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Txiberta: La prueba de fuego del nacionalismo vasco

El exdirigente del PNV, Joseba Azkarraga, recuerda las conversaciones para decidir si participar o no en las primeras elecciones democráticas

Luis R. Aizpeolea
Joseba Azkarraga junto a la viuda de un asesinado por ETA Rosa Rodero (centro) y Carmen Galdeano, familia de una víctima del GAL.
Joseba Azkarraga junto a la viuda de un asesinado por ETA Rosa Rodero (centro) y Carmen Galdeano, familia de una víctima del GAL. fernando domingo aldama

El desafío secesionista catalán ha tenido en vilo a la sociedad catalana y española. Pero no es la única prueba difícil que ha atravesado desde la muerte de Franco. Hace 40 años, en 1977, todas las fuerzas nacionalistas vascas, incluidas las dos ramas de ETA, se reunieron para decidir si participaban o no en las primeras elecciones democráticas, celebradas en junio de ese año. Fue la primera gran decisión del nacionalismo vasco tras la muerte del dictador, con decenas de presos en la cárcel y algunos partidos en la ilegalidad.

Las conversaciones, desconocidas fuera de Euskadi, se celebraron en el Hotel Txiberta, en la localidad vasco-francesa de Anglet. Entre el 23 de abril y el 21 de mayo de 1977, y en cinco sesiones, se jugó el futuro de Euskadi. Si el bloque nacionalista hubiera optado por la ruptura y la no participación, la legitimidad de las primeras elecciones libres hubiera quedado en entredicho en Euskadi. Pero la mayoría de las fuerzas nacionalistas decidieron participar. Solo ETA militar y sus grupos políticos afines optaron por el boicot. La división del nacionalismo vasco, entre reformismo y rupturismo, expresada en Txiberta, marcó una pauta que no ha hecho más que agrandarse en 40 años.

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Joseba Azkarraga, entonces dirigente del PNV, es uno de los escasos supervivientes de las conversaciones de Txiberta: “Nos convocó Telesforo Monzón —consejero del Gobierno vasco de 1936 y con mucho predicamento en el abertzalismo— a todos los partidos nacionalistas para sondear una posición común ante las elecciones, anunciadas para el 15 de junio. La primera sesión la celebramos el 23 de abril. El 9 de abril el presidente Suárez había legalizado al PC y también entonces había aprobado un decreto de indulto parcial para presos, algunos de ETA. Había mucha tensión en los cuarteles. También, las Gestoras Proamnistía en Euskadi estaban insatisfechas porque muchos presos seguían encarcelados. En ese clima de tensión y confusión se nos convocó”.

A la convocatoria acudieron el PNV, ESB (Eusko Socialistek Biltzarreak), ANV (Acción Nacionalista Vasca), Partido Carlista, ESEI, KAS, ETA político-militar y ETA militar. En esta delegación figuraron dirigentes etarras como Txomin Iturbe, José Miguel Beñaran Argala, Dolores González Yoyes y entre los políticos Santiago Brouard, Mariano Zufia o Iñaki Aldekoa. También había representantes del movimiento de alcaldes, muy populares entonces, como José Luis Elkoro (Bergara) y José Antonio Altuna (Arrasate). Las sesiones se celebraron, en la lavandería del Hotel Txiberta de Anglet los días 23, 30 de abril, 7, 14 y 21 de mayo.

Azkarraga considera que lo que allí se dirimió fue “la presión de ETA militar” para que los nacionalistas no se presentaran a las elecciones sin que previamente se hubiera producido la amnistía. Pero la posición del PNV estaba decidida de antemano: participar. “Los veteranos del PNV no querían repetir lo sucedido en la Segunda República, que al no suscribir su partido el Pacto de San Sebastián, la alternativa de los republicanos al régimen monárquico, se retrasó el Estatuto de autonomía para Euskadi. Además, el PNV tenía garantías del presidente Suárez, con el que mantenía contacto directo a través del veterano nacionalista Julio Jáuregui, de que habría amnistía y se confiaba en su palabra”.

