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FORMACIÓN

Los desafíos de la Universidad

Cuatro rectores imaginan el futuro y ven como principales retos la digitalización, la investigación y la contribución que tiene que hacer a la sociedad

De izquierda a derecha, los rectores Nekane Balluerka (UPV-EHU), Julio L. Martínez (Comillas), Francisco Mora (UPV) y Concepción Burgos (Udima).
De izquierda a derecha, los rectores Nekane Balluerka (UPV-EHU), Julio L. Martínez (Comillas), Francisco Mora (UPV) y Concepción Burgos (Udima).INMA FLORES

En la universidad del futuro habrá que seguir yendo al campus, pero se pasará menos tiempo en clase y más aprendiendo otras cosas, como hablar en público, trabajar en equipo, lanzar proyectos, o colaborando con estudiantes de otras universidades. A las asignaturas propias de los grados se sumarán estos otros conocimientos transversales que se abordarán en unos entornos más digitales, pero en donde la formación humanística seguirá siendo imprescindible. Son algunas de las conclusiones a las que han llegado cuatro rectores de otras tantas universidades españolas a los que EL PAÍS ha pedido que imaginen cómo serán estas instituciones dentro de cinco años. Nekane Balluerka, rectora de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU); Concepción Burgos, rectora de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima); Julio L. Martínez, rector de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, y Francisco Mora, rector de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), han coincidido en plantear una nueva ley de universidades o un pacto de Estado que sirva para afrontar los importantes cambios que se avecinan en poco tiempo.

PREGUNTA. Tómense, por favor, unos minutos y díganme después cómo se imaginan la Universidad española dentro de cinco años.

Julio L. Martínez (Comillas). Las universidades españolas deben perseguir ahondar en su condición de auténticas instituciones del conocimiento; esto es, de verdaderas instituciones de aprendizaje a través de la investigación, la innovación, la transferencia del conocimiento y la enseñanza en actualización continua. Tendremos que transformar modos de enseñanza y aprendizaje, también métodos de gestión, en la sociedad digitalizada, pero no concibo una revolución que arrase con los elementos fundamentales que hoy configuran nuestras funciones básicas.

Nekane Balluerka (UPV-EHU). Imagino una Universidad con una financiación acorde a las universidades europeas, con una capacidad de contratación flexible para realmente atraer talento, con un nivel de profesorado y de alumnado excelente, pero que no sea elitista y a la que pueda acceder realmente toda persona que tenga capacidad, muy competitiva en investigación, con competencia para transferir el conocimiento que genera y muy cualificada en cuanto a la calidad de la formación.

Francisco Mora (UPV). En esos cinco años van a ocurrir cambios importantes en dos aspectos. El primero es la digitalización, con la aparición de herramientas para hacer el seguimiento personalizado del aprendizaje del alumno, mejorando el mismo e introduciendo sugerencias en colaboración con el profesor, a través del machine learning y la inteligencia artificial. El segundo es un compromiso reforzado de que lo que hace la Universidad tiene un impacto social, sobre todo relacionado con los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas.

Concepción Burgos (Udima). Creo que el futuro de la Universidad va sobre tres ejes: la digitalización, la investigación y la contribución que tiene que hacer a la sociedad. Me imagino una Universidad adaptándose día tras día a las nuevas tecnologías y buscando titulaciones para formar a esas nuevas profesiones que hoy aún no están, pero que van a llegar.

“La cooperación entre centros aumenta y permite ahondar en la excelencia de los programas” afirma ­Martínez

P. ¿Cómo de lejos estamos ahora de esa situación que han imaginado?

J. L. M. Si en los próximos años se consiguiera un entorno normativo estable y una financiación más acorde con la importancia de la misión universitaria, y al tiempo las universidades profundizan en la agilidad de la gestión y en la rendición de cuentas a la sociedad, no estaríamos muy lejos.

N. B. En formación e investigación está bien posicionada, pero hemos perdido mucha financiación pública en los últimos años, cerca de un 20% entre 2009 y 2015, y esto nos va a afectar. Si seguimos perdiendo financiación, nos vamos a distanciar todavía más.

F. M. En la parte sostenible estamos al principio, en la fase uno, en la incentivadora. En la digitalización, o cambias o te cambian; si te quedas atrás, tu institución será otra.

