250.000 profesores para 24.000 plazas
Los exámenes de estas macrooposiciones se realizan simultáneamente en casi todo el país
A las 7.15 de este sábado ya había siete opositores a la puerta del Instituto Jaime Vera del barrio madrileño de Tetuán. Faltaban casi dos horas para el primer examen, a las 9.00, y Daphne Muñoz, de 29 años, esperaba en compañía de su pareja “hecha un flan” después de una noche casi en vela. Llevaba un año y medio preparándose para este día, en el que se juega una de las 258 plazas de profesores de inglés de secundaria de la Comunidad de Madrid, después de 11 años trabajando en una cadena de tiendas de ropa. Muñoz es una de los aproximadamente 250.000 aspirantes a docentes que optan a las 24.088 plazas de las macrooposiciones que arrancaron en toda España, excepto en Cataluña y Valencia. Se cubrirán puestos de los cuerpos de profesores de Secundaria, Formación Profesional, Artes Plásticas y Escénicas, Música e idiomas.
A la misma hora en la que cientos de institutos del país los opositores iban ocupando los asientos que con suerte algunos contemplarán pronto desde el otro lado, en el País Vasco los problemas de tráfico obligaron a retrasar la primera prueba. El día transcurrió por lo demás sin incidencias, según José María Ruiz, secretario de Enseñanza Pública no Universitaria de Comisiones Obreras (CC OO). Su homóloga en UGT, Marisa Vico, señaló algunas quejas por el calor en las aulas y la poca antelación con la que se anunciaron los tribunales, que complicó la logística de los opositores en autonomías grandes.
Los sindicatos mayoritarios (UGT, CC OO y CISF, el de trabajadores públicos) están satisfechos con el número de plazas ofertadas, que forman parte de la mayor oferta de empleo público desde 2009, antes de que comenzaran los recortes. Maribel Loranca, secretaria de Enseñanza de UGT, recuerda que estas oposiciones son el fruto de un acuerdo entre sindicatos y el Ejecutivo anterior después de varios años con una tasa de reposición muy baja. Se espera convertir en fijas el 90% de las plazas interinas en todos los sectores públicos, con unos 250.000 puestos de funcionarios y limitar la interinidad al 8% en el horizonte de 2020, según Mario Gutiérrez, presidente del sector nacional de Educación de CSIF. El sector de la enseñanza concentra buena parte de esa oferta.Francisco García Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de CC OO, apunta a la necesidad de cubrir 150.000 plazas de aquí a cuatro años.
La principal reivindicación de UGT y CC OO para el nuevo Ministerio tiene que ver con que la fase de la oposición más teórica no sea eliminatoria, una demanda que el departamento del exministro Íñigo Méndez de Vigo desoyó. Quienes no aprueben los exámenes no podrán hacer la encerrona, la fase de presentación y defensa de una programación curricular y de una unidad didáctica ante el tribunal, y que según los sindicatos demuestra otras capacidades del profesorado. Lo que sí lograron acordar los sindicatos con el Gobierno es que la experiencia docente tenga más peso en la fase de concurso, que supone un 40% de la puntuación final.
A Elena Martín, de 54, las oposiciones le pillan entrenada, aunque “cansada” y con puntos acumulados por su experiencia docente. El de este sábado fue su séptimo intento y aunque aseguraba que iba sin nervios “a cumplir el trámite” para seguir en las listas de interinos, fue también de las madrugadoras.
“Lotería de Navidad”
Las oposiciones son una carrera de fondo para muchos interinos. Ven la meta cada dos años, pero a veces es imposible alcanzarla, mientras la rueda del trabajo, la familia y los avatares cotidianos sigue girando. Noelia Morona, de 44 años, se presentó por tercera vez. Llevaba dos años estudiando mientras trabajaba en un instituto de Chinchón y llegó sintiéndose segura al llegar, pero sin dejar de pensar que la oposición es como “la Lotería de Navidad”. Para ella el docente es una figura que “sirve para guiar a los alumnos, para motivarles a que cumplan su sueño, sea cual sea”. Otra Martín, pero de nombre Sara, con 28 años, lleva ya cuatro convocatorias y como Morona, habla con verdadera devoción de sus alumnos, con los que tiene “mucha conexión”, y de la labor social de los profesorado.
A las puertas, del instituto Jaime Vera era patente la feminización del sector —el 70% de los docentes son mujeres, según datos de 2015 del Ministerio de Educación—, con una amplía mayoría de profesoras y aspirantes a serlo entre los 300 opositores de ese centro. Entre ellas había al menos dos embarazadas, una de ellas en la semana 36. No requirió ninguna atención especial durante los exámenes, pero CC OO exige, según José María Ruiz, “que se tomen medidas extraordinarias para quienes no pueden acudir a las pruebas por este motivo y otros de causa mayor”, como una hospitalización o el fallecimiento de un familiar directo.
Antes de entrar a la primera prueba, en la puerta del instituto, se apuraban cigarros, llamadas, palabras de ánimo a los compañeros de academia y hasta un último repaso a los apuntes. En el descanso, después de tres horas de listening, comentario de texto y traducciones, las caras de los aspirantes empezaban a encajar aunque la opinión sobre la dificultad del examen era variable. En 15 minutos devoraron bocadillos, agua y más cigarrillos y llamadas antes de afrontar la parte más temida del día, el examen teórico en el que el azar decide los cinco temas entre los que debían desarrollar uno. En las próximas semanas, quienes aprueben, tendrán que volver a vérselas con el tribunal y la encerrona. Uno de cada 10 conseguirá la anhelada plaza. “Tendrá que llegar el año”, decía antes de empezar Sara Martín, con un deje entre pesimista y confiada.
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