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Pérez-Llorca, clave para una Constitución democrática

Fue el ponente con mayor experiencia parlamentaria y más útil para participar en la tarea de elaborar una Ley Fundamental con el máximo consenso posible

José Pedro Pérez Llorca con Felipe González, en un descanso de los debates constitucionales en mayo de 1978.
José Pedro Pérez Llorca con Felipe González, en un descanso de los debates constitucionales en mayo de 1978.Marisa Flórez

La muerte de José Pedro Pérez-Llorca (nacido en Cádiz hace 78 años y presidente del Patronato del Museo del Prado desde 2012, tras ocupar numerosos cargos públicos) deja a la ponencia constitucional con solo dos miembros vivos (Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca Junyent) del total de siete que, desde julio de 1977, formaron la ponencia que se encargó de elaborar el proyecto de Constitución que después fue sometido a las Cámaras parlamentarias y el 6 de diciembre de 1978 a referéndum de los españoles. Pérez-Llorca, que en 1968 había obtenido por oposición la plaza de letrado de las Cortes orgánicas, fue acaso el ponente con mayor experiencia parlamentaria y más útil para participar en la tarea de elaborar una Constitución democrática con el máximo consenso posible.

En la reunión que tuvieron los tres ponentes centristas en el Ministerio de Justicia —del que era titular Landelino Lavilla—  el 20 de agosto de 1977 se planteó incluir en el artículo primero de la Ley Fundamental que la forma del Estado era “la monarquía parlamentaria” y para el caso de que existieran resistencias insalvables con el ponente socialista, Gregorio Peces Barba, —que esgrimía la enmienda republicana— Pérez-Llorca tenía preparado otro texto menos incómodo para el PSOE: “La monarquía española es un Estado social y democrático de derecho”. No fue necesario el texto alternativo.

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Perez-Llorca tuvo un papel muy activo estableciendo pactos alternativos. Ante las imprevisibles reacciones de sus compañeros de UCD sobre los textos de la ponencia, propuso crear “canales de comunicación interna”. El mismo día que Suárez recibía a Pujol y Roca en La Moncloa, Pérez-Llorca —en este caso acompañado de Miguel Herrero— comía en el Nuevo Club con Jordi Solé Tura, el ponente comunista, para ganárselo frente al PSOE. La actitud habilidosa de Pérez-Llorca —la oposición le llamaba El Zorro Plateado— hizo que el vicepresidente Fernando Abril Martorell le reclutara para liderar el grupo centrista en el Parlamento, en lugar de Miguel Herrero.

En el capítulo territorial, al abordar el polémico término “nacionalidades”, pactado por Suárez con Jordi Pujol y Miquel Roca el 16 de marzo de 1978, Pérez-Llorca defendió que la controvertida expresión solo se empleara una vez en la Constitución. Finalmente trató de neutralizarse su efecto mediante el término “patria”.

También realizó tareas de asesor jurídico-político en la primera cena del consenso, el 22 de mayo de 1978, en el restaurante José Luis —muy próximo al estadio Santiago Bernabéu— entre Abril Martorell y Alfonso Guerra, cuando se sacaron adelante 25 artículos del proyecto de Constitución, que estaban estancados en la Comisión Constitucional del Congreso. El despacho de abogado de Pérez-Llorca, en Castellana 8, también fue utilizado, entre otras reuniones, para negociar con la minoría vasca. 

Como portavoz parlamentario centrista intervino en el pleno del Congreso el 21 de junio, tras el atentado con el que ETA mató a un general y a un teniente coronel. Pérez-Llorca señaló que, a pesar de la ofensiva etarra contra los militares, estos no iban a caer en fáciles tentaciones ni provocaciones “contrarias a su sentido de la lealtad, la disciplina y la entrega”. Adolfo Suárez completó el argumento: “De ninguna manera los terroristas van a impedir que el pueblo español ejerza plena y definitivamente su soberanía”. Al lado del presidente estaba el teniente general Gutiérrez-Mellado, ese día vestido con uniforme militar.

La eficacia política y parlamentaria de Pérez-Llorca traspasó su actividad en el Congreso de los Diputados. En pleno debate en el Senado, la insistencia del sector católico-opusdeista por modificar el contenido del artículo 27 relativo a la educación —tan trabajosamente elaborado en el Congreso— hizo necesario recurrir urgentemente a Pérez-Llorca, que disfrutaba de unas merecidas vacaciones en su Cádiz natal. Pérez-Llorca solucionó el problema. 

También en la Comisión mixta Congreso-Senado —compuesta por 11 parlamentarios— Pérez-Llorca fue imprescindible. La personalidad política de Pérez-Llorca, jurista experto y hombre tranquilo, que veía a largo plazo, le convirtió en el gran moderador que no miraba el efecto inmediato ni desbordaba de simpatía. Era más bien serio, magnífico jurista y esencial para el consenso democrático necesario que exigía la elaboración de nuestra Constitución, tres años después de la muerte del dictador.

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