‘Chatarra’ a precio de oro: la empresa del hangar infló el valor de su aportación a la Rey Juan Carlos
Las aeronaves y los materiales que aportaron los socios se valoraron en 1,5 millones en el convenio por el que se cede gratis la instalación pese a que su precio real rondaba los 250.000 euros
El rector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), Javier Ramos, y los socios de EATC multiplicaron por seis el valor real de las aeronaves y los materiales de laboratorio que la empresa aportó al instituto universitario para operar en el hangar público de forma gratuita. Según el convenio firmado entre la universidad y la compañía, el inventario ---dos aviones, un helicóptero y equipos para cinco talleres-- equivalía a 1,5 millones de euros. Sin embargo, documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS demuestra que su valor real era de 244.089 euros.
El 16 de diciembre de 2015 la URJC y European Airline Training Centre 2015, la empresa ideada y creada por Ramos y otros socios, firmaron un convenio de colaboración para 25 años según el cual la institución pública construía un hangar aeronáutico (que costó un millón de euros), pagaba los suministros, cedía cuatro aulas y permitía a la compañía usar su nombre para publicitar y expedir títulos privados. A cambio, la empresa aportaba medios materiales para los estudiantes de grado universitario que supuestamente la institución no podía permitirse adquirir.
Según el convenio la empresa debía dotar al instituto aeronáutico EIATA con “el equipamiento inicial descrito en el anexo 2”, que valora en 1,5 millones de euros y que consiste en: un avión Falcon 20, un avión Cessna 402, un helicóptero y componentes para cinco talleres o laboratorios de prácticas: uno de hidráulica, otro de motores y trenes de aterrizaje, otro metrología, uno más de electricidad y finalmente el de materiales compuestos.
Las aeronaves en realidad costaban 17.696,25 euros con IVA cada una, según las facturas de la compraventa que poco antes de firmar el convenio acordaron las empresas de dos de los socios. Según estos documentos, que fueron remitidos a todos los interesados, incluido el ahora rector, el Falcon 20, el helicóptero BO 105 y el Cessna 402 sumaban por tanto 53.088,75 euros.
En los tres casos se trata de aeronaves muy antiguas, que una fuente conocedora de la valoración del material califica de “chatarra”. El Falcon 20 se matriculó en España en 1987, procedente de Estados Unidos, y voló para la compañía de paquetería Audeli. Permaneció almacenado en Torrejón de Ardoz unos años hasta que fue trasladado al campus de la URJC en Fuenlabrada. El modelo Cessna 402 dejó de fabricarse en 1985. El helicóptero, un Bolkow 105, sin matricular, fue comprado al Ejército español.
El valor de dos de los laboratorios de material queda fijado en la propia escritura de constitución de la empresa EATC, que se creó específicamente para poder firmar poco después el convenio con la universidad pública. Los talleres de electricidad y de metrología los valoraron los propios socios en 18.000 euros cada uno.
Aportación en especies
“Os adjunto los anexos 1 y 2 que vamos a adjuntar a las escrituras de constitución de EATC. Tendremos un capital social de 126.000 euros inicialmente y el anexo 1 [será aportado] en especies por Alme y el anexo 2 será aportado por el amigo de Javier”, afirma en un e-mail uno de los socios a sus compañeros una semana antes de la firma ante el notario.
El “amigo de Javier” es Ramón de las Heras, bombero de la Comunidad de Madrid, sin experiencia en el negocio aeronáutico y amigo de la infancia de Javier Ramos. Ramos, que en aquella época era director de la Escuela Superior de Ingeniería de Telecomunicación, lo presentó al resto de los socios para que formara parte del accionariado. El propio Ramos iba a ser accionista de EATC, con un 14%, y los socios habían acordado que no pusiese dinero --”Javier nos va a aportar muchas más cosas y de muchísimo más valor que la parte en metálico”, escribe uno de los empresarios-- sino una aportación en especies. Finalmente esa aportación en especies (que a la constitución de la empresa se valoró en 18.000 euros) y la correspondiente participación accionarial, la hace De las Heras.