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Azkarraga reconoce que en la segunda reunión ya se comprobó que no habría acuerdo. Las posiciones del PNV y de ETA eran antagónicas mientras el resto de los partidos mantenían líneas intermedias. Para salir del bloqueo acordaron crear una delegación para que el presidente Suárez explicara su posición. La comisión la integraron Santiago Brouard (EHAS), Iñaki Aldekoa (ESB), Valentín Solagaistua (ANV), Iñaki Pujana (PNV) y José Luis Elkoro, por los alcaldes, y celebraron la reunión con el presidente Suárez el 10 de mayo en la Moncloa.

Un gesto con los presos

Según cuenta Azkarraga, “la delegación vasca transmitió a Suárez que si los presos no salían de la cárcel para las elecciones, los partidos reclamarían la abstención activa, ETA militar iniciaría una ofensiva y los alcaldes dimitirían”. “Suárez respondió que se encontraba muy presionado por los militares, pero que tendría un gesto con los presos, aunque la amnistía no podría declararse hasta pasadas las elecciones”.

La reunión celebrada en Txiberta cuatro días después, el 14 de mayo, no alteró las posiciones. ETA militar siguió empeñada en boicotear las elecciones por “falta de garantías” de Suárez; el PNV en participar y los demás grupos se situaron en posiciones intermedias. “En esa reunión y en las anteriores faltó sinceridad a todos. El PNV no dijo que tenía garantías directas de Suárez de que los presos saldrían de la cárcel. Pero los demás grupos, incluida ETA militar, deberían saberlo porque el alcalde Elkoro también era interlocutor de Suárez y estaba bien informado. No obstante, si la ley de amnistía hubiera sido aprobada en junio, ETA militar lo hubiera tenido más difícil para abstenerse porque allí no se cuestionó si las elecciones eran democráticas o no. Sólo se cuestionó si los presos salían de la cárcel o no. En nuestro caso contó que nos fiábamos de la palabra de Suárez”. A la última reunión, la del 21 de mayo, ya no acudió el PNV.

Finalmente, las elecciones de junio se celebraron con los presos en la calle. Suárez buscó soluciones imaginativas como el “extrañamiento” a Bruselas y países nórdicos de presos de ETA condenados a penas muy altas por atentados muy graves. “Suárez cumplió su palabra. Los presos salieron y cuatro meses después, en octubre, las Cortes aprobaron la Ley de Amnistía”.

La mayoría de los partidos abertzales participaron en las elecciones. Únicamente las boicotearon ETA militar y sus partidos afines EHAS y LAIA. ETA militar puso en marcha una campaña terrorista de la que su primera víctima fue el empresario Javier de Ibarra, asesinado el 22 de junio. Dos años después, en 1979, los grupos afines a ETA militar también se presentaron a las elecciones generales y municipales como Herri Batasuna. Pero ETA militar siguió atacando la reforma con el terrorismo durante más de tres décadas, debilitándose progresivamente.

Azkarraga concluye: “La no participación en las elecciones, la ruptura, en un clima en que el Ejército era incontrolable, podía haber supuesto un paso hacia la nada o, incluso, al pasado. Creo que acertamos. Había garantías de que, con dificultades, se podían hacer más cosas como se fue viendo. Suárez cumplió su palabra”.

Un comunicado de otros tiempos

La ruptura de las conversaciones de Txiberta impidió que los partidos nacionalistas acordaran unánimemente un Estatuto de autonomía como pretendía el PNV, recuerda Joseba Azkarraga. Por el contrario, el PNV realizó un pacto transversal con ESEI y el PSE-PSOE para concurrir al Senado como Frente Autonómico. Fue una primera pauta de lo que años después serían los gobiernos transversales en Euskadi. Lo que, sin embargo, es un resto del pasado y, como recuerda Azkarraga, “hoy sería más que impensable, escandaloso”, es un comunicado como el que se emitió tras la tercera reunión de Txiberta. El comunicado se iniciaba así: “Reunidos todos los partidos políticos abertzales y representantes del grupo de alcaldes y de los grupos armados, consideramos...”.

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