El pulso entre Cospedal y Sáenz de Santamaría parte en dos al PP
Las dos aspirantes dicen representar los valores de los logros conseguidos por Mariano Rajoy y apelan a la unidad del partido
María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría dirimirán el enfrentamiento que les mide desde hace diez años compitiendo por sustituir a Mariano Rajoy al frente del PP. El delicado sistema de contrapesos que instauró Rajoy en 2008, cuando les nombró secretaria general y portavoz parlamentaria, respectivamente, apenas ha sobrevivido 10 días a la marcha del líder. En consecuencia, Cospedal y Sáenz de Santamaría se enfrentarán con, al menos, otros cuatro candidatos, apoyándose en su indiscutible peso interno y poniendo a prueba la unidad del PP, obligado a decidir entre dos modelos opuestos.
Todo empezó con Alberto Núñez-Feijóo. La renuncia del presidente de Galicia, oficializada el lunes, no solo reventó el sueño de una candidatura única, acunado por numerosos líderes territoriales como la mejor receta para evitar la guerra interna. Al contrario, el anuncio de que el favorito no daría la batalla acabó por azuzar a las dos aspirantes. Ausente Feijóo, la campaña arrancará como un ejercicio de contraste entre las propuestas de dos políticas que se reivindicarán como defensoras del legado de Rajoy pese a ser polos opuestos. Ideología frente a gestión. El ADN popular frente a la tecnocracia. Conservadurismo frente a liberalismo. Cospedal, la líder del ala dura, contra Sáenz de Santamaría, que pretende perfilarse como una opción más abierta a otros ámbitos de la sociedad.
La decisión de las dos rivales sumió al PP en el pánico. Los líderes territoriales comenzaron inmediatamente a medir los apoyos de cada una. Y todos apuntaron al peligro de que la confrontación deje a un PP dividido y sin capacidad de respuesta ante las elecciones municipales, autonómicas y europeas de 2019. “En el PP, o eres de Cospedal, o eres de Soraya”, dijo un dirigente que lleva décadas en el partido y cuenta con la confianza absoluta de Rajoy.
Oferta a Casado
Aunque también aspiran al poder el vicesecretario Pablo Casado, el exministro José Manuel García Margallo, el diputado José Ramón García y el exlíder de Nuevas Generaciones en Valencia, José Luis Bayo, el sistema electoral favorece a las dos rivales. El peso interno de Cospedal y de Sáenz de Santamaría es incomparable, por lo que tienen una capacidad de arrastre que se notará el 5 de julio, cuando solo sobrevivirán un máximo de dos candidaturas de cara al Congreso Extraordinario. Ambas tienen experiencia de Gobierno. Y las dos enarbolarán la bandera de la mujer camino del cónclave, que se celebrará el 20 y el 21 de julio.
“Quiero ser la primera mujer que presida el PP y quiero ser la primera mujer que presida el Gobierno de España”, proclamó Cospedal, que habría recibido una negativa a su oferta de integrar en su proyecto a Casado. “Desde la llamada al servicio y la fe inquebrantable en el PP, os quiero anunciar que presento mi candidatura”, añadió entre los aplausos de sus seguidores. Y remató: “Me presento para ganar, para ganar y para ganar. Ofrezco victoria, victoria y victoria”.
Una hora y media más tarde, frente a la escalinata de los leones del Congreso de los Diputados, Sáenz de Santamaría también se lanzó a la disputa. Quemaba el sol tórrido del verano. Y con el anuncio de Cospedal aún crepitando en las radios, Santamaría abogó por representar “un proyecto abierto y en positivo para la sociedad, escuchando, cooperando e integrando”.
Las dos intervenciones estuvieron medidas al milímetro. Fueron escenificaciones llenas de mensajes internos. Una llamada de atención a todos los cargos y afiliados que decidirán quién sucede a Rajoy con su voto.
Frente a Casado, que anunció su candidatura solo y en la puerta de la sede nacional, Cospedal eligió un abarrotado salón de actos con decenas de cargos públicos para mostrar su peso orgánico. Ante la inexperiencia de otros aspirantes, la número dos de Rajoy expuso su biografía, que le ha visto pasar por una presidencia autonómica, un ministerio y la secretaría general. Y para acentuar el contraste con Sáenz de Santamaría, su eterno contrapeso interno en el PP, hizo múltiples referencias veladas
“Sé lo que es ganar elecciones”, dijo Cospedal, que en dos ocasiones se impuso en las autonómicas de Castilla-La Mancha —Sáenz de Santamaría nunca ha sido candidata a nada—. “He dado la cara y siempre la daré. Me la han partido unas cuantas veces, lo sabéis y seguro que lo volverán a hacer”, añadió sobre su defensa de las siglas del partido, estableciendo un contraste con la exvicepresidenta, a la que sus críticos siempre han achacado que desapareciera en los momentos de máxima tensión por los casos de corrupción que han afectado al PP.
Por su parte, Sáenz de Santamaría eligió el Congreso para presentar su candidatura. Allí, en la plaza en la que labró el inicio de su carrera —fue portavoz de la oposición entre 2008 y 2011— la exvicepresidenta quiso lanzar el mensaje de que conoce el camino para recuperar el Gobierno si obtiene el poder en el partido. Sáenz de Santamaría lleva 14 años como diputada. El acta es lo único que le queda tras la pérdida del Ejecutivo. Frente a los leones del Congreso dijo representar “lo que muchos militantes, la unidad, la responsabilidad y la integridad”. Y reconoció que no había hablado con Cospedal sobre su proyecto: no la localizó, y le dejó un mensaje.
Las dos políticas tienen hasta las 14.00 horas de hoy para registrar los 100 avales necesarios para ser precandidatas. Si lo consiguen, adquirirán la condición de precandidatas. Entonces empezarán una larga campaña electoral que culminará el 5 de julio, con la votación de los afiliados. Ese día pondrá punto final a una larga lista de desencuentros que explica una rivalidad política del máximo calado.
El primer desencuentro fue de fondo: desde el principio, los partidarios de Cospedal vieron en ella a una política y en Sáenz de Santamaría a una gestora. El segundo fue de forma: mientras que Cospedal daba una rueda de prensa tras otra dando la versión del PP sobre sus casos de corrupción —especialmente sobre Gürtel—Sáenz de Santamaría callaba, según sus críticos. El tercer punto de fricción estuvo en la acumulación de poder: si Sáenz de Santamaría era vicepresidenta y mandaba en el CNI, Cospedal podía aunar un ministerio (Defensa), la secretaría general y la presidencia regional del PP de Castilla la Mancha. El cuarto conflicto fue puramente político, pero de la máxima gravedad.
Pastor no dará el paso
Cospedal siempre consideró a Sáenz de Santamaría responsable del naufragio del Gobierno en Cataluña, puesto que ella encabezó la llamada operación diálogo. A su vez, el entorno de Sáenz de Santamaría apuntó a que el mal resultado del PP en las últimas autonómicas celebradas en esta Comunidad —cuatro diputados— se debía a la insistencia de Cospedal en mantener a Xavier García Albiol como candidato. En medio, mil malentendidos diarios.
Hasta el 5 de julio, las dos candidatas buscarán apoyos. Como los afiliados tienen que especificar su deseo de participar en el proceso —una suerte de voto rogado—, Cospedal cuenta con la ventaja de las alianzas que ha tejido en los últimos diez años con los cargos orgánicos más importantes. Según fuentes populares, Sáenz de Santamaría podrá compensar esa ventaja gracias a su sintonía con el coordinador nacional, Fernando Martínez Maillo, y al apoyo de exministros como Álvaro Nadal y Fátima Báñez, o del exjefe de gabinete de Rajoy, José Luis Ayllón.
A esa batalla no se presentará la presidenta del Congreso, Ana Pastor, pese a las muchas peticiones recibidas. Prioriza que el PP mantenga el control de la Cámara. Con ello, el partido queda huérfano de la única figura de consenso con el ascendiente suficiente para evitar una guerra total. Cospedal y Sáenz de Santamaría ya están en el campo de batalla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.