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“Me reconfortó que un preso de ETA me pidiera perdón a la cara, pero lo de ahora solo es un papel”

Josu Elespe, hijo del primer concejal socialista asesinado por la banda, habla de su reciente comunicado: "Es un avance, pero no es lo que yo habría deseado. Ya solo quiero que desaparezcan"

Mónica Ceberio Belaza
Josu Elespe, hijo del Froilán Elespe, asesinado por ETA.
Josu Elespe, hijo del Froilán Elespe, asesinado por ETA. Gorka Lejárcegui

Josu Elespe estaba trabajando en Ataún (Gipuzkoa) el 20 de marzo de 2001 cuando recibió la llamada: "Ha habido un atentado". Trató de hablar con su madre, pero nadie contestó. Lo intentó con otro amigo: "Es tu padre", escuchó al otro lado del teléfono. Mientras recorría los 40 kilómetros que separan Ataún de Lasarte, lo oyó en la radio. Su padre, Froilán, estaba muerto. Fue el primer concejal socialista asesinado por ETA.

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Diez años y medio después se reunió personalmente con un preso disidente de la banda, adscrito a la llamada vía Nanclares, dentro del programa de encuentros entre presos y víctimas del terrorismo impulsado por la Dirección General de Víctimas del Gobierno vasco encabezada por Maixabel Lasa y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (con Mercedes Gallizo en la secretaría general de Instituciones Penitenciarias). Elespe no vio a la persona que mató a su padre, pero un histórico de la organización le pidió perdón por lo ocurrido. La experiencia le sirvió; la vivió como algo positivo. Cuando leyó el comunicado de ETA del viernes en el que la banda lamenta el daño causado a lo largo de su sanguinaria historia y pide perdón a algunas víctimas, no sintió lo mismo. “Esto es solo un papel. Es mejor que nada, claro. Es un avance, pero no es lo que yo habría querido. Y hay cosas que no me gustan nada. ETA sigue justificándose”.

Pregunta. ¿Qué ha pensado al leer el comunicado?

Respuesta. La verdad es que no me lo esperaba. Sabía que se preparaba la disolución de la banda, pero no confiaba en que pidieran perdón de ninguna forma. Lo han hecho, y es un paso. Pero si lees el comunicado con atención te das cuenta de que todo es muy contradictorio. Desde luego no han llegado donde tenían que llegar, adonde a mí me habría gustado. He tratado de mirarlo con ojos objetivos, de dejar aparte mi historia personal y el dolor que hemos sufrido mi familia y yo, pero hay muchas cosas que racionalmente no me gustan.

P. ¿Por ejemplo?

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R. Chirría muchísimo la distinción entre víctimas relacionadas con el conflicto y las que no. A unas se les pide perdón y a otras no, incidiendo en la idea esta que maneja siempre ETA de que ha habido un conflicto con dos bandos en el que todos hemos sufrido, en el que todos de alguna forma hemos sido malos. Esto no es aceptable. Una banda terrorista ha matado gente durante 40 años, eso es lo que ha pasado. Y el dolor de los terroristas es sobre todo autoinfligido. En el caso de los presos ha sido buscado por ellos, que son los que han matado. El Estado les ha castigado por cometer un delito, simplemente. Si quieren pedir perdón, tienen que pedir perdón a todas las víctimas por igual y sin justificarse.

P. ¿Qué opina sobre la reflexión que hacen sobre la violencia?

R. En este punto siguen las contradicciones. Por un lado reconocen la responsabilidad directa de ETA en el dolor causado, pero luego añaden que “nada de todo ello debió producirse jamás o no debió prolongarse tanto en el tiempo”. Esto último le quita valor a todo lo anterior. Si dices que no debió prolongarse la violencia, de alguna forma estás justificando que en un primer momento fue necesaria. Hay varios puntos así en el comunicado, momentos en los que dan un paso adelante y otro atrás. También justifican su historial cuando mencionan Gernika. Además, critican la batalla del relato pero en realidad están defendiendo su propio relato, ese en el que ellos se han visto abocados a matar porque no había más remedio. Siempre quieren acabar con la dichosa idea del empate.

P. A usted un miembro de ETA le ha pedido perdón cara a cara. ¿Qué valor le da frente a este comunicado?

R. La diferencia es abismal. Cuando alguien acepta a hablar contigo cara a cara, en ese momento hay solo dos personas encontrándose, no es un discurso político preparado, es algo humano. La persona con la que yo me encontré había hecho un recorrido ético íntimo que me pareció sincero. Se enfrentó a ver el dolor que había causado de cerca, mirándome a los ojos, algo que no ocurre con este comunicado. De mi encuentro salí reconfortado. Tras leer este comunicado no siento nada. ETA dice esto ahora porque toca, porque es lo que tienen que decir en este momento, y ya está.

P. ¿Anima a los terroristas a pedir perdón personalmente?

R. Cuando la víctima esté dispuesta, que no todas lo quieren, claro. Les animo a pedir perdón cara a cara, les animo a mirarse dentro, a analizar su conciencia. Si quieren respetar a las víctimas, que se lo expresen en directo, desde un punto de vista humano, no de forma política a través de un papel. Esto ayudaría mucho a la convivencia.

P. ¿Ve algo positivo en el comunicado?

R. Bueno, evidentemente es incomparable con el resto de los comunicados que hemos leído de ETA a lo largo de su larga historia. Es un avance, sí. De eso no hay duda. Dicen cosas que no habían dicho jamás. Es lo más legible de lo que han escrito. Y me parece bien. Es mejor que seguir con su discurso habitual, claro. Pero tampoco les voy a dar las gracias. Si quieren empezar por el camino de la autocrítica, de la convivencia, de ayudar a cerrar heridas, muy bien. Pero este es un paso pequeño, tampoco lo magnifiquemos. Aún pueden hacer mucho más, como colaborar con la justicia.

P. El caso de su padre, por ejemplo, es uno de los más de 300 crímenes sin resolver de la banda terrorista.

R. Solo ellos pueden ayudar en este tema. ¿Van a hacerlo, van a colaborar? La única posibilidad de saber qué pasó en estos casos está en sus manos.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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