El robo de bebés llega a juicio
Inés Madrigal sienta en el banquillo al doctor Vela, mano derecha de sor María en la clínica San Ramón, epicentro de las denuncias por sustración de niños
Inés Pérez llevaba 19 años casada con su marido, pero los hijos no llegaban. Resignada, empezó a trabajar como voluntaria en un convento donde padres en apuros dejaban a sus hijos para que les ayudaran a cuidarlos. Les daba de comer, los cambiaba, y llegó a tener a dos niños, Paquito y Óscar, acogidos en su casa durante distintos periodos de tiempo. En 2011 relató a EL PAÍS que un día la citaron en la clínica San Ramón de Madrid. “Tenemos una sorpresa”, le anunciaron. Al llegar, la esperaba un doctor. “Me dijo: ‘mira qué regalo, tengo una niña para ti”. Inés firmó unos papeles, recibió unas instrucciones. “Tenía que poner botellas de agua caliente en el carrito porque la niña era prematura y si se ponía enferma, no ir al hospital y llamarle solo a él”. Era 1969; Inés Pérez había cumplido ya los 46 años. Los papeles decían que acababa de dar a luz en aquella clínica, pero nunca había estado embarazada. El médico se llamaba Eduardo Vela y se sienta el próximo martes en el banquillo en el primer juicio por robo de bebés.
El fiscal pide para él 11 años de cárcel por los delitos de detención ilegal, suposición de parto y falsedad en documento oficial. Vela trabajó en la clínica San Ramón, epicentro de las denuncias por robo de bebés, entre 1961 y 1981. Su mano derecha era María Gómez Valbuena, la monja imputada en una causa similar, fallecida en 2013, cuatro días después de ser citada a declarar ante el juez. En 1981, la policía llegó a detener a seis personas por un posible tráfico de recién nacidos que apuntaba a San Ramón, pero las investigaciones no prosperaron, aunque la clínica fue clausurada.
Cuando cumplió los 18 años Inés Pérez confesó a su hija, Inés Madrigal, la mujer que ahora sienta a Vela en el banquillo, que era adoptada. Le contó que en el proceso había intervenido un cura que conocía del convento y era amigo del doctor. “Fui a verle y el cura me contó que mi madre era una chica que no me podía tener, sin más explicaciones”. Madrigal le pidió el teléfono de Vela y durante años lo pasó de una agenda a otra, sin atreverse a llamar. “Hasta que en 2010 vi en EL PAÍS un artículo sobre bebés robados y la clínica San Ramón, donde yo había nacido. Me asusté”.
Le pasó algo parecido a muchas madres que habían dado a luz en el mismo centro a bebés que, según les dijeron, habían nacido muertos. Y a muchos niños, ahora adultos, a los que, como Inés, en algún momento les habían dado esos dos datos: eres adoptado, naciste en la clínica San Ramón. Como Inés, empezaron a indagar, para tratar de resolver esa duda insoportable: ¿Mi hijo murió o me lo robaron? ¿Mi madre me dio en adopción o la engañaron? Pero este es el primer caso que ha prosperado en los juzgados. Madrigal aportó la prueba de ADN que demuestra que Inés Pérez no era su madre y el certificado de nacimiento firmado por Vela que dice que sí lo es. Y denunció a su madre adoptiva para agilizar el proceso.
“Le dije: ‘te voy a tener que denunciar, mamá’. Ella entendió que era la mejor forma de ayudarme y pactamos que si, en algún momento ella cambiaba de idea, yo retiraba la denuncia”. Por aquel entonces, Inés Pérez tenía casi 90 años y pensaron que aunque seguramente la imputarían —como así fue—, dada su avanzada edad no habría consecuencias. “Fue muy valiente. Estamos aquí gracias a ella”. Pérez reconoció a Vela en un careo. Le señaló como el hombre que le explicó cómo fingir un embarazo —“Me decía que hiciera como que tenía náuseas y simulara la barriga con un cojín...”— y como el médico que, tras entregarle un bebé como “regalo” le entregó unos papeles donde figuraba como madre biológica de la criatura. Cuando, en el juzgado, le mostraron a Vela el certificado de nacimiento falso, el doctor reconoció su firma como asistente al parto. “No sabía lo que firmaba”, se justificó. Vela negó conocer a Inés Pérez, aunque sí admitió una "relación médica" con el cura que había mediado en la adopción de Madrigal.
Inés Pérez falleció en diciembre de 2016, a los 93 años. “Ella nunca creyó que detrás hubiese una mujer engañada, un robo de bebés, pero quería ayudarme a conocer mi origen. A ella le dijeron que mi madre era una mujer casada que había tenido una aventura”, relata Madrigal. Vela tiene ahora 85 años. “Sí me gustaría que esto terminara en una sentencia condenatoria, pero más que que vaya a la cárcel, me gustaría que contara la verdad. Para que esas madres puedan decirle a sus hijos: ‘no te abandoné’ y esos hijos saber que no les abandonaron”.
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