Amargura, reconocimiento, orgullo
El Poder Judicial rinde homenaje a los servidores de la Justicia asesinados por el terrorismo
El 10 de febrero de 1997 –han pasado 20 años- el etarra Jon Bienzobas Arretxe Karaka asesinaba de un tiro en la cabeza al magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo Rafael Martínez Emperador cuando esperaba a que le abrieran la puerta de su casa, en la calle Menorca de Madrid. El magistrado, de 68 años, iba a subir a su domicilio a recoger unos papeles para una conferencia que iba a pronunciar esa misma tarde en Barcelona. El terrorista que le disparó era el mismo que un año antes había acribillado al expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente, en su despacho de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. Ayer, ambos juristas, y otros 14 servidores de la justicia que fueron víctimas del terrorismo entre 1978 y 2011 recibieron un homenaje del Poder Judicial en el Tribunal Supremo.
El acto, tan austero y sobrio como emotivo, consistió en una proyección de fotografías familiares de las victimas mientras sonaba la música de Tchaikovski, Chopin y Bach a cargo de la violonchelista Anastasia Laskova en el Salón de Pasos Perdidos del Supremo, testigo de funerales y capillas ardientes de algunos de los homenajeados hoy, como recordó Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo. Previamente, en el vestíbulo del palacio de Justicia se descubrió una placa con una leyenda también sencilla: “En recuerdo y homenaje a todos los servidores de la Justicia víctimas del terrorismo. Siempre estarán presentes en nuestra memoria”.
Mientras a sus espaldas se veían retratos e imágenes de los asesinados en momentos felices de sus vidas –sus bodas, los bautizos de los hijos, los viajes familiares, las fiestas con sus compañeros de promoción, las juras de cargos…-, los oradores agradecían a las familias de las víctimas su “ejemplo de entereza”.
"Hace unos meses, participé en un homenaje al fiscal Luis Portero, y utilicé unas palabras de su hija Aixa, que tenía 24 años cuando ocurrió el atentado. Decía de su padre que fue “un ser con mayúsculas que se hacía escribir con minúsculas”. Me consta que, en ocasiones, las víctimas después del atentado habéis sufrido como una nueva injusticia, el olvido que aparentemente surge a vuestro alrededor", reconoció el ministro de Justicia, Rafael Catalá.
El fiscal general del Estado, José Manuel Maza, ha hablado de la “amargura, el reconocimiento y el orgullo” que han de sentir las víctimas del terrorismo por sus familiares asesinados. “No nos damos cuenta de cómo hemos sabido reaccionar ante el terrorismo sin histerias y con el estado de derecho, y eso está a la altura de muy pocas naciones y sociedades, y ustedes han sido nuestro compromiso y fundamentalmente nuestra fortaleza para los que trabajábamos para que la justicia se cumpliera y triunfara el estado de Derecho”, ha afirmado Maza.
El presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial ha reconocido la “deuda pendiente” de la Justicia con sus servidores abatidos por ETA y los Grapo. “No vamos a olvidar. Desde la serenidad y desde el aplomo, con sosiego y con entereza, pero no vamos a olvidar. Nunca podremos estar a la altura de quienes dieron su vida por su país, ni de quienes sufrieron las heridas de los actos violentos, pero les debemos , precisamente a ellos, seguir defendiendo con firmeza los valores del Estado de Derecho”, ha manifestado Carlos Lesmes.
El presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, ha tenido un recuerdo para las víctimas del atentado de Hipercor, el más sangriento de cuantos perpetro ETA, y de los que hoy se cumplen 30 años. Las victimas representan la encarnación misma de la certeza moral que asiste a la democracia en la lucha contra esta execrable lacra, vuestra presencia es un antídoto contra la radicalización y el adoctrinamiento de que se nutre cualquier actividad terrorista”, ha afirmado González Rivas.
El acto, lo ha cerrado, rompiendo el estricto protocolo judicial, Rafael Martínez Die, hijo del magistrado Martínez Emperador, que ha hablado en nombre de las familias. “Estas vidas anónimas y siempre pacíficas, son las mejores escuelas de amor y de paz, las víctimas nos interpelan al enfrentarnos con verdades elementales, que no deberían ser discutidas, que le derecho a la vida es un bien absoluto e inatacable”.
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