El PP de Aznar y Bárcenas, en la consulta del dentista
Los lugartenientes más cercanos al expresidente se reencuentran para declarar en la Audiencia frente al extesorero y apenas intercambian mensajes sobre su salud
"Sí, nos vimos, estuvimos en una sala juntos antes de declarar en la Audiencia Nacional unos veinte minutos, y apenas hablamos de nada, nos preguntamos por la salud, bromeamos sobre cómo nos veíamos tras tanto tiempo, y se hizo un silencio incómodo, más propio de la consulta de un dentista". La descripción la proporciona con otro tipo de dolor de muelas uno de los exvicesecretarios generales del PP en la época de José María Aznar que pasó el martes por el trance de testificar ante el tribunal que juzga a los 37 encausados por la trama Gürtel en su primera etapa, de 1999 a 2005.
Cuatro de los cinco citados esa jornada (Rodrigo Rato, Javier Arenas, Jaime Mayor Oreja y Ángel Acebes) lo mandaron todo en el PP de Aznar, fueron sus lugartenientes en el Gobierno y el partido y jugaron a la sucesión del líder sin suerte. El día antes había acudido a esa sede y por idéntico motivo el entonces todopoderoso ex secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos. Algunos de esos excompañeros llevaban cinco y hasta 10 años sin hablarse, cruzándose en todo caso y de paso durante unos días de vacaciones en Marbella. Saludándose ya de compromiso, como hicieron el martes cuando fueron llegando por goteo a la antesala en la que fueron convocados obligatoriamente en la sede de la Audiencia en San Fernando de Henares.
Entre 1996 y 2004, cuando Aznar gobernaba en La Moncloa y la trama Gürtel de Francisco Correa campaba en el PP, se decían amigos, quedaban a cenar o comer por grupos de poder y preferencia y ocuparon vicepresidencias y los ministerios de Estado.
El martes, antes de testificar, apenas se intercambiaron frases de protocolo: "¿Cómo vas de lo tuyo?" y hasta alguna broma malévola: "Te veo mayor". Rato (68 años), Mayor (65), Arenas (59) y Acebes (58) constataron que ya peinan muchas canas. Y también que ya no ostentan aquel poder tremendo, cuando nadie en el partido les rechistaba y solo Aznar se permitía jugar con sus posibilidades de futuro en el mítico cuaderno azul en el que hacía puzles con sus nombramientos. No quedaron antes, ni hablaron por teléfono. Acudieron sin defensa.
Los afectados y la dirección actual del PP niegan cualquier posibilidad de pacto de silencio, acuerdo entre ellos y menos aún con Bárcenas, que les veía desde la primera fila. En el entorno de la actual secretaria general, Dolores de Cospedal, que tantos enfrentamientos públicos y privados ha mantenido con Bárcenas, se le sigue tachando de "sinvergüenza, con el que no se puede pactar nada, que solo mira por su defensa y que difícilmente puede hacer ya más daño". Y añaden: "Este lunes se acogerá a su derecho a no declarar en el Congreso pero su problema es que según avanzan los juicios se enfrenta a sus propias declaraciones y mentiras".
Ahora ya solo Arenas mantiene algo de ascendente, más simbólico que ejecutivo, en el PP de Mariano Rajoy y sobre todo entre los renovados dirigentes que le ven como un referente de una formación que este año cumple 40 años de historia y quiere celebrar de alguna manera su continuidad. De aquel selecto club popular solo faltó el martes Rajoy, que irá a declarar como testigo en esa misma causa el 26 de julio. Será la primera vez que un presidente en ejercicio acuda, incluso físicamente, a declarar a un juicio, en este caso para averiguar si su partido montó durante años un sistema de pagos en sobres y en b para primarles con sobresueldos.
Por el común denominador de las respuestas de Cascos, Rato, Mayor, Arenas y Acebes es fácil prededir qué dirá Rajoy. Todos respondieron lo mismo: los estatutos del PP daban libertad al tesorero para manejar los asuntos económicos y ellos nunca, nunca, reclamaron o recibieron pagos extra ni favorecieron contactos desde sus Ministerios con empresas privadas a cambio de donaciones ilegales. Todos corroboraron que en aquellos tiempos el que gobernaba la tesorería del PP era "don Álvaro" Lapuerta, intocable y heredado por Aznar de Manuel Fraga, y que Bárcenas era su gerente, un empleado con el que aceptaron algún grado de amistad por contacto habitual en el partido.
Ninguno de los exvicesecretarios (dos de ellos ex secretarios generales) preguntó a los demás, antes de testificar, cuál era su estrategia judicial. Los que aún mantienen alguna relación con el PP, al menos de militancia, sí hablaron con el abogado del partido, Alberto Durán, para situarse y el letrado les recomendó que repitiesen ante ese tribunal lo que ya habían testificado en 2013 y 2014 en la fase de instrucción ante el juez Pablo Ruz: que no sabían nada de la contabilidad b del PP. Dicen que Bárcenas se fue contento.
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