El crematorio de Sóller, colapsado por las listas de espera de incineraciones
Los problemas informáticos de la instalación han llevado a limitar los servicios a los nacidos en el municipio mallorquín, que representan sólo el 30% del total
Desde hace varias semanas las incineraciones de difuntos en el crematorio municipal de Sóller se circunscriben a las de los fallecidos originarios de este pequeño municipio enclavado en un valle al noroeste de la isla de Mallorca. Los reiterados problemas que ha sufrido el sistema informático del horno crematorio de la funeraria municipal han llevado al Ayuntamiento a restringir de forma drástica las incineraciones. En los últimos tres meses se han limitado a cadáveres de difuntos originarios del municipio, rechazando las cremaciones de los fallecidos procedentes de otras localidades limítrofes.
El crematorio de Sóller es el único de la zona norte de la isla y se suma a los tres que funcionan en Palma y a los dos de Inca y Manacor. El incremento de la demanda de las incineraciones como rito escogido por las familias para despedir a sus difuntos ha provocado listas de espera en los principales tanatorios de la capital mallorquina que muchos han querido sortear llevando a cabo la incineración en Sóller, una práctica que también permite evitar gastos añadidos por el mantenimiento de los cuerpos de forma adecuada hasta que se lleve a cabo la cremación.
“A veces hay mucha demanda y con los problemas que hemos tenido en el sistema no es posible llevar a cabo todas las incineraciones” admite el concejal de Medio Ambiente de Sóller, Pep Lluís Puig, quien confirma que prácticamente el 70% de las cremaciones practicadas por el tanatorio municipal son de difuntos procedentes de otras localidades. El año pasado superaron el centenar de incineraciones y sólo algo más de una veintena eran de difuntos del pueblo, de unos 14.000 habitantes.
El edil de Medio Ambiente explica que los problemas son reiterados desde hace unos tres meses y comenzaron con fallos en la configuración del sistema informático que los operarios utilizan para manejar el horno crematorio y controlar las incineraciones. Al no responder adecuadamente el proceso se ha tenido que ejecutar de forma manual, lo que a su vez ralentiza el trabajo de los empleados del tanatorio y ha llevado a una reducción importante del número de incineraciones. El Consistorio ordenó hace unas semanas a la funeraria limitarlas básicamente a los fallecidos del pueblo. “Ahora mismo no se pueden hacer todas las cremaciones que se debería” dice Puig, que tampoco es optimista sobre una solución a corto plazo. Por lo menos hasta el mes de marzo no se habrán solventado las dificultades en el sistema que controla el horno para poder admitir los cuerpos procedentes de otras localidades. Mientras tanto, las familias de los difuntos tendrán que elegir entre los otros cinco crematorios para dar el último adiós a sus allegados.
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