C. B. Creo que todavía andamos lejos, aunque la formación online va a ser una forma adecuada de democratizar la educación y facilitar el acceso a sectores menos favorecidos.

P.¿Qué cambios habría que afrontar para lograr esa Universidad que ustedes plantean?

“Cuesta modernizar los títulos de grado, pero sí hay más margen de maniobra en los másteres”, destaca Balluerka

J. L. M. La Universidad debe constituirse en un auténtico referente social, mediante la mejora en la eficacia y en la agilidad de la gestión y una mayor imbricación con la sociedad mediante la conexión con empresas, entidades profesionales, asociaciones e instituciones y una mayor capacidad de transferencia.

N. B. Tendríamos que mejorar en cuanto a la formación en competencias transversales y para la empleabilidad, como trabajo en equipo, comunicación oral y escrita, cuestiones digitales… Para mí otra cuestión clave es la selección de personal, más autonomía, que puedas fichar al mejor, que no sea un proceso burocratizado. Y mejorar el modelo de gobernanza, que sea más efectivo que el que tenemos ahora.

F. M. Hay que convencer al alumno de que tiene que pasar muchas horas en el campus, pero no solo para aprender conocimientos académicos, sino una serie de competencias que tienen que ver con el trabajo en equipo, el liderazgo, participar en un proyecto de investigación, con innovación o emprendimiento.

C. B. La Universidad y las empresas deberían colaborar en la elaboración de esos programas académicos que necesitan para encontrar esas nuevas titulaciones que se demandan ahora.

P. ¿Cómo se pueden revitalizar y modernizar las titulaciones?

J. L. M. Con mayor capacidad de generar títulos para atender las necesidades formativas emergentes; con cierta flexibilidad para actualizar sus contenidos; haciendo hincapié en un aprendizaje más activo que estimule la adquisición de las competencias que reclama el mundo laboral; aprovechando la oportunidad de profundización de los másteres; aportando al alumno primeras experiencias en el ámbito profesional mediante prácticas, y acogiendo las colaboraciones ofrecidas por instituciones y empresas.

“Necesitamos una ley de universidades con nuevos esquemas formativos y agilidad administrativa”, defiende Moreno

N. B. Cuesta modernizar las titulaciones de grado. Pero donde sí tenemos margen de maniobra es en los másteres, y es ahí donde nos tenemos que especializar. De esta manera también nos diferenciamos unas universidades de otras y no nos hacemos tanta competencia; no dupliquemos titulaciones y tengamos como referente el territorio.

F. M. La Universidad está respondiendo bien a las nuevas demandas profesionales, se cubren mejor. En ese aspecto se ha hecho un gran esfuerzo, que a veces no hemos sabido explicar bien a la sociedad. Hay que hacer un poco más de pedagogía.

C. B. Pues buscando esa unión de la que hablaba antes con las empresas para hacer un programa potente, donde estén contempladas las competencias y resultados del aprendizaje que estas hayan planteado.

P. ¿Qué solución plantean para afrontar la brecha competencial, ese escalón que separa la formación que se oferta y las demandas de la industria?

J. L. M. En la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, la proximidad al ámbito empresarial y profesional nos ha permitido atender las necesidades formativas reclamadas por la sociedad. Al mismo tiempo, acentuamos la respuesta en la formación de competencias transversales que proporcionan la solidez para encarar los retos del futuro.

N. B. Aquí veo dos cuestiones. Se nos dice que es mejor que se seleccionen carreras que tienen más demanda profesional o industrial, pero no sabemos bien qué es lo que va a tener demanda de aquí a 10 años. No creo que tengamos que ir solo a ese aspecto, sino también, como decía antes, trabajar las competencias transversales.

F. M. Debe haber una formación inicial sólida e integral para preparar a las personas para adaptarse lo mejor posible a los cambios que va a haber a lo largo de su vida, que va a ser aprender, aprender y aprender. Y después debe haber una formación permanente, que nosotros tenemos aquí en la universidad con títulos propios no oficiales y destinados a otros perfiles, y tan específicos como haga falta.

C. B. En Udima estamos en colaboración con las empresas y vamos conociendo por dónde quieren ir, y basándonos en esa información que recibimos introducimos algunas de esas competencias en planes que todavía son más tradicionales.

