Enfriar el diálogo hasta el 26-M
Si no hubiera triples elecciones en menos de un mes, las actitudes no serían de tanta calma y reflexión
No hay ninguna razón que obligue a emprender negociaciones a uña de caballo y sí muchas para dilatar al máximo el proceso de diálogo para formar una mayoría en el Parlamento. Si no hubiera triples elecciones en menos de un mes, las actitudes no serían de tanta calma y reflexión. Esta es la predisposición del ganador de las elecciones del 28 de abril, Pedro Sánchez, que no piensa enseñar sus cartas ni señalar sus opciones. De momento, todo queda en la declaración de principios respecto a que la vocación y la voluntad del PSOE es gobernar en solitario con representantes con carné de partido, pero también con "independientes progresistas".
Cualquier opción que se tomara de inmediato podría ser perjudicial para las candidaturas en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo. A pesar de la devastación anímica del PP, el partido de Pablo Casado no va a abandonar desde ahora y hasta el final de la triple campaña su línea sostenida de ataque a Sánchez.
El Gobierno de España, proclamará el PP, se sostendrá con "los comunistas" y con los que quieren romper España. Ciudadanos —en este caso con júbilo y con brío, por la satisfacción con sus resultados— da por hecho que ese acuerdo entre PSOE y Podemos ya está hecho. Su líder, Albert Rivera, anunció durante la noche electoral “la mala noticia” de que Sánchez se dispone a pactar con los independentistas. Millones de españoles no se han creído ese relato de que Sánchez vaya a negociar la ruptura de España. Quienes sí consideraron que hay muchas probabilidades de que el dirigente socialista necesite algunos votos del independentismo para ser investido presidente han preferido votarle antes de que pudiera gobernar el PP, Ciudadanos y Vox.
Pero ahora no es momento de enzarzarse en negociaciones: será después de las elecciones locales, autonómicas y europeas cuando ya se tenga la visión global del color del poder en España. Nada más indeseable para los líderes territoriales socialistas que ver envueltas sus campañas en las negociaciones en Madrid, en las que sin la menor duda los independentistas pondrán sobre la mesa la petición de empezar a hablar de un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado.
Tampoco lo quiere Pedro Sánchez. El líder del PSOE se va a implicar al máximo en la campaña para que el resultado nacional tenga reflejo en el mundo local, autonómico y en la representación que irá al Parlamento Europeo. No le será fácil. Tras la euforia de la noche del domingo, muy explicable tras 11 años de noches electorales con lágrimas y lamentos por los fracasos, el análisis de los resultados pone a los socialistas en guardia de lo que puede pasar en el resto de comicios. Tanto en los Ayuntamientos como en las autonomías podría lograr mayorías con el bloque formado por el PP, Ciudadanos y Vox. Nada peor que ir a esos comicios con forcejeos con los independentistas.
Hay que enfriar, por lo tanto, las expectativas de pacto inmediato. Eso fue ayer lo que trató de hacer el número tres y responsable electoral de los socialistas, José Luis Ábalos. “El PSOE se ha sabido manejar sin necesidad de hacer coaliciones; en cambio, sí tenemos cultura de entendimiento”, señaló Ábalos para echar tierra a las peticiones de Podemos de empezar la negociación para formar un Gobierno de coalición ipso facto.
En política el final está siempre por escribir, pero esta sería la hipótesis con la que trabaja el PSOE. La geometría variable que practicó el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, según la cual se puede pactar con todos los grupos de la Cámara por temas, le ha parecido a Sánchez una extraordinaria línea de actuación. Se verá si con esas condiciones el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, está dispuesto a hacerle presidente. ERC también querrá imponer condiciones para negociar su investidura: en el partido republicano, exultante al haber ganado en Cataluña, anoche se quería creer que Pedro Sánchez no podía cerrar los ojos al apoyo de las fuerzas independentistas en Cataluña. El PSOE toma nota, pese a que las diversas familias socialistas difieren en cuál debe ser la respuesta. Ya lo hablarán. Pero después del 26-M.
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