Rajoy asienta su candidatura en el PP con avisos electorales hacia el PSOE y Cataluña
El líder del PP sale ungido del congreso como candidato indiscutido para la presidencia en las futuras elecciones generales
Mariano Rajoy sale ungido del 18º congreso del PP no solo como el líder incuestionable del remozado partido de centro derecha en España, sino como su candidato indiscutido para la presidencia en las futuras elecciones generales. Sean estas en 2020, como debería, o antes, este otoño, si se rechazan los próximos presupuestos. Todos los dirigentes relevantes del PP lo proclamaron ayer en público en el final de un cónclave que sirvió para que el revalidado presidente lanzara mensajes de advertencia electoral hacia el PSOE y sobre Cataluña.
“El congreso está a cara de perro”. Fue la broma recurrente durante este fin de semana en la Caja Mágica de Madrid, donde se celebró el plácido congreso nacional del PP, entre dirigentes, compromisarios y periodistas. Los murmullos y risas se desbordaban cuando la presidenta del cónclave, la madrileña Cristina Cifuentes, proclamó primero que no se había registrado más candidato que Rajoy y que esa lista cumplía los requisitos. Y cuando oficializó que el aspirante había ganado con el 95% de los votos.
Antes del discurso de clausura, los presidentes autonómicos del partido se agolparon ante las cámaras en una competición desbordada por aclarar que la gran diferencia del PP con respecto a otras formaciones es que tienen como líder unificador a Rajoy. Lo rubricó Alberto Núñez Feijóo, Cristina Cifuentes, Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Javier Arenas, Fernando Martínez Maillo, todos los vicesecretarios y de ahí para abajo cualquier mandatario popular preguntado sobre si había Rajoy “para rato”. El resumen de esas intervenciones, ahora, es que Rajoy será candidato hasta que él quiera. En marzo cumplirá 62 años y lleva ya 40 de carrera política.
Algunos de esos responsables fueron protagonistas, hace solo un año, del momento más delicado de Rajoy, cuando surgió la operación Menina (que impulsaba la opción alternativa de Santamaría), cuando Ciudadanos exigía su retirada y a algunos miembros de su equipo les surgieron dudas. Ahora todos destacan cómo Rajoy no solo es el líder político más “estable, solido y fiable” de España, sino de Europa.
El líder popular se siente también más seguro que entonces. Hace cinco años, en el 17º congreso en Sevilla, pidió a su partido y al país fe para encarar la peor crisis económica: “Tuvimos que remangarnos de verdad y tomar medidas extraordinarias, porque España se nos iba sin remedio al precipicio del rescate, y eso era como multiplicar el desastre, imponer un calvario social a todos los españoles, especialmente a los más débiles y dejar en manos ajenas la tutela de nuestras decisiones”. Rajoy mantiene que ahora ya no hace falta ningún tipo de creencia teologal —“porque somos españoles y sabemos cuidarnos solos”—, sino perseverancia, su máxima favorita, y se ofrece para liderarla: “Mi determinación cada vez es más fuerte, mi compromiso es más firme y mi convicción cada día va a más”.
Cuando algunos de los dirigentes populares mejor situados ante le hipotética carrera de la sucesión escucharon esas palabras se sintieron algo aliviados. Aún no están preparados para afrontar ese relevo y ese duelo. Ya con el traje de presidente Rajoy articuló un discurso en clave externa con dos mensajes con destinatarios muy claros.
Rajoy quiere gobernar España a largo plazo, presentar un proyecto de Presupuestos para 2017 a finales de marzo y poder negociarlo con el PSOE. Constata que el plan está revirado. Hacia los socialistas fueron todas esas apelaciones a la corresponsabilidad en el diálogo, que le parece un tema “apasionante e interesante”. El dirigente popular concluyó que el PP sabe gobernar “a las duras y a las maduras”, con mayoría absoluta y sin ella y que lo supo hacer “en la España desolada de 2011, sin dinero” y “en la España erguida que ha entrado con paso firme en 2017”.
Hasta ayer, Rajoy siempre había aceptado, desde que pudo continuar en La Moncloa, que su Ejecutivo tenía ahora más responsabilidad que otros. Ya no es así: “El Gobierno está obligado a dialogar en el mismo grado en que los demás. Ni más, ni menos. Eso es lo que exige el sentido común y el interés general. España es responsabilidad de todos y el diálogo exige interlocutores. Han cambiado las circunstancias y todos debemos conducirnos consecuentemente”.
Un diálogo con cesiones pero no para “vender favores”. Un diálogo “no para deshacer lo ya hecho, no desandar lo ya andado, no hacer la contrarreforma de las reformas que han sido la causa de nuestro éxito”, dijo.
“Fractura de España”
El jefe del Ejecutivo construyó a continuación todo un largo relato sobre Cataluña, sin novedades ni ofertas diferentes a las ya probadas. Disposición a hablar sí, pero con los límites tasados en la ley y la Constitución: “No vamos a tratar ni a comerciar sobre un proceso que pasa por encima de la Constitución, que conduce a la fractura de España y a la liquidación de la soberanía nacional. Nadie nos puede pedir que seamos cómplices de esa arbitrariedad”.
Rajoy siempre dice que la reforma de la Constitución es posible entre todos los españoles, como está previsto, pero no lo recomienda: “Creo que juntos estamos mucho mejor que separados. Juntos somos más y juntos somos mejores”. Enfatizó que nunca va “a admitir la celebración de un referéndum que prohíbe nuestra Constitución, que busca la independencia de Cataluña y la ruptura de España” y alertó de las consecuencias de quedar fuera de la UE: “Un proceso de secesión no es una poda agradable hecha por un amable jardinero, sino que es una amputación terrible y dolorosa que no hay cirujano que salve”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.