“Colaboramos con las empresas y observamos sus necesidades para actualizar planes más tradicionales”, según Burgos

P. ¿Cómo van a afrontar la competencia planteada desde Singularity University, Udacity y otras instituciones apoyadas por grandes corporaciones tecnológicas?

J. L. M. El estudiante en el futuro tendrá que distinguirse por activarse para un aprendizaje consistente, constructivo, cooperativo, continuo, profundo y universal. La combinación de competencia técnica con apertura de perspectivas, activación de la conciencia y disposición al compromiso contribuye al logro de un auténtico líder profesional y a una más plena realización personal.

N. B. La Universidad pública compite con un producto que se basa en el prestigio de su personal docente e investigador y con la calidad de lo que ofrece para mejorar la sociedad en la que está insertada. Nunca podrá competir ni con la estrategia de marketing ni con la financiación de los fondos privados.

F. M. Nunca recomendaría a una persona joven hacer eso a los 18 años. Quiero que mis hijas se formen primero de una forma integral, con unas bases sólidas en los ámbitos académicos y con esas habilidades y competencias que se aprenden a estas edades. Esos cursos no dan esas bases sólidas. A los 20 años eso se aprende en el campus.

C. B. Adaptándose a lo que están haciendo ellos. Lo que tenemos que ver es cómo están trabajando, que lo hacen más basándose en competencias que en bases teóricas, incorporarlas en el título y que ese título cuando salgas sea más específico, más práctico, menos general.

P. ¿Creen que seguirá siendo necesaria la presencialidad dentro de cinco años?

J. L. M. Sin perjuicio de aumentar los programas online y del aprovechamiento de los medios tecnológicos para hacer más eficientes los procesos de enseñanza y aprendizaje, no cabe duda de que nunca se va a prescindir de la conveniencia del contacto directo entre profesor y estudiante.

N. B. Creo que sí, combinado con el formato online. Hay carreras que tienen que ser presenciales, pero hay otras en las que la formación online puede tener mucho sitio y hay que fomentarlas, pero con controles de calidad estrictos.

F. M. Entre los 17 y los 25 años, la presencialidad para mí es muy recomendable. Hay competencias que no se aprenden en un vídeo o en la pizarra, hay cosas que no se aprenden de esa forma. Pero es una presencialidad diferente, menos tiempo en el aula y más tiempo haciendo.

C. B. Creo que no va a ser necesaria para conseguir competencias y resultados del aprendizaje, pero sí que habrá presencialidad para los jóvenes; para ellos no son importantes solamente los conocimientos, sino las relaciones humanas. Los jóvenes necesitan relacionarse, verse, el contacto humano. Al principio será una mezcla, luego no.

P. ¿Se podrá seguir estudiando Filosofía, Filología Hispánica, Historia…?

J. L. M. Por supuesto. Precisamente la necesidad de preparar a los estudiantes en competencias de adaptación al cambio conduce a reforzar la formación humanística de los universitarios, para dar solidez al sentido crítico, a la capacidad de analizar problemas e incluso a la de proponer soluciones a los retos sociales.

N. B. Se podrán y se deberán seguir estudiando. Nosotros como universidad pública tenemos muy claro que siempre seguiremos ofertando esas titulaciones, porque necesitamos gente que también piense, no solamente tecnólogos. Necesitamos no solo la innovación tecnológica, también la innovación social.

F. M. Desde luego, si queremos formar a una persona de forma integral, creo que la filosofía y las humanidades son fundamentales.

C. B. Son absolutamente necesarias y hay que fomentarlas. No deberían desaparecer.

P. ¿Qué les parece que las universidades colaboren entre ellas y ofrezcan conjuntamente grados y másteres?

J. L. M. Es una tendencia que va a crecer en el futuro, puesto que la cooperación entre centros y universidades permite ahondar en la excelencia de los programas ofrecidos, amplía los horizontes de los estudiantes, supone la transmisión de las mejores prácticas entre los centros implicados y ayuda a un mejor uso de los recursos.

N. B. La colaboración es fundamental, y si podemos hacerla entre universidades de distintos países, todavía mejor. Pero para eso nos tienen que ayudar con la burocracia. Una titulación conjunta tiene tanta burocracia que uno se lo piensa mucho antes de acometerla.

