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Cuando el peaje es una cuestión de vida o muerte

Los vecinos que viven en el tramo de N-I entre Burgos y Miranda celebran el anuncio de la supresión del peaje. Creen que los camiones volverán a la autopista y se frenará la sangría de accidentes que padecen

Vista de la N-I a la altura de Atapuerca, con presencia constante de camiones.
Vista de la N-I a la altura de Atapuerca, con presencia constante de camiones.RICARDO ORDÓÑEZ

El pasado lunes Jesús López abrió EL PAÍS mientras apuraba un café en su casa de Burgos. Entre titulares, sus ojos frenaron en el anuncio del nuevo ministro de Fomento, José Luis Ábalos: el Gobierno liberará los peajes de las autopistas cuya concesión de 50 años termine entre este ejercicio y 2021. La concatenación de ideas en la mente de Jesús arrancó sin dejar de leer la noticia: la AP-1 a su paso por Burgos tiene un peaje cuya concesión termina este año; este peaje es el que, desde hace décadas, desvía a la carretera nacional de Burgos a unos 10.000 vehículos al día, más de la mitad de ellos camiones; tal sobrecarga ha dejado en esta zona una intolerable lista de fallecidos por accidente; hace dos años se sumó a esta lista José Ramón López, hermano de Jesús: se mató entre dos camiones cuando circulaba sobre su moto.

Ese mismo lunes, el día en el que el ministro anunciaba el fin del peaje, era el cumpleaños de José Ramón. Hubiera cumplido 42 años.

“Lo primero que pensé fue: joder, ¿y era necesario esperar tanto? ¿Eran necesarios tantos muertos para tomar esta decisión?”. Jesús se expresa en una cafetería de Burgos con un nudo en la garganta cada vez que menciona a su hermano. “Había quedado para jugar al pádel y se fue en moto a Monasterio de Rodilla, un pueblo a pocos kilómetros de Burgos. Era temprano, el sol estaba bajo, aunque no se sabe exactamente lo que pasó”. Las pocas conclusiones de la investigación explican que José Ramón se empotró entre dos camiones al adelantar. Su moto se desintegró sobre el asfalto. “Mi hermano no iba rápido nunca, pero en esa carretera no puedes permitirte ni un despiste. Ni uno solo. Si lo tienes, lo pagas con la vida”.

Se refiere al tramo de Nacional I que discurre entre Burgos y Miranda de Ebro. Apenas 70 kilómetros que se han llevado la vida de casi el 20% de todas las víctimas de accidentes de tráfico de la provincia de Burgos. La Plataforma de Afectados por la N-I, compuesta por vecinos de los pueblos situados en este tramo, contabiliza 120 muertos desde 2002. El número de percances y heridos es incalculable.

Basta un recorrido por la carretera, entre los pueblos de Atapuerca y Briviesca, para asimilar el escenario. En las cunetas hay cruces y flores de recuerdo. Sobre el asfalto constantes marcas de frenazos y volantazos. Y en el ambiente, la tensión de circular por una vía de doble sentido atestada de camiones. Por momentos, los camiones circulan en caravana, imposibilitando tomar un desvío y mucho menos adelantar. Un despiste y el margen de rectificación se esfuma. Las moles con ruedas no dan opción.

“Es culpa del peaje de la autopista”. Toma la palabra Rafael Solaguren, portavoz de la Plataforma de Afectados por la N-I. “El tramo de AP-1 que va desde Burgos hasta Ameyugo [pueblo a 20 kilómetros de Miranda] cuesta 11,85 euros y lo gestiona una empresa llamada Europistas. Es el único tramo de toda la Autovía del Norte [Madrid-Irún] que cuesta dinero”. Y, por evitarlo, los transportistas toman, en esos 70 kilómetros, la Nacional I, una pequeña carretera que discurre paralela a la autopista como si fuera una riada de camiones.

“Nos encontramos una vía de trazado antiguo, con un carril por sentido y cruces de alto riesgo albergando un tráfico solo apto para autopistas”, dice Rafael. Las consecuencias tienen nombre y apellidos. El último accidente mortal tuvo lugar el pasado mes de enero. “Llevamos un año inusualmente tranquilo en cuanto a muertos. Pero accidentes hay todas las semanas”, dice Rafael.

Rafael Solaguren es el portavoz de la Plataforma de Afectados por la N-I.
Rafael Solaguren es el portavoz de la Plataforma de Afectados por la N-I.RICARDO ORDÓÑEZ

José Ramón, el hermano de Jesús que se dejó la vida contra un camión, era bombero de Burgos. Solo en el cuerpo de Bomberos de la ciudad hay tres víctimas de la N-I. “Mira -retoma Rafael- en estos pueblos no vas a encontrarte una sola familia que no tenga un muerto por culpa de la carretera. Todos tenemos que circular por ella a diario. Vamos al colegio a llevar a los niños o al trabajo o a un recado y nos acompañan 10.000 vehículos más, que es la media que alberga esta vía. De ellos, más de la mitad son camiones. Nosotros, a la N-I, la llamamos el corredor de la muerte”.

Todos en esta zona están de acuerdo con la anunciada supresión del peaje, ya aprobada por el Senado y que entrará en vigor el próximo mes de noviembre. Pero hay quien lo contempla con un punto de preocupación. Es el caso de Gonzalo Gutiérrez, uno de los ocho hermanos que gestiona el restaurante y hotel Hermanos Gutiérrez. El negocio está en el área de servicio La Brújula, en el kilómetro 259 de la N-I. “Mi familia y yo hemos vivido siempre de la carretera. Es nuestro sustento. Montamos hotel, cafetería, también hemos tenido taller, chatarrería, gasolinera… La carretera es nuestra vida”, explica detrás de la barra de su negocio. “Pero entendemos que hay que hacer algo para evitar la situación de esta carretera. Estamos de acuerdo en que quiten el peaje. Si eso ocurre, buscaremos la manera de que haya accesos desde la autopista hasta aquí. Si en realidad estamos a 50 metros”.

Otro dueño de otro negocio que prefiere no hacer pública su ubicación, explica que “hay preocupación por parte de los trabajadores. Si esta carretera se vacía, será la ruina para los negocios de la Nacional. Así que, lógicamente, estamos preocupados”.

“Yo no entiendo que haya trabajadores que se opongan a que quiten el peaje. ¿Es que les importa más su puesto de trabajo que las vidas?”, se pregunta Jesús. “Ellos, antes que trabajadores, son vecinos de la zona. Saben lo que es esa carretera”.

Jesús, desde que perdió a su hermano, apenas usa la autopista. “No quiero pagar el peaje. Me niego a dar dinero a los responsables de los accidentes. No me explico qué intereses tan fuertes económicos puede haber ahí detrás que valgan más que tantas vidas”. En principio, y si nada da un volantazo, la fatídica Nacional se vaciará del mortal tráfico el próximo otoño. Palabra del ministro.

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