Los constitucionalistas pierden cualquier opción de gobernar en Cataluña
El PP tratará de evitar que su rotunda derrota tenga consecuencias en el Gobierno nacional
Los constitucionalistas se han quedado sin la menor opción de gobernar en Cataluña tras el resultado de este jueves, lo que limita sus opciones de intervenir en la solución que abra una nueva etapa en la comunidad autónoma. El éxito arrollador de Ciudadanos, que gana con claridad las elecciones, quedará previsiblemente sin un resultado práctico ante el desastre del PP y el mal resultado del PSC, muy lejos de las expectativas propias y ajenas. El PP tratará de evitar que su rotunda derrota tenga consecuencias en el Gobierno nacional.
Ciudadanos, un partido que nació hace 11 años en Cataluña para hacer frente al nacionalismo, ha ganado las elecciones en esa comunidad autónoma, pero sin opciones reales de que su candidata, Inés Arrimadas, pueda ser elegida presidenta de la Generalitat. Sus compañeros de viaje, el PSC y el PP, no tienen fuerza para hacer posible la investidura de Arrimadas ni se vislumbran aliados que contribuyan a ese nombramiento.
Los partidos que se unieron con el apoyo al artículo 155 de la Constitución para que pudiera reponerse la legalidad y se celebraran elecciones lo antes posible han sufrido una severa derrota. En el caso del PP, su resultado ha sido una auténtica debacle y en el del PSC, todas las expectativas, propias y ajenas, han quedado derrotadas por una realidad nada favorable para el PSC y el PSOE.
Seguimientos en Madrid y en Barcelona
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acudió a las ocho y media de la noche a la sede de su partido para seguir el escrutinio. No fue una noche alegre en el PP. Con él estuvieron la secretaria general, María Dolores de Cospedal; el coordinador, Fernando Martínez Maillo, y los vicesecretarios Javier Maroto y Pablo Casado, que fue quien compareció a medianoche. También la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el del Senado, Pío García Escudero.
En la sede de Madrid del PSOE cundió la decepciónpor lo inesperado del mal resultado. Allí estuvo Pedro Sánchez con la mayoría de los miembros de su ejecutiva. Albert Rivera y su equipo esperaron los resultados en Barcelona. Allí donde nacieron.
Entre las elecciones del 2015 y las del jueves, el PP ha perdido siete escaños. Todos sus apoyos han ido a Ciudadanos que asiste a una victoria rotunda al tempo que el soberanismo suma los apoyos suficientes para tratar de formar un gobierno, con muchas dificultades pero con una mayoría suficiente para investir a un presidente independentista, en tanto que los diputados del PP, sin capacidad de tener grupo propio, compartirán el grupo mixto con los parlamentarios de la CUP, asimilados en apoyo popular con cuatro escaños cada uno. Los constitucionalistas tienen más votos que los independentistas pero esa no es la traducción legal de la representción.
A Ciudadanos le cabe la responsabilidad de ser el primer partido del Parlamento de Cataluña y se verá su capacidad de maniobra aunque también pueden esperarse cambios en su forma de hacer política en el Congreso, habida cuenta que es el soporte esencial del gobierno de Mariano Rajoy. Esos posibles cambios preocupan sobremanera al PP. Ciudadanos saltó a la política nacional con el áfan de hacerse con el electorado de centro y desde anoche está en condiciones de exhibir su fuerza ante su principal rival, el PP. La disputa por la hegemonía del centroderecha ha comenzado. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy tendrá ahora que demostrar que puede seguir adelante con la accion de gobierno cuando toda su dedicación desde que empezó su legislatura ha estado centrada en Cataluña y su partido ha quedado en una posición marginal.
La voluntad de Rajoy es reanudar de inmediato las conversaciones para aprobar los Presupuestos con el PNV, cuyo apoyo está en suspenso por la aplicación del 155.
Las preocupaciones del PSOE son de otro tenor pero igualmente profundas después del varapalo de ayer. Fallaron ampliamente las expectativas del PSOE, que afrontaba estas elecciones desde una relativa tranquilidad en la confianza de que el PSC iba a crecer seguro por primera vez en 18 años.
Así sucedió, pero de una manera tan exigua que se quedan en su segundo peor resultado histórico, tras el de 2015, por debajo del 14% de los votos. Los socialistas no logran superar la frontera psicológica de 20 escaños que se había situado y ven cómo Ciudadanos les más que dobla en diputados y casi en votos y se hace con el liderazgo rotundo del bloque constitucionalista. La mínima subida del PSC no permite hablar de recuperación de los socialistas catalanes, como confiaba la cúpula del PSOE, con los efectos que eso implica para sus expectativas electorales nacionales. También Ciudadanos se ha llevado potencial voto socialista. Pero lo peor para el PP y el PSOE es no haber conseguido su objetivo de que los independentistas perdieran la mayoría absoluta.
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