F. M. Debemos hacerlo más de lo que lo hacemos. Tenemos que complementar nuestras fortalezas con títulos conjuntos en una sinergia que creo que va a ir a más. Las nuevas tecnologías van a ayudar mucho en este terreno.

C. B. Me parece genial y creo que deberíamos colaborar más entre las universidades y no estar encerradas solo en nuestros títulos, sino que cada uno debería aportar aquello en lo que es más fuerte.

P. ¿Cuál es el instrumento para conseguir todos estos cambios que han planteado, un pacto de Estado, una nueva ley universitaria…?

J. L. M. Un pacto que dé estabilidad a la política educativa, y en concreto a la universitaria, ayudaría enormemente al progreso de las universidades en el cumplimiento de su misión, puesto que permitiría centrarse en los objetivos estratégicos mediante una adecuada planificación y, con ello, un uso más racional de los recursos.

N. B. Una nueva ley de universidades que se quiere impulsar desde la Conferencia de Rectores (CRUE) nos daría un paraguas importante, siempre y cuando responda a los problemas que hemos detectado.

F. M. Hacer una nueva ley de universidades adaptada al tiempo actual, con los nuevos esquemas formativos, y con lo que comenté al principio sobre el impacto de la digitalización y el compromiso con la sociedad. Que permita hacer una Universidad ágil, simplificando la parte administrativa, yendo a modelos de confianza y con rendición de cuentas.

C. B. Es necesario un pacto de Estado por la educación en el que habría que llegar a un acuerdo sobre la financiación para alcanzar un sistema educativo de calidad. Los estudiantes universitarios deberían poder tener igualdad de oportunidades en la elección de centros.

Medio centenar de titulaciones

Más de 90.000 alumnos estudian los 189 grados y dobles grados y los 264 másteres impartidos por más de 11.000 profesores en las cuatro universidades españolas que participan en este reportaje, y que cuentan con un presupuesto conjunto que se acerca a los 800 millones de euros.
La más antigua de las cuatro es la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, creada en 1890, que contrasta con la más nueva, la Universidad a Distancia de Madrid (Udima), con solo 10 años de vida, ya que comenzó a funcionar en 2008.
La primera ha sido pionera en el desarrollo de los dobles grados y sigue siendo un referente en los estudios de ingeniería, en la suma de Derecho y Administración y Dirección de Empresas, y en la formación de profesionales y altos directivos. A ello añade ahora nuevas titulaciones y una apuesta clara por la internacionalización de sus estudios y por su vinculación con el mundo empresarial, permitiendo a sus alumnos una rápida incorporación al mercado laboral.
La segunda trata de hacerse un hueco en el cada vez más competitivo mundo de las universidades, y lo está haciendo con un perfil basado claramente en las nuevas tecnologías de la información. No en vano toda su oferta formativa se realiza online, a lo que une un trato personalizado y cercano con el alumno. La tercera pata de la Udima es su estrecha vinculación con el entorno empresarial, de la que surge la creación de grados y másteres para la formación de profesionales en las materias más demandadas.
En cuanto a la Universidad Politécnica de Valencia, creada en 1971, destaca por ser la mejor universidad tecnológica española según el ranking de ­Shanghái y figura también entre las primeras 150 mejores universidades del mundo con menos de 50 años de vida, según la publicación norteamericana Times ­Higher Education.
La Universidad del País Vasco (UPV-EHU), creada en 1980, cuenta con campus en las tres provincias vascas. Es la más grande de las cuatro, la que acoge más alumnos (casi 42.000), profesores (5.700), grados (92) y másteres (114). Con un presupuesto algo superior a los 405 millones de euros, lucha por mantenerse como una de las primeras universidades españolas.

“La diversidad cultural y lingüística es una riqueza”

Julio L. Martínez / Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE

El sacerdote Julio L. Martínez (Vigo, 1964) es doctor en Teología por la Universidad Pontificia Comillas, donde lleva 19 impartiendo clase. Reconoce tener "una mala relación con el tiempo libre", pero cuando lo tiene le gusta viajar a su tierra a ver a su madre y a su familia, pasear por la montaña y ver el mar. Rector desde hace cinco años de la universidad de los jesuitas en Madrid, ha dedicado décadas a investigar sobre la integración de los inmigrantes en las sociedades occidentales pluriculturales y plurirreligiosas, "amenazada en la actualidad por el terrorismo y los refugiados", aunque está convencido de que "es posible unir el islamismo con la democracia".
Sobre la integración de los inmigrantes en España, el rector opina que en nuestro país "estamos muy bien enfocados en esta materia", ya que se ha elaborado un modelo de integración intercultural que no "se ha traducido en la creación de guetos ni clasificaciones", como en Francia o Reino Unido. La explicación la encuentra Martínez en que los españoles "interpretan como una riqueza la realidad previa que existe en España en diversidad cultural y lingüística".

“Las mujeres pisamos fuerte en la Universidad”

Concepción Burgos / Udima

Concepción Burgos (Madrid, 1959) ha dedicado toda su vida a los números y al Centro de Estudios Financieros (CEF). Entre los primeros conoció a su marido, inspector de ­Hacienda, con el que ha tenido dos hijas, y del segundo nació su pasión por la enseñanza y su nombramiento hace casi dos años como rectora de la Universidad a Distancia de ­Madrid (Udima).
Es una de las siete rectoras que hay en las 26 universidades privadas, mientras que en las públicas el porcentaje es menor, solo 5 de 50. Burgos lo achaca a que "en el ámbito privado se mira, además del currículum de los candidatos, el perfil de gestión", y añade que pronto habrá más mujeres al frente de universidades españolas "porque venimos pisando fuerte".
Cree desde siempre en la enseñanza a distancia. De hecho, y mientras vivió con su familia en Washing­ton, donde estuvo destinado su marido, aprovechó para hacer el doctorado por la UNED. Muy interesada en las nuevas tecnologías, su universidad es pionera en la aplicación de los algoritmos para conocer la actividad de los alumnos y actuar de forma inmediata ante cualquier problema.

“Los ‘rankings’ aportan información a la sociedad”

Francisco Mora / Universidad Politécnica de Valencia

Francisco Mora (Elche, 1968) reconoce que cuando se produjo el cambio de Gobierno en 2015 en la Comunidad Valenciana, que aupó al poder a los socialistas y Compromís con el apoyo de Podemos, esperaba más apoyo económico para las universidades de la región. Mora admite una mayor sensibilidad con la bajada de las tasas, pero echa en falta "el presupuesto suficiente para desarrollar la misión de las universidades públicas".
Ingeniero de Telecomunicaciones y catedrático en el área de Tecnología Electrónica de la Universidad Politécnica de Valencia desde 2003, afronta desde el año pasado su segundo mandato como rector. Considera que los rankings universitarios "son buenos porque trasladan una información a la sociedad", pero "no pueden ser interpretados por cualquiera", y eso que la UPV está muy bien colocada en ellos.
Casado y padre de tres hijas, de 14, 12 y 3 años, ejerce de mentor de las dos mayores y otras tres compañeras en un proyecto que desarrolla aplicaciones móviles para resolver problemas que las niñas han detectado en su barrio, impulsado por la Embajada de Estados Unidos y en el que colabora la UPV.

“Necesitamos recuperar financiación pública”

Nekane Balluerka / Universidad del País Vasco

Nekane Balluerka (Ordizia, 1966), rectora de la UPV-EHU desde 2016, ha construido una sólida trayectoria profesional desde que se licenció en Psicología en 1989. Después vinieron el premio extraordinario de doctorado, tres estancias en el extranjero, tres sexenios de investigación y ser catedrática a los 43 años de Metodología de las Ciencias del Comportamiento, gracias a su carácter, "muy disciplinado y organizado". También valora en esta trayectoria la vertiente familiar. Junto a su pareja, un ingeniero mecánico con el que tiene dos hijas, ha construido "un modelo de familia que las niñas valoran y que les sirve de ejemplo", según describe.
Otra explicación a esa disciplina y energía puede encontrarse en la influencia que el arte marcial japonés shorinji kempo forjó en su carácter cuando lo practicó en su juventud. Esa fuerza física y mental la necesitará probablemente para seguir insistiendo en que la "Universidad necesita recuperar la financiación pública que ha perdido en los últimos años", algo fundamental "para estar al nivel de los países de nuestro entorno y construir una Universidad no elitista y al servicio de la sociedad".

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