La valoración de los otros tres talleres se encuentra en un documento, elaborado por uno de los socios y distribuido al resto en 2015. El taller de hidráulica, cuyo inventario coincide punto por punto con el que aparece en el anexo del convenio, se valora en 55.000 euros. El de motores equivale a 65.000 euros y el de materiales compuestos a 35.000. En los tres casos, según precisa el documento, se trata del “valor contable aproximado”. El valor real podría ser menor, porque en este documento a los dos talleres de 18.000 euros (los que aportaron los socios a la constitución de la empresa) se les asignan valoraciones muy superiores, de 75.000 y 50.000 euros.
El rector argumentó en abril a este diario que la universidad había cerrado el acuerdo con EATC hasta 2040 porque era la única manera de acceder a materiales tan costosos. “Ojalá tuviese 20 millones como el MIT para pagar el hangar y no acudir a la empresa privada”, sostuvo. Incluso Ramos animó a este periódico a acudir “con un auditor” a la nave “y tocar lo que hay allí”, que excedía, dijo, con mucho lo comprometido en el convenio. “Hay mucho más. Tenemos mejores laboratorios que la Carlos III y la Politécnica de Madrid y al contribuyente le cuesta cero euros”, insistió. Esta conversación tuvo lugar antes de que EL PAÍS publicara que fue él, junto con otros socios, quien ideó el negocio y lo facilitó desde su puesto en la universidad.
El pasado 25 de mayo Ramos negó la sobrevaloración de los materiales ante el Consejo de Gobierno, pese a que ningún medio había publicado nada aún sobre el asunto. Dijo, según ha podido saber este diario: “En cuanto a las dudas generadas sobre el valor de la aportación en equipamiento por parte de la empresa (el compromiso establecía una dotación inicial valorada en millón y medio de euros para septiembre de 2018), quiero comunicarles que la Universidad está tramitando un peritaje para cuantificar el valor de los equipos que ya están disponibles en las instalaciones”.
Ramos no ha querido volver a hablar con EL PAIS sobre esta cuestión y se ha limitado a indicar a través de su jefe de prensa que ha encargado una tasación para comprobar si la empresa ha cumplido el convenio. También ha reiterado que "nunca ha sido ni es socio de ninguna empresa relacionada con el hangar", refiriéndose a que no tiene participación accionarial, tal y como ha explicado este diario. El director de Aviation Group (la empresa que absorbió a EATC y que gestiona el hangar actualmente), Francisco Castaño, también rehusó hablar con este diario.
investigacion@elpais.es
Pintar los aviones como “reclamo”
Algunas de las aeronaves que la empresa EATC iba a ceder a la universidad en el marco del convenio de uso del hangar en realidad ya estaban en el campus hacía tiempo. Javier Ramos lo recuerda en un correo enviado a los otros socios en septiembre de 2015: "Todos los días cuando llego a mi campus, pienso que las tres aeronaves que "cedió" Cefoim y que están ya en campus hay que pintarlas”, dice. En esa época el avión que había pertenecido a Audeli estaba a la intemperie y todavía conservaba la pintura original, muy deteriorada.
Ramos propone al resto de socios utilizar esta y otras aeronaves para conseguir publicidad. “Son el mejor reclamo. Una gran cantidad de personas de toda la zona sur de la Comunidad de Madrid traen a sus hijos para que se monten en ellos (aunque está prohibido). Deberíamos pintarlas enteras de forma que queden atractivas, y con logos bien grandes de la URJC y del EIATA (también podría aparecer EATC, si lo consideráis interesante)”, les dice, y añade: “Las fotos de los aviones en campus deberían estar en la publicidad que lancemos”.
El ahora rector lanza una última propuesta: lanzar un concurso de diseño entre los estudiantes de la URJC. Pero plantea una duda: “Los alumnos harían diseños con muchos colores y gran sofisticación que luego serían muy costosos llevar a la práctica. No sé. Cualquier idea es bienvenida”.
Otro de los socios le ofrece una solución para que el acondicionamiento de las aeronaves no se encarezca: "Como premio le podemos ofrecer un vuelo en helicóptero, que tendrá que entrar en el presupuesto de la pintura". Así fue. La universidad lanzó un concurso de diseño y los ganadores se llevaron un vuelo en helicóptero, tal y como anunció el propio centro en abril de 2016.
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