José María Castán Vázquez, jurista
Fiscal y miembro del cuerpo de letrados de Justicia, enseñó Derecho Civil en las universidades de Comillas y San Pablo-CEU
José María Castán Vázquez, jurista a la altura de su apellido, falleció en Madrid el 7 de agosto a los 94 años. Era hijo único de José Castán Tobeñas (1889-1969), autor de El Castán, libro de texto por excelencia del Derecho Civil español, notable por la claridad de su método y estilo, que estudiaron durante muchos años los estudiantes y opositores de Derecho; considerado por muchos el jurista más importante de su tiempo y quien , presidió el Tribunal Supremo durante 23 años consecutivos.
Terminados sus estudios de Derecho con el premio extraordinario en el doctorado, Castán hijo ingresó en la carrera fiscal con el número uno de su promoción y luego en el cuerpo de letrados del Ministerio de Justicia, que más tarde se fusionaría con el de abogados del Estado. Enseñó Derecho Civil en las universidades de Comillas y de San Pablo-CEU, que le concedió la medalla al mérito por su relevante docencia.
Ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación en 1984 como académico de número. Versó su discurso sobre la influencia de la literatura jurídica española en la codificación americana y le contestó Antonio Hernández-Gil. Es de señalar que ganó la vacante en competencia con el poderoso Laureano López-Rodó.
Memoria queda de sus aportaciones al incesante trabajo, como de noria, de dicha academia en las que solía analizar fenómenos jurídicos consagrados en obras literarias famosas, lo que enriquecía el valor técnico de su investigación o glosa, a la vez que daba rienda suelta a su vocación de escritor y humanista. Tales, entre muchas, ponencias como El derecho matrimonial en los entremeses de Cervantes, La quiebra a través de la novela, El testamento en dos pasajes del Quijote o Las leyes y su reforma según Erasmo y Luis Vives.
Llevó una vida tranquila y laboriosa. Se cuentan por docenas sus publicaciones jurídicas, algunas piezas literarias en las que se advierte la supervisión del poeta. Pocos saben que lo era. En 1972, impartió en Chile un curso de derecho sucesorio en la Universidad de Concepción y volvió con una colección de poemas que su amigo Rafael Reus le publicó con el título 7 poemas para Chile. Me consta que otros poemas suyos están en manos amigas. Yo guardo con placer el que a mí me dedicó.
No es fácil encontrar a una persona tan sencilla dueña de tanto valer. Era la antítesis del pedante y un archivo de amabilidades. Sus dotes cordiales y de carácter hacían que todo el mundo le quisiera: compañeros, discípulos, amigos y gente que le trataba.
Fue hombre de profunda fe religiosa y un excelente conversador, culto, informado y que sabía escuchar.
Pedro Crespo de Lara es miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Lagislación.
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