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“Cuando la calle tenía un metro de agua subí a los abuelos a la segunda planta”

El Ayuntamiento de Campillos, el lugar más afectado por las lluvias torrenciales caídas en Málaga, pedirá la declaración de zona catastrófica: "Nos va a costar salir de esta"

Nacho Sánchez
Vecinos de la localidad malagueña de Campillos observan y limpian los desperfectos en viviendas y coches producidos por las fuertes lluvias registradas durante la noche
Vecinos de la localidad malagueña de Campillos observan y limpian los desperfectos en viviendas y coches producidos por las fuertes lluvias registradas durante la nocheDaniel Pérez (EFE)

Escoba en mano, los hermanos Jesús y Javier Galeote se afanaban este domingo a mediodía en sacar el barro que durante la noche había tomado la casa de sus abuelos, en la calle del Real de Campillos (8.500 habitantes, Málaga). “Llevamos toda la noche así. El agua ha subido más de medio metro. Esto es una ruina, un desastre”, comentaba Jesús con la poca energía que le quedaba. “He estado toda la noche sin dormir”, añadía. “Cuando vi que la calle tenía más de un metro de agua, decidí venir para acá, subir a los abuelos a la segunda planta y salvar todo lo que pudiera”, apostillaba mientras señalaba los muebles apilados en el patio y un montón de enseres embarrados en la puerta de la calle. Junto al suyo, había otros montones apilados por Rocío Luque. Eran los equipos, productos y muebles de su peluquería.

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“Todo para tirar”, afirmaba la mujer con impotencia. Había inaugurado su salón de belleza hace poco más de un mes. “Si lo llego a saber, la pongo en otro sitio”, se lamentaba tras una noche dramática. A solo unos kilómetros de allí, uno de los camiones de bomberos que acudía a la localidad malagueña para ayudar sufrió un accidente durante la madrugada, cuando el agua arrastró con fuerza al vehículo fuera del asfalto. Dos de sus ocupantes pudieron salir del camión, pero el conductor no lo consiguió y desapareció aguas abajo. Horas más tarde, su cuerpo era encontrado a siete kilómetros del lugar del suceso. “Estamos muy jodidos”, contaba José Espinosa, oficial de zona. “Y en los próximos días será peor”, añadía Jorge Ibáñez, otro de sus compañeros.

Natural de Antequera —cuyo Ayuntamiento decretó tres días de luto—, la víctima, José Gil, de 47 años, tenía dos hijos y estaba casado. Poseía la identificación profesional número 1 en el Consorcio Provincial de Bomberos, del que era el más antiguo. Antes, fue voluntario de Protección Civil. “Toda su vida ha estado dedicada a los demás”, añadieron sus compañeros.

Campillos fue una de las zonas más afectadas por las trombas de agua caídas durante el fin de semana en Málaga, pero otras localidades de la provincia, especialmente del norte, también sufrieron las intensas precipitaciones. Más de 100.000 personas se vieron afectadas por las lluvias torrenciales, que provocaron las principales incidencias, además de en Campillos, en Almargen, Antequera, Ardales, Carratraca, Casarabonela, Fuente de Piedra, Humilladero, Sierra de Yeguas y Teba.

En Campillos, los vecinos explicaban que jamás habían visto algo similar. Los 360 litros por metro cuadrado caídos en apenas unas horas desbordaron varios de los ríos y arroyos del entorno, que utilizaron durante buena parte de la madrugada las calles como cauces. El Ayuntamiento llegó a pedir que nadie saliera de sus casas y también el apoyo de todo el que tuviera un tractor y estuviera dispuesto a ayudar. Este lunes, el pleno municipal pedirá la declaración de zona catastrófica. “Es imposible que podamos afrontar esto solos. Está todo destrozado. Los daños van a ser muy cuantiosos”, subrayaba Francisco Guerrero, alcalde del municipio.

Durante todo el domingo, el ajetreo en la barriada de Las Flores, en la parte baja del pueblo y la más afectada, fue incesante. Los tractores iban y venían, las grúas se llevaban a los coches destrozados por la riada y los vecinos hacían lo que podían, equipados con botas de agua o bolsas de plástico en los pies, escobas y recogedores. Muchos pasaban junto al edificio de la Policía Local, parapetado por grandes cantidades de maleza, cañas y barro. El agua se llevó durante la noche los vehículos policiales y destrozó el interior de las oficinas. “Ni coches, ni teléfonos… Nos hemos quedado con lo puesto”, explicaba uno de los agentes mientras recorría con la mirada los destrozos cercanos y una inmensa balsa de agua donde flotaban varios vehículos y contenedores.

Algunos vecinos trataban de limpiar las instalaciones del colegio La Milagrosa, totalmente anegado, y del instituto Camilo José Cela, con un muro derribado. Este lunes no habrá clases en el pueblo porque todos los centros escolares han sufrido desperfectos. La falta de agua por una avería en el suministro dificultó aún más las labores de limpieza. “Así es imposible”, mostraba Yolanda Olmo, escobón en mano y que ya empezaba a despedirse del sofá, los muebles y los colchones, todos hinchados por el agua. A su alrededor, aceras levantadas, una parada de autobús hundida y decenas de personas haciendo repaso de las pérdidas y pasándose fotografías y vídeos por WhatsApp.

"Nos va a costar salir de esta", se lamenta el alcalde

Uno de los vecinos de Campillos, Francisco Querino, mostraba este domingo en su móvil las imágenes de una de sus naves que había desaparecido arrastrada por el agua. “Esto me va a costar 20.000 euros como poco”, se lamentaba en una de las calles de la localidad malagueña, de 8.500 habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y hasta donde se desplazó este domingo la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. “Al menos esta mañana ya no ha llovido y se puede limpiar un poco”, se contentaba Antonio Miguel Aguilar, que pasó toda la mañana señalizando los lugares más afectados por el barro. La Unidad Militar de Emergencia (UME) se desplegó también a primera hora de la tarde para ayudar en las labores de limpieza. “Pero aún queda muchísimo por hacer. Nos va a costar salir de esta”, concluía el alcalde del municipio, Francisco Guerrero.

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