Encontrar la muerte en una patera podrida
Solo la mitad de los náufragos de la patera de Barbate, que ya suma cinco muertos, llevaba chaleco salvavidas
Gritos en la madrugada. La putrefacta patera de madera se hunde en segundos. El frío del Atlántico se clava en la carne. Los que no tienen chaleco salvavidas se agarran a los que sí lo llevan. Luchan a golpes, se ahogan entre ellos. Algunos se hunden entre arrecifes. Otros se zafan, nadan a la playa sin mirar atrás. Varios grupos de hermanos se separan, quizás para siempre, esta noche. La muerte juega al azar en la costa de Barbate: de una patera en la que viajaban “entre 43 a 46 migrantes”, según los testimonios de los supervivientes, la Guardia Civil solo han localizado a 22 con vida. Y cinco muertos. De 16 a 19 personas están oficialmente “desaparecidas”.
Los desaparecidos quizá estén vivos porque consiguieran llegar a la playa de Los Caños de Meca. O muertos y, al no llevar chaleco salvavidas, aún no han salido a flote. Lo único que los agentes tienen claro es el horror que vivieron los más de 40 migrantes marroquíes en la madrugada del pasado lunes, reconstruido gracias a los testimonios atropellados de los supervivientes. “Demasiado se acuerdan para lo que pasaron”, reconoce Carlos Alonso, capitán jefe de la compañía de la Guardia Civil en la zona de La Janda.
Alonso y sus hombres fueron los primeros en llegar al lugar del naufragio y este martes han vuelto allí, casi de madrugada. Él ha coordinado el dispositivo de búsqueda por tierra, mar y aire que, durante las horas de sol, ha intentado localizar nuevos supervivientes o cadáveres. El pasado lunes, pocas horas después de que se fuera a pique la patera, hallaron a los cuatro primeros fallecidos: uno, a pocos metros de la embarcación siniestrada; y tres más, flotando con sus chalecos salvavidas. Pasadas las 16.00 de este martes, la pequeña lancha de los buzos del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) traía al quinto fallecido hasta el puerto de Barbate.
Una embarcación recreativa había informado unas horas antes de la presencia de un cadáver a 3,5 millas de la playa de El Palmar, en Vejer de la Frontera. “Estaba en una zona mucho más lejana del radio de búsqueda”, ha reconocido Manuel González, portavoz de la Guardia Civil. El cuerpo, como los otros cuatro rescatados, pertenece a un hombre marroquí de edad por determinar. Estaba flotando con otro chaleco naranja puesto. Zapatos, prendas de vestir y chalecos continúan abandonados en la arena de la playa de Los Caños. Son uno de los escasos vestigios del naufragio que quedan en la zona.
La barca, que también sigue varada y sin fondo, tal cual quedó tras encallar en los arrecifes, se va deshaciendo en centenares de tablas de colores con el embate de las olas. “Era una patera podrida. Además, solo la mitad de los inmigrantes manifestó tener chalecos, si es que a lo que llevaban se puede llamar así”, decía un agente visiblemente molesto, ya que los investigadores sospechan que cada migrante pudo pagar de 2.000 a 2.500 por el viaje.
“¿Cómo es que Marruecos no hizo nada por ellos?”, se pregunta un agente
Y no es lo único que indigna del naufragio. “¿Cómo puede ser que pudiesen estar casi dos días en el mar sin que nadie de Salvamento Marítimo de Marruecos haya hecho nada por ellos”, se cuestiona una de las fuentes de la investigación que prefiere ocultar su identidad. Según los supervivientes, la patera salió con más de 40 personas a bordo desde las costas de Kenitra, en Marruecos, la madrugada del sábado, supuestamente acompañados de un paterista o piloto de la mafia con la que contrataron el viaje. Cuando estaban cerca de la costa española, la mala mar empujó la embarcación hasta el arrecife en el que encalló, a escasos 200 metros de tierra.
Una embarcación recreativa avisó de que había un quinto cuerpo a 3,5 millas
“Se hundió rapidísimo. Aquello fue un sálvese quien pueda”, reconoce otro agente que pudo escuchar las declaraciones de los recién llegados. La Guardia Civil cree que parte de los desaparecidos, pudo llegar a la costa. Es el caso del patrón al que algunos de los 22 supervivientes localizados dijeron haber seguido nadando hasta tierra. Pese a ser marroquíes y enfrentarse a una devolución inmediata que ya ha comenzado su curso, ellos ya no tuvieron fuerzas para huir a través de los pinares de Los Caños.
En lugar de eso, ateridos, hambrientos y asustados tocaron a la puerta de Paco Jiménez, un barbateño al que la tragedia sorprendió durmiendo en su casa de Los Caños. Fue él quien, preocupado, llamó a la Guardia Civil al filo de las seis de la mañana de lunes. Hoy ha seguido de cerca las labores de búsqueda, mientras no paraba de lamentarse y hacerse preguntas: “No sabía qué hacer. Avisé porque pensaba que si no se iban a morir de lo mal que estaban. ¡Qué pena! ¿Cómo pueden seguir pasando estas cosas todavía?”.
La ruta hacia España alcanza la peor cifra de muertes en una década
La ruta occidental del Mediterráneo, la más usada actualmente para llegar Europa se ha cobrado ya 566 víctimas, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM). Es la peor cifra de la última década. No se contaban tantos muertos y desaparecidos desde 2008, cuando fallecieron 581 personas, según un informe de la organización Porcausa.org en colaboración con Andalucía Acoge con motivo del 30º aniversario de la primera muerte registrada en el Estrecho. El año más letal fue 2006, durante la llamada crisis de los cayucos, cuando perecieron 1.167 personas en el mar.
Los números, calculados con los datos oficiales y los testimonios de los supervivientes de las pateras hundidas, son siempre una aproximación a la baja. La OIM mantiene que en 2017 solo se recuperaron el 39% de los cadáveres de los que murieron intentando llegar a España. La cifra es aún más desalentadora en el Mediterráneo Central, la usada para llegar Italia, donde se encuentra solo un 28% de los cuerpos.
El naufragio de dos pateras en las costas de Melilla arrojó este lunes el último saldo a esta cuenta sin nombres ni apellidos: 13 muertos más. Los 80 supervivientes que viajaban junto a los fallecidos permanecen este martes internados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Según otros internos, la mayoría aseguran proceder de Mali, Guinea Conakri y Níger. El grupo fue trasladado a Melilla a bordo de la Guardamar Polimnia de Salvamento Marítimo, que localizó las dos pateras en las que viajaban tras dos días de búsqueda en las zonas del Mar de Alborán y Tres Forcas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.