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La “puñetera verdad” de Pablo Iglesias

El líder de Podemos llama a la rebeldía para combatir la supuesta cruzada contra el partido

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, este sábado.Foto: atlas | Vídeo: JUAN CARLOS HIDALGO (EFE) / ATLAS
Lucía Abellán

Nada enardece más a una audiencia motivada que la dulce promesa de que va a escuchar la verdad. Mucho más si se trata de "la puñetera verdad" y si quien la relata es la persona a la que lleva esperando más de hora y media, después de haber atendido pacientemente a una quincena de teloneros. Pablo Iglesias regresó este sábado a la arena política para contar su verdad. Que implica desnudar a quienes presuntamente dirigen los destinos de España —"hay 20 familias que tienen más poder que todos los diputados"—, pero también desnudarse ante un público entregado —"hemos dado vergüenza ajena con nuestras peleas internas"—. Como en los grandes clásicos del cine, la historia acaba bien e Iglesias (Pablo, para los muchos seguidores que jaleaban cada una de sus digresiones) cierra el círculo con la tercera y última verdad de la noche: el próximo 28 de abril, las personas anónimas pueden cambiar las cosas.

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La emblemática plaza del museo Reina Sofía de Madrid, testigo de celebraciones anteriores del partido, empezó a caldearse mucho antes de que apareciera el líder de Podemos. Señoras de edad media alta, padres empujando carritos de bebés y algunos jóvenes —menos que en otros actos de esta formación— ocupaban el espacio con gritos de Sí se puede. Ese fue el lema que Iglesias trató de cincelar en las conciencias de los asistentes a lo largo de un discurso de 45 minutos, ágil y pronunciado con pasión. Sus palabras trazaban un hábil —y frágil— equilibrio entre la defensa del Podemos de las pancartas (el que demoniza a banqueros y propietarios de los medios de comunicación privados, que fueron vapuleados en múltiples ocasiones por los intervinientes en el acto) y del Podemos institucional (el que acude a La Moncloa para proclamar: "Pedro, no voy a bajar de los 900 euros", según su narración del toma y daca con el presidente del Gobierno que culminó en una subida salario mínimo).

El dirigente empleó repetidamente el método socrático, lanzando preguntas al público que contestaba reforzando sus consignas. Y apeló hasta el último resquicio de rebeldía de los podemitas para movilizarlos frente a una supuesta cruzada contra el partido morado. "¡Van a por nosotros porque no les ha gustado nada esa foto en La Moncloa!", alertó, apoyándose en una supuesta revelación que le había hecho un alto ejecutivo español. "¡No tenemos miedo!", respondió el público.

Entre tanta arenga política, Iglesias quiso reservar un hueco a la experiencia del nacimiento de sus hijos. Y enlazó una vivencia ligada a ese episodio —una enfermera de las que atendió a sus bebés prematuros le preguntó cómo podía ofrecer microcréditos a Podemos— para volver a afear a su partido el desmoronamiento exhibido ante sus atónitos votantes. "No se puede consentir la imagen que hemos dado", admitió, toda una llamada de atención a los suyos para que dejen de airear sus diferencias.

Está por ver que el retorno del líder logre cauterizar las heridas abiertas y recuperar la ilusión de los votantes. El acto de este sábado al menos demostró que Iglesias vuelve cargado de fórmulas imaginativas para ganarse al votante decepcionado.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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