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El peregrino húngaro que quiere hacer de un castillo de León un centro de retiro del Camino de Santiago

Attila Otott, de 44 años, quiere también construir junto a la fortaleza una ecoaldea

Castillo de Sarracín.
Castillo de Sarracín.Attila Otott

Attila Otott, de 44 años, vivía infeliz. Este húngaro, antiguo gerente de un hotel en Bruselas, estaba harto de su trabajo. Por lo que hace cinco años decidió recorrer el Camino de Santiago, como tantas otras miles de personas cada año, en busca de un nuevo objetivo en su vida. Cuando llegó a la localidad de 621 habitantes de Vega de Valcarce, en la comarca de El Bierzo, en la provincia de León, lo descubrió. Tan solo entrar en el castillo de Sarracín, antiguo refugio de los caballeros templarios, supo que su misión era ahora ayudar a restaurarlo para convertirlo en un albergue y centro de retiro espiritual y atraer a más peregrinos como él.

Pese a la emoción tan fuerte que provocó en él este castillo del siglo XIV considerado desde 1949 Bien de Interés Cultural, fue apenas hace un año cuando se atrevió a dejar atrás sus comodidades para emprender este sueño. Vendió su departamento de Budapest para implicarse seriamente en revitalizar la fortificación ubicada a 800 metros del camino de los peregrinos.

"El problema es hacer de los castillos museos. Mi proyecto es hacer un castillo vivo", asegura por teléfono Ottot. Su plan consiste en hacer de este un lugar de retiro espiritual para la gente que recorre el Camino de Santiago, transformar el edificio fortificado no solo por dentro sino también por fuera. A un lado del castillo planea hacer una ecoaldea: construir un conjunto de casas de piedra o madera para los caminantes que funcione con energías renovables: —paneles solares, turbinas de viento y planta recicladora de agua—.

No solo pretende utilizar materiales tradicionales para las viviendas, también busca implicar en la construcción a personas con oficios tradicionales, como herreros y carpinteros, de la localidad y de fuera, o cualquiera que quiera involucrarse en el proyecto. Desde que decidió tomarse en serio su cometido creó una asociación sin ánimos de lucro para juntar el millón de euros que necesita gracias al apoyo de asociaciones y peregrinos.

La alcaldesa socialista María Luisa González celebra la iniciativa. "Cada vez nos estamos quedando con menos población y esto podría atraer a más gente. Sí que podría ser algo importante", asegura. Pese a que cree que el proyecto es viable, siempre y cuando se siga restaurando el castillo, la decisión no depende del Ayuntamiento, sino de Patrimonio. Desde esta instancia aseguran que "no hay ninguna actuación o plan concreto que se haya trasladado a la Junta de Castilla y León", pero precisan que llevan tiempo trabajando con el Ayuntamiento en un proyecto para la recuperación del castillo dentro del programa "uno por uno".

Al arqueólogo Miguel Ángel López Marcos, que participó en invierno de las últimas obras de restauración del castillo, también le parece "una maravilla" cualquier iniciativa que implique revitalizar el castillo. "Todo lo que sea poner en valor el patrimonio a mí me parece perfecto", afirma López.

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Pero considera que solo si se realiza fuera y no dentro del castillo porque taparía los vestigios históricos de más de 500 años. "Hay que respetar la arquitectura original", declara. "A los pies del castillo es el mejor sitio para hacer dicha aldea. Podría recrear la que existió en la época medieval y hoy se ha perdido. Eso sería enriquecer el patrimonio, recrear o reconstruir algo que no está para ayudar a entender el conjunto", explica.

A López, conocido por sus trabajos en el templo egipcio de Amenofis III, le sigue preocupando la situación actual de la fortificación. Cuando en diciembre participó en el refuerzo de los muros y en la construcción de un mirador, los 50.000 euros que aportó la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León no alcanzaron para lo que era más urgente: reconstruir el aljibe que está a punto de hundirse, según López.

Tres años antes, en 2014 el castillo de 900 metros cuadrados de superficie logró salir de la lista roja de monumentos en riesgo de la asociación Hispania Nostra, de la que formaba parte desde 2014, gracias a las obras realizadas en las que también se invirtieron 50.000 euros.

La fortaleza fue utilizada por la orden templaria para proteger las rutas de los peregrinos. De acuerdo con la asociación Hispania Nostra fue construida en el siglo XIV sobre otra fortificación del siglo X y durante los 500 años en que estuvo activo, desde el siglo IX hasta el XV, sufrió muchas reformas, hasta su abandono causado por la Revuelta Irmandiña.

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