“Con un Gobierno en minoría, tu proyecto se desdibuja”
Gabriel Elorriaga no piensa que tener una base de votantes avejentada sea un problema
No piensa Gabriel Elorriaga (Madrid, 1962) que tener una base de votantes avejentada sea un problema. Por puras razones biológicas, "es un bloque que no se agota. Tiende a crecer. Es una bolsa muy firme que lo seguirá siendo mucho tiempo, y es básicamente un voto progubernamental", explica. El problema del PP, dice quien lo ha conocido por dentro muchos años y sigue analizando a este partido desde una cierta distancia, "es que ese electorado ya mayor, de más de 50 años, no es un bloque mayoritario. Tradicionalmente, el Partido Popular tenía un respaldo del 30% o más de los votantes. Está obligado a recuperar esa amplitud de espectro que le permita volver a tener mayorías de Gobierno", advierte.
Paradójicamente, haber logrado mantener el poder tras un año convulso y plagado de dudas sitúa al partido en la comodidad, pero también ante el riesgo de la indefinición. "A diferencia del resto, que trabaja con promesas y propuestas, desde el Gobierno se puede hacer política", apunta Elorriaga. "Pero al estar en minoría, surgen ciertas complejidades: al pactar, debes tomar decisiones que no representan tus preferencias. Si te mimetizas con lo que estás obligado a hacer, tu proyecto se desdibuja. ¿Cómo puedes seguir haciéndolo identificable?", se pregunta. Y responde de inmediato: "Debes explicar muy bien cada decisión".
El PP tiene hoy una tarea urgente: volver a resultar atractivo para "un votante activo, de edad media, que se siente muy perjudicado por la crisis —más en sus expectativas que en la realidad— y no se considera bien representado", apunta. Para ello es clave hacer un buen análisis de la situación, más que empezar a producir soluciones. "El pensionista ya tiene claro que está muy presente en el discurso del Gobierno. ¿Qué pasa con el joven que siente sus expectativas defraudadas ante un mercado laboral que le expulsa?".
No compra el exdirigente del PP —o solo a medias— la máxima ignaciana de que en tiempos de desolación es mejor no hacer mudanzas. "La división interna se castiga, y en ese sentido parece hoy más cómoda la situación del partido", admite. "Pero cuando llega un tiempo de distensión se reclama más participación. Los esquemas más participativos encauzan anhelos, frente a planteamientos más gerontocráticos y cerrados". Sin embargo, la renovación no llegará en el congreso nacional de febrero, "donde Rajoy tendrá la capacidad para decidirlo todo y nadie le objetará nada, tanto por el poder acumulado en el tiempo como por la coyuntura", matiza Elorriaga. Sugiere que la atención se centre en los congresos regionales que vendrán después. "Allí veremos las ganas de cambio y las tensiones latentes. Hay embalsamado un proceso de renovación natural, que al retrasarse tanto surge de manera acumulada".
En este futuro inmediato, sin embargo, no cree el expolítico que la irrupción de Ciudadanos suponga una amenaza: “En estos últimos meses, los dos viejos partidos han demostrado que tienen más tablas, se manejan mejor, tramitan con más solvencia y son más pícaros en sus decisiones”, apunta.
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