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Los mediadores en la guerra de la derecha

Maillo y Villegas representan el único puente tendido que queda entre dos partidos que mezclan pactos puntuales con una rivalidad electoral que se refleja en el ‘caso Cifuentes’

Juan José Mateo
Fernando Martínez Maillo y José Manuel Villegas, en el Congreso.
Fernando Martínez Maillo y José Manuel Villegas, en el Congreso.

Una llamada lo resume todo. Suena el teléfono de José Manuel Villegas, el número dosde Ciudadanos. Le llama Fernando Martínez-Maillo, el coordinador del PP. Y tiene algo importante que decirle: Mariano Rajoy ha decidido que Ángel Garrido sustituya a la dimitida Cristina Cifuentes como presidente de Madrid, para lo que necesita el apoyo de los diputados de Albert Rivera. Esa conversación refleja el único puente que sigue tendido entre el PP y Ciudadanos. Tras el choque frontal provocado por el control de las cuentas de la Generalitat o la negociación presupuestaria con el PNV, solo Maillo y Villegas mantienen la comunicación entre dos partidos que son socios puntuales y encarnizados rivales electorales.

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“Es una relación que intenta aislarse de la batalla política del día a día”, define Villegas. “Somos rivales, pero intentamos que las formas se mantengan siempre correctas con independencia de la intensidad de la disputa”, continúa.

“Haber tenido que hablar durante mucho tiempo y de temas muy complejos ha generado un clima de mutua confianza, de cierta sinceridad en los planteamientos, cada uno defendiendo como es lógico lo suyo”, coincide Martínez-Maillo. “Eso da sus frutos”, sigue. “Tenemos un perfil parecido. Huimos del protagonismo. Tratamos de encontrar puntos en común”, argumenta. Y remata: “Esa es la clave, como lo es el respeto a la opinión del otro, el no engañarse nunca y el saber que en la negociación no hay ni vencedores ni vencidos”.

Intentamos aislarnos de la batalla política, dice Villegas

Martínez-Maillo y Villegas tienen la misión de preparar el terreno para que los líderes de sus partidos tomen las decisiones ejecutivas. Ambos tuvieron un papel clave en la negociación del pacto de investidura nacional que une desde 2016 a sus dos formaciones.

También, en que los teléfonos siguieran sonando para hablar de los Presupuestos de 2018 pese a los duros reproches mutuos que se dirigían los representantes de los dos partidos al mismo tiempo. Y sin ellos no habría sido posible que Rajoy y Rivera mantuvieran una comunicación correcta pese a ser como el agua y el aceite, según reconocen sus allegados.

El caso Cifuentes ha obligado a los dos políticos a emplearse a fondo. Que Rivera estuviera dispuesto a apoyar la moción de censura que unió al PSOE y a Podemos si Cifuentes no dimitía como presidenta de Madrid activó de inmediato la intervención de Martínez-Maillo, que se puso en contacto con Villegas para actuar como un cortafuegos de la mala relación de los dos partidos a nivel regional.

La clave es que no nos engañamos nunca, asegura Martínez Maillo

“Precisamente por eso el control se asumió directamente por la dirección nacional”, explicó una fuente conocedora de la estrategia del PP. “Las relaciones son mucho más buenas entre Maillo y Villegas que entre Cifuentes e Ignacio Aguado [el lider madrileño de Ciudadanos]”.

“Entre deudores y acreedores tiene que haber relación, claro”, opinó una fuente de la dirección de Rivera. “Ellos nos deben el cumplimiento de las condiciones que le pusimos a la investidura de Rajoy”.

No es la primera vez que Martínez-Maillo y Villegas se tienen que enfrentar a una situación que pone en peligro el inestable equilibrio sobre el que descansa la relación entre sus partidos. Los dos suelen dirimir los conflictos con reuniones en el Congreso, a través de llamadas y mensajes de teléfono, o con largas comidas en restaurantes cercanos a la Cámara baja, como el Paradís.

“Lo que define a Villegas es la serenidad y la tranquilidad”, dice Martínez-Maillo. “En una negociación eso tiene un gran valor”. “Él es un tipo sincero, y en política eso es mucho decir”, apunta Villegas. “Eso facilita la relación”.

Radio de acción

En el día a día del Congreso, el PP y Ciudadanos mantienen contactos a través de sus portavoces parlamentarios, Rafael Hernando y Juan Carlos Girauta. También hay conversaciones entre los ministros y los especialistas de Ciudadanos. O entre los representantes regionales y locales.

Sin embargo, el radio de acción de Martínez-Maillo y Villegas es mucho más amplio, puesto que ambos están en el corazón de la maquinaria de sus partidos, y por eso les afectan todos los problemas, independientemente de que sean de ámbito local, regional o nacional.

De ellos ha dependido que Rajoy y Rivera pudieran resolver el caso Cifuentes. Y alguna cosa más. Por ejemplo, que los teléfonos de ambos partidos sigan sonando para solventar cualquier problema que pueda surgir por las negociaciones del PP para lograr el apoyo de los nacionalistas a los Presupuestos.

Una cena suspendida por la rivalidad

Ocurre el pasado invierno. En La Moncloa comienzan los preparativos para reunir en una cena a Mariano Rajoy, Albert Rivera y los equipos negociadores del pacto de investidura de 2016. Los protagonistas recuerdan aún la primera velada celebratoria de aquel acuerdo, cuando se ríen al ver que hay comensales del PP con bebidas naranjas e invitados de Ciudadanos con bebidas azules. Sin embargo, la cita al final no se repite. Los reproches entre los portavoces de las dos formaciones son ya constantes. Y el equipo de Rivera considera que no es el momento adecuado.

Desde entonces, la relación solo ha empeorado. El PP ha tenido que cambiar a tres presidentes autonómicos —Pedro Sanz, Pedro Antonio Sánchez y Cristina Cifuentes—por las presiones de Ciudadanos. El partido de Rivera, al mismo tiempo, cree que el de Rajoy "arrastra los pies" para cumplir las partes de su acuerdo que tienen que ver con la regeneración institucional y la lucha contra la corrupción.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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