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Puigdemont, anónimo en Hamburgo

El expresidente catalán apenas se ha dejado ver en la ciudad alemana, en la que se instaló hace unas semanas

Silvia Ayuso
El expresidente catalán Carles Puigdemont en Berlín en abril
El expresidente catalán Carles Puigdemont en Berlín en abrilHannibal Hanschke (REUTERS)

Carles Puigdemont recibió la noticia de que la justicia alemana ha decidido que puede ser entregado a España —pero sólo por malversación— en algún lugar de Hamburgo o sus alrededores. Allí, en esa zona del norte de Alemania, se instaló hace menos de un mes, cuando supo que la batalla judicial —tras su detención en marzo en el Estado de Schleswig Holstein después de cruzar la frontera desde Dinamarca— podía ir para largo. Desde Hamburgo firma los tuits con los que se mantiene activo en política, y envió este jueves un vídeo en el que calificó el delito de rebelión del que ha sido eximido por la justicia alemana como “inadmisible”. Y desde aquí esperará también que se resuelva el recurso contra la decisión del tribunal alemán que sus abogados presentarán para evitar su entrega a España.

Hamburgo es también la ciudad donde, una vez más, se pierde la pista de Puigdemont. El expresidente catalán ha extremado las medidas de cautela y las maniobras de despiste que lleva practicando desde su huida a Bruselas el pasado otoño y que perfeccionó durante su breve estancia, esta primavera, en Berlín. La capital alemana fue inicialmente su destino cuando el tribunal de Schleswig Holstein decidió ponerlo en libertad condicional a comienzos de abril, tras pasar 12 días en la prisión de Neumunster.

Berlín resultó demasiado agitada para el ex president. Quizá fuera el acoso mediático: la mayoría de los corresponsales extranjeros —entre ellos los españoles— trabajan allí. O la afluencia de turistas a una de las capitales más bulliciosas de Europa. El caso es que a mediados de junio se supo que Puigdemont había decidido mudarse a Hamburgo. Por una cuestión práctica, puesto que le resultaría más fácil trasladarse desde allí hasta el tribunal regional si fuera necesario. Y por su tranquilidad y seguridad, según declaró uno de sus abogados, Jaume Alonso Cuevillas, a la televisión pública catalana. En Berlín estaba “muy expuesto” y había sido “increpado” en alguna ocasión, dijo el abogado. “Había que tomar medidas”, señaló sin dar detalles.

En Hamburgo ha podido llevar una vida más tranquila. Y hasta el momento nadie parece saber dónde se ha instalado. También en esto ha aprendido Puigdemont del episodio de Waterloo, la ciudad belga en la que alquiló un chalé que fue rápidamente asediado por la prensa, los curiosos y hasta por representantes de Tabarnia (el colectivo antiindependentista que reclama que, si algún día Cataluña se separa del resto de España, las provincias catalanas mayoritariamente no independentistas puedan separarse de Cataluña).

Hasta la prensa alemana se ha preguntado en estas últimas semanas si realmente Puigdemont estaba en Hamburgo, dado que se ha cuidado mucho de ser avistado en algún café o plaza. La única vez que se dejó ver fue al recibir la Flama del Canigó, una tradición catalana asociada al solsticio de verano, el pasado 23 de junio. Una manifestación de apoyo convocada este jueves en el centro de Hamburgo por la ANC habría sido una buena ocasión para volver a verlo, pero finalmente no se presentó a saludar a la quincena de manifestantes que reclamaban “libertad para los presos políticos”.

El silencio de su entorno cuenta con la complicidad de las autoridades judiciales. “No puedo confirmar que esté en Hamburgo”, dijo una portavoz del Tribunal Regional Superior de Schleswig Holstein tras conocerse las palabras de Cuevillas. Lo más probable es que Puigdemont se haya refugiado en una de las localidades aledañas. En cualquier caso, subrayó la portavoz, “la justicia sabe dónde está el señor Puigdemont, y eso es lo importante”. Importante porque, según las condiciones por las que recuperó la libertad tras depositar una fianza de 75.000 euros, Puigdemont tiene que presentarse una vez por semana en una comisaría.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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