrar en política y se ha convertido en un fenómeno. “Es Messi, solo ella puede ganar en esta ciudad con tanta derecha”, dicen los suyos justo antes del mitin.
Vallecas, el único distrito de Madrid donde nunca ganó el PP, ni siquiera en los años de aplastante mayoría absoluta, quiere volver a ser protagonista de la victoria de Carmena. Pero esta vez lo tiene más difícil que en 2015. Porque la izquierda está más dividida y porque depende mucho de una movilización que fue masiva para las generales y es mucho más complicada para las municipales.
La sensación de emergencia nacional que se vivió en la izquierda con el ascenso de Vox fue clave el 28 de abril, según admiten los estrategas de los partidos. Y ahora no se percibe tan fuerte, señalan. La participación va a caer bastante. Vox da menos miedo, aunque ahora está aún más cerca de poder sumar con PP y Ciudadanos para gobernar nada menos que en Madrid. La esperanza para la izquierda, señalan en varios de sus cuarteles principales, es que la derecha también parece menos movilizada tras el fiasco de las generales.
En Barcelona, el jueves, los militantes del PSC que escuchaban a Pedro Sánchez en la antigua fábrica de Fabra i Coats en Sant Andreu también pensaban en su batalla local. El PSC de Pasqual Maragall llegó a tener 20 concejales en esta ciudad, epicentro de su poder en los ochenta, los noventa y los primeros 2000. Ahora solo tiene cuatro pero aspira a ocho, mientras ve cómo el hermano del histórico líder, Ernest Maragall, puede ser alcalde con ERC.
Los votantes de los 8.131 municipios que eligen este domingo a sus alcaldes, las 12 comunidades que deciden quién las presidirá y los 36 millones de españoles llamados a las elecciones europeas tomarán decisiones con un claro componente local. Sin embargo, en las cúpulas de los partidos saben que se juegan mucho más.
Por primera vez desde 2008, España tendrá por delante varios años, hasta 2023, sin elecciones nacionales. Así, la noche de este domingo no se decide solo quien gobernará ciudades, pueblos y comunidades, sino cómo se remata el equilibrio de poder entre los dos bloques y dentro de ellos. Por eso Sánchez, que logró una extraordinaria movilización de la izquierda hace menos de un mes, llama a los suyos a repetir la hazaña. Y se inquieta ante los mensajes que le llegan de que su electorado parece agotado. “El 28 de abril todos respiramos aliviados. Y hay gente que considera que el trabajo ya está hecho. Pero necesitamos que el avance del 28 de abril sea más profundo”, clamaba en Barcelona, en un mitin menos masivo que los de las generales.
Sánchez es tal vez el que menos se juega. Él ya sabe que estará cuatro años en La Moncloa porque no hay mayoría alternativa. Pero su mandato será mucho más cómodo si la izquierda remata la victoria de abril con un golpe duro a la derecha y le arrebata la Comunidad de Madrid y otras autonomías mientras consolida el giro de 2015 en las ciudades clave.
Quien más se juega, lo admiten en su entorno, es Pablo Casado. Tanto que él está apelando a la idea de la “segunda vuelta” para limitar el poder de la izquierda. Con la debacle de las generales aún caliente, Casado pide reagrupar el voto de la derecha. “Solo con un PP más fuerte recuperaremos el futuro de nuestro país”, dice en la carta que ha enviado a millones de hogares.
La batalla en la derecha será uno de los puntos más interesantes de la noche electoral. Albert Rivera se quedó al borde del sorpasso, como Podemos con el PSOE en 2016. Pero él tiene una oportunidad para rematar: si Ciudadanos gana al PP en Madrid y otros lugares clave, nadie podrá convencerle de que no es el líder de la oposición. Si no llega, Casado reclamará ese papel con argumentos de peso: si el adelantamiento no llegó en el peor momento del PP, tal vez no llegue nunca. “Ahora tenemos cuatro años sin elecciones. Tiempo suficiente para reconstruir el PP, ir pueblo a pueblo y convencer a la gente de Ciudadanos y Vox de que vuelva, lo que se dejó de hacer con Rajoy”, señala un dirigente próximo a Casado. Si hay sorpasso, Sánchez espera un Rivera más duro que nunca. Si pincha, tal vez se pueda hablar de acuerdos en algunas medidas, confían algunos socialistas.
Podemos también se juega mucho. No solo poder local y autonómico, que le permitiría sobrevivir a su caída. También la fuerza de negociación para entrar en el Gobierno de Sánchez, su gran objetivo. Si es clave para sumar, pedirá un pacto global. Si no, bajará mucho su valor como socio. Y si no llegara a pasar del 5% en la Comunidad de Madrid, como algunos en el PSOE temen —aunque es poco probable— el golpe sería durísimo. Unos pocos miles de votos deciden este domingo no solo quién gobierna ciudades y comunidades, sino cómo será toda la legislatura.
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