De Berres a Londres: el cascanueces de la única tornera de Galicia llega a la tienda de la Tate Modern
Isabel Neira está al frente del taller Atalanta Madera ubicado en una localidad pontevedresa de menos de 500 habitantes. “La dificultad de mi profesión no está en la ejecución, sino en vivir de ella”, asegura
Un cilindro de madera de fresno de unos 12 centímetros con un tornillo en la parte superior para romper cáscaras es la versión moderna del tradicional cascanueces diseñado por Isabel Neira Neira, la única mujer que se dedica profesionalmente a la tornería en Galicia, según datos ofrecidos por la Fundación Pública Artesanía de Galicia. El objeto ha sido el foco de atención de varios medios locales desde hace unos días cuando se supo que saltó de Berres, una localidad gallega de menos de 500 habitantes, y recaló en el Tate Edit, la tienda de decoración para el hogar de la galería de arte moderno y contemporáneo Tate Modern, en Londres. Neira es la artesana que se encuentra al mando del taller Atalanta Madera, que ha diseñado este utensilio que ha aterrizado a un costado del río Támesis.
"Tengo dos manos y cinco dedos como los hombres, y si lo pueden hacer ellos, yo también", asegura categórica Neira, la primera mujer al mando del taller familiar
Antes de ocupar un espacio en la estantería de este local de arte y diseño, los cascanueces diseñados por la artesana de 42 años han tenido un largo recorrido. Los objetos llegaron primero a la feria de tendencias London Design Festival, en la que Atalanta Madera participa desde hace cinco años; y de allí lograron hacerse un hueco en la tienda londinense de artesanía Momosam Shop, hace ya dos años. Sin embargo, fue recientemente cuando el personal de la Tate Edit se acercó a este establecimiento e hizo una selección de piezas para vender en su local, entre las que se encontraban los cascanueces ideados por Neira.
Las artesanías de Neira, la séptima generación de una familia de torneros, conjugan tradición e innovación. Los clásicos platos de pulpo los ha transformado en unos más coloridos: algunos teñidos de azul turquesa, otros de azul eléctrico, rosa, fucsia, rojos...
Gracias a su creatividad y a su tenacidad, la artesana ha logrado abrirse un espacio en un universo dominado por hombres. “Tengo dos manos, tengo cinco dedos como todos, y si lo puede hacer un hombre yo también”, asegura categórica Neira, la primera mujer al mando del taller familiar.
Ver a una mujer al mando de una tornería le resultaba extraño a la gente. “Al principio les chocaba que una mujer tan menudita como yo pudiera hacerlo”. Pero poco a poco demostró que era tan buena como sus predecesores y se fue ganando su confianza.
Neira creció a pocos metros de distancia de los tornos, las piezas de madera y las gubias del taller. Aunque de niña se acercaba a este espacio familiar, nunca se había puesto delante de un torno. Con el paso de los años decidió estudiar química, una carrera que no tenía nada que ver con la tradición familiar. Pero un día, con 24 años, le pidió a José Neira, su padre, que le enseñara el oficio y aprendió a trabajar la madera. Cuando este falleció hace 12 años, ella se convirtió en la cabeza de Atalanta Madera.
Desde entonces se dedica a la fabricación de piezas de mobiliario para el hogar y de lámparas de madera. El castaño, el haya y el fresno son los principales árboles de los que extrae la materia prima con la que fabrica los productos que luego vende a tiendas de decoración dentro y fuera de Galicia. Casa Solla, el restaurante con una estrella Michelín del chef Pepe Solla, es uno de sus clientes.
La tornería es un oficio arriesgado. “No es como coser, como hacer un cesto. Es un oficio peligroso”, precisa la mujer. No se necesita la fuerza de otras profesiones pero sí mucha maña, atención y precaución, según la propia tornera. Se trata también de un oficio que poco a poco ha ido desapareciendo, actualmente existen solo siete empresas en la comunidad que se dedican a esto.
La falta de un público que demande este tipo de mercancías hechas manualmente hace además de la tornería un oficio del que apenas se puede vivir. “La dificultad de mi profesión no está en la ejecución, sino en vivir de ella”, asegura Neira.
Pero, las dificultades de su trabajo no logran ensombrecer el orgullo y la alegría de que su trabajo sea reconocido del otro lado del Canal de la Mancha.
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