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Circuncidar a domicilio por 120 euros

Familiares de menores circuncidados y testigos cuentan cómo operaba el supuesto médico falso de Murcia

Aziza Sehli, testigo de circuncisiones hechas por un supuesto falso médico, en Escalonilla (Toledo). En vídeo, la clínica donde operaba en MurciaVídeo: Samuel Sánchez / EPV
Ana Carbajosa
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Fue aquí, en este salón en penumbra, encima de una mesa camilla cubierta con un hule floreado donde un supuesto médico tumbó a Walid, sacó las tijeras y lo circuncidó a las bravas hace casi tres meses. El pequeño cumplirá pronto un año y corretea ahora sonriente por el salón iluminado por una bombilla desnuda y decorado al estilo marroquí. Su madre, con la cabeza cubierta, sirve té a la menta con pastas. Esta escena podría haber transcurrido en algún país musulmán, pero estamos en Escalonilla, un pueblo de la provincia de Toledo y uno de los lugares en los que R., un presunto falso médico circuncidaba a los pequeños, de acuerdo con el rito musulmán y en condiciones higiénicas lamentables, según la policía.

Aprovechar el viaje a Marruecos

Buena aparte de los musulmanes que viven en España aprovechan para circuncidar a sus hijos cuando viajan a sus países. En Marruecos por ejemplo, por 50 euros lo hacen casi en cualquier sitio, aseguran varias familias consultadas. Mounir Benjelloun, presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), explica que “como musulmanes, tenemos que circuncidarnos” y que los que no pueden hacerlo en sus países de origen, recurren a centros privados en España. La sanidad pública no incluye esta prestación. En el ministerio de Sanidad explican que solo se interviene cuando hay una necesidad clínica y una prescripción médica de fimosis. Benjelloun aclara que en cualquier caso “es un rito distinto a la fimosis por el trozo que cortan y cómo lo cortan”.

Optan por hacerlo en España los padres que una vez que nace el niño, no quieren esperar los meses o incluso años que falten para el viaje, porque cuanto más crece el menor, más dolorosa es la operación. Luego están los musulmanes a los que no les queda más remedio que hacerlo en España, porque no han podido regularizar sus papeles por falta de un trabajo estable y no pueden entrar y salir de España fácilmente.

En la actualidad hay casi dos millones de musulmanes en España. La comunidad judía, que también practica la circuncisión a los varones, es mucho más reducida, con unos 45.000 miembros en España.

“Nos dijo que todo era legal, que tiene una clínica en Murcia y nos fiamos. Nos ha engañado. Todavía tiemblo de pensar que le hubiera podido pasar algo a mi hijo”, constata con incredulidad Abdeslam B., el padre de un niño de dos años, circuncidado el mismo día de octubre pasado en otro salón de otro pueblo de Toledo. B., soldador en paro, pagó 120 euros por la intervención. Explica que en una clínica de Madrid le habría costado casi 300 euros que no tiene.

Más allá del desenlace jurídico de este proceso, que aún investiga la policía, el caso ha sacado a la luz la precariedad y la clandestinidad en las que se practican circuncisiones en el seno de una comunidad musulmana empobrecida, y a la que la salud pública no ofrece alternativas.

Aziza Sehli asegura que fue la persona que llevó al falso médico a Toledo y ahora se siente estafada. Dirige Esperanza en el Futuro, una asociación musulmana con la que trata de ayudar a personas con pocos recursos en la comunidad musulmana. El pasado octubre organizó unas jornadas de intercambio cultural hispano-marroquí con el objetivo de recaudar fondos para financiar la circuncisión de 10 niños de la zona. Le habían hablado de un médico de Murcia que se desplazaba a los domicilios y una vez recaudado el dinero, contactó con R. Días después, el supuesto médico llegó en un Audi blanco y circuncidó a una decena de niños de diversas edades en un par de domicilios, según explica Sehli. Luego celebraron la ocasión con una comida. Días después, volvió a llamarle, esta vez para que circuncidara en Ávila.

“Venía con dos maletines en los que llevaba tijeras y anestesia. Traía también un esterilizador que enchufaba en las casas y donde metía el instrumental después de lavarlo con Fairy. La propia Sehli cuenta que sujetaba a los pequeños mientras R. operaba. “Aquí la gente no tiene coche ni dinero para ir a Madrid a operarse. Cuando escucharon que atendía en las casas y que era más barato, no lo dudaron. Se ha aprovechado de la pobreza de la gente”, piensa Sehli.

A R. se le acusa de intrusismo y delito contra la salud pública, informa su abogado. El acusado, en libertad provisional tras pasar tres días detenido en Murcia, reconoce a este diario que no es médico, pero argumenta que él solo sujetaba los pies de los bebés, a los que un verdadero facultativo segaba el prepucio. Su abogado asegura que las circuncisiones las practicó un urólogo y siempre en una consulta de la capital murciana. La policía sin embargo asegura tener pruebas de que es R., el que ha intervenido a más de una decena de bebés en toda España, tanto en un centro clandestino de Murcia, como en domicilios. Familiares de los menores circuncidados y testigos consultados por este diario corroboran la versión policial.

Recetas falsas

“Tenemos pruebas de que operó en Toledo y en Ávila, pero sabemos que actuó en muchos otros puntos. No utilizaba guantes ni mascarilla. Da miedo ver las imágenes de la cirugía. Hasta 18 personas han reconocido a esta persona [R.] como el falso médico que operó a su hijos, pero creemos que irá saliendo más gente”, indica un portavoz policial de Cartagena, quien informa de que lleven meses investigando este caso. El portavoz añade que el acusado “emitía recetas en las que iba cambiando el número de colegiado”. El detenido tiene antecedentes por estafa y delitos contra la Propiedad Industrial, según la policía. Junto a R., fueron detenidos dos de sus colaboradores. A uno de ellos se le imputa un delito de lesiones, después de que un bebé de origen senegalés fuera ingresado en la UCI pediátrica en estado de inconsciencia y con temblores en el cuerpo tras haberle anestesiado.

Desde la Consejería de Sanidad en Murcia indican que el local inspeccionado no disponía de autorización para realizar intervenciones quirúrgicas. Constataron además que estaba operativo. “Había historial de pacientes, instrumental”, detalla la Consejería.

“Yo nunca dije que soy médico. Soy solo un ayudante”, se defiende por teléfono R, quien detalla que en el pasado trabajaba para tanatorios trasladando cadáveres. A España llegó en 2002. Él achaca las acusaciones a un ajuste de cuentas de otro médico para el que trabajó en una funeraria. Se trata de Ahmed Jbara, un médico de familia que trabaja en Murcia y que acusa a R. de hacerse pasar por él para obtener clientes. Jbara atiende a este diario desde Marrakech, donde se encuentra de vacaciones. “Se hacía pasar por el médico de Murcia que circuncidaba, es decir, por mí. Cuando me empezó a llamar gente que había operado él, saltó la alarma”. Este médico explica que la intervención requiere la aplicación de una anestesia subcutánea y que después de cortar el prepucio hay que dar unos puntos. “No puede hacer eso en una casa. Tienen que ser médicos y enfermeros que operen en condiciones de asepsia. Tal como limpiaba los materiales, podría haber habido infecciones de hepatitis o VIH”.

Abdeslam B. está aún impactado por la noticia y se plantea denunciar al acusado. Pero explica Bokor que el papeleo tal vez deba esperar. “Ahora lo primero es llevar a los niños a que les hagan análisis para asegurarnos de que no ha habido infecciones”.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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