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Cádiz destierra 5.000 palomas a 760 kilómetros

El Ayuntamiento las enviará a un palomar en Valencia y defiende que esta medida de control poblacional es “más respetuosa”

Jesús A. Cañas
'Columba livia', en un parque.
'Columba livia', en un parque.Christian Jansky (Wikimedia)

En Cádiz hay, al menos, dos exilios forzosos a los que se ven sometidos muchos gaditanos: el de los alquileres, que obliga a buscar viviendas más baratas en otras localidades gaditanas cercanas; y el del paro, que impone la necesidad de irse fuera a encontrar trabajo. Y, desde hace pocos unos días, la ciudad suma un tercer destierro que, en este caso, afecta al mundo animal. El Ayuntamiento ha iniciado una campaña de control de palomas que llevará a 5.000 de estas aves a una deportación forzosa hasta a 760 kilómetros de la capital, en un pueblo de Valencia.

La iniciativa se trata de una medida de control sanitario y poblacional que busca ser más amable con estas aves que habitan en el entorno urbano de la ciudad. De ahí que, en lugar de optar por el sacrificio, el Consistorio haya elegido un método “más respetuoso y sostenible para alcanzar poblaciones adecuadas”, según ha reconocido el concejal de Medio Ambiente, Álvaro de la Fuente. De hecho, aunque el proceso de captura y traslado de las palomas ya ha empezado no está previsto que acabe hasta dentro de un año.

En los últimos meses el Ayuntamiento había detectado un incremento de la población de la Columba livia, la especie mayoritaria que suele vivir en los espacios urbanos. En total, según cálculos de Medio Ambiente el censo se había elevado hasta los 8.000 ejemplares. Ahora la intención es que se quede reducido a no más de 2.500 aves. De ahí que la empresa que se hecho con la adjudicación de los trabajos haya comenzado con la primera fase. Ayudados con lanzadores de redes y jaulas trampa, capturarán a los palomos en los distintos puntos de la ciudad en los que se concentran.

Posteriormente, serán trasladados a 275 kilómetros de distancia con la intención de que no regresen. El lugar escogido para el exilio forzoso de las aves es Ribarroja del Turia, un pueblo de la provincia de Valencia. En su nuevo hábitat, escogido por la empresa concesionaria, las aves serán reubicadas en un palomar establecido en “un entorno no urbano, con colonias de palomas y empresas que trabajan con estos animales”, según ha reconocido De la Fuente.

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El trabajo para el control de la población de palomas en Cádiz no culminará con su traslado. Una vez se reduzca el censo, está previsto que se pongan en marcha otras medidas para el control y el mantenimiento del número y evitar así que vuelva a aumentar. “Gestionar correctamente la población de palomas existentes no implica la erradicación de las mismas dentro del área urbana, sino el establecimiento de un equilibrio lógico donde la cohabitación entre el ser humano, el resto de especies y las aves no suponga perjuicio alguno para aquel”, ha añadido el concejal.

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De ahí que la medida contemple también la realización de un estudio en el que se identificarán las especies más habituales de palomas en la ciudad, se realizará un nuevo censo, un mapa con la distribución de las aves y un estudio sanitario. El Ayuntamiento se asegurará de que la empresa cumple con su cometido y suelta a los ejemplares en su nuevo hábitat. De ahí que el Consistorio haya asegurado en un comunicado que la concesionaria certificará que el transporte se lleva a buen término documentando el proceso con fotos y vídeos. Además, las palomas trasladadas tendrán un certificado sanitario, guía sanitaria de circulación de aves y serán desparasitadas.

De la Fuente también ha apuntado que tienen previsto iniciar una campaña de concienciación ciudadana con el reparto de 3.000 trípticos en el que recordarán la importancia de evitar la sobrealimentación. “Genera excesos de población y favorece la sobrepoblación de otras especies como son los roedores”, ha añadido.

En los últimos años, el Consistorio, gobernado por José María González Kichi (PCSSP), ha ido modificando su política con respecto al tratamiento de los animales. El pasado mes de mayo aprobó una nueva ordenanza municipal en la que se prohibió a protectoras y otros centros realizar eutanasias a animales. La medida se sumó a la inclusión a la red de municipios españoles libres de circos con bestias.

También a otra acción que no estuvo exenta de cierta guasa gaditana: la decisión de repartir carnés de alimentadores de gatos callejeros. El Ayuntamiento decidió en diciembre de 2017 repartir hasta 40 identificaciones para personas que quedaban así habilitadas a dar de comer a los mininos que viven en la ciudad. Con la idea de controlar dichas comunidades, a cada alimentador se le solicita que solo alimente a los gatos con pienso seco y se le asigna una colonia concreta de animales callejeros.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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