Rajoy, la Gürtel y la virgen de la cueva
El presidente del Gobierno ignora que el PP pidió anular el caso y encomienda a la lluvia la solución de la crisis energética
Ni la experiencia ni los antecedentes preservan a Rajoy de incurrir en las marianadas, un neologismo relacionado con sus deslices verbales o con los momentos de incertidumbre que le procuran las preguntas inesperadas. Como ha sucedido esta mañana en Onda Cero.
—Es bueno que haya juicio de la Gürtel —proclama Rajoy.
—Pero si ustedes han pedido la nulidad —objeta Carlos Alsina.
—Ahí me ha sorprendido usted.
Como quiera que este episodio puede contenerse en 140 caracteres, sucede que Rajoy ha convertido su última marianada en trending topic. Y no se trata de frivolizar, sino de todo lo contrario, pues llama la atención que Rajoy se declare partidario de llegar al final del caso Gürtel y, al mismo tiempo, movilice al PP para abortarlo desde el principio, desde su origen mismo.
Fue la defensa de los populares la que reclamo la nulidad. Y lo hizo acogiéndose al mismo criterio de los acusados, es decir, la retirada de las grabaciones que probaban los pormenores de la trama corrupta. Y la prueba de cargo más evidente para empapelar a los artífices del escándalo.
Sobreviene de esta manera la famosa esquizofrenia política de Rajoy. El presidente del Gobierno quiere que se abra camino la verdad judicial. Y el presidente del PP, que es el mismo él mismo, traslada la consigna de la nulidad. De ahí la sorpresa que provoca su propia sorpresa. "No estoy en ese tema", decía Rajoy, para aislarse de la relación orgánica con Bárcenas.
Cuesta trabajo aceptar que un partido cesarista donde todo lo decide Rajoy conciba sin consultarlo la estrategia de defensa de la Gürtel. Y al mismo tiempo, ahí en vivo, la estupefacción de Rajoy se antojaba genuina. Reaccionó hasta con sentido del humor. Y lo hizo engendrando una duda todavía más embarazosa: ¿hay alguien al volante?
Si lo hay, como parece, se deduce de la entrevista que España sería un país maravilloso tal como lo define Rajoy. Donde no hay muros, con excepción de los muros que hay (Ceuta, Melilla). Donde los jóvenes que trabajan estimulan la ilusión de los que no trabajan (42,91%). Y donde Cataluña debe agradecerle al Estado su sensibilidad de primer acreedor.
Esta perspectiva autocomplaciente es la que explica la expectativa providencial con que nuestro presidente observa la crisis energética. Para resolverla, dijo en la entrevista Rajoy, las soluciones las tiene que proporcionar que haya viento y que llueva, que llueva... la virgen de la cueva.
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