Iglesias defiende un populismo de izquierdas frente a Trump
"Los populistas pueden ser de derechas, de izquierdas, ultraliberales o proteccionistas", afirma
La victoria de Donald Trump en EE UU y las analogías que han surgido entre el presidente electo y Podemos no gustan al líder de la formación española. Pablo Iglesias se apresuró, tras conocer el resultado, a marcar distancias con el magnate republicano, mostrando abiertamente su desprecio. “Los populistas son outsiders y pueden ser de derechas, de izquierdas, ultraliberales o proteccionistas”, escribió Iglesias en su blog, defendiendo que “en ningún caso” se parecen unos y otros, aunque en ocasiones puedan utilizar herramientas similares. Los expertos ven parecidos y diferencias entre ambos.
Iglesias se ha visto obligado a justificar su estrategia para evitar comparaciones con Trump —a quien califica de “fascista”— tras recurrir durante casi tres años a un discurso que reivindica abiertamente las técnicas del populismo como forma de hacer política. Dirigentes del PSOE y de Ciudadanos le acusaron de compartir con el vencedor de las elecciones estadounidenses más que un estilo y el líder de Podemos les acusó de manipular. Los expertos ven algunas coincidencias programáticas dirigidas a impugnar el sistema vigente —el rechazo, por razones distintas, de los tratados de libre comercio o la revisión de la OTAN— y en el discurso, sin embargo, también observan diferencias de fondo evidentes.
El populismo es una categoría de compleja definición. Chantal Mouffe, politóloga belga referente de Íñigo Errejón junto con Ernesto Laclau, defiende que no es una ideología y que no se le puede atribuir un contenido programático propio, sino que es una forma de hacer política que “busca construir un nuevo sujeto de la acción colectiva —el pueblo— capaz de reconfigurar un orden social vivido como injusto”, según escribió Mouffe en EL PAÍS el pasado mes de junio.
Iglesias estableció en su blog, alojado en Público, una conexión entre el populismo de Trump, “de derechas”, y Podemos: ambos, dice, son “traducciones políticas” de un “momento populista”, aunque con un contenido muy distinto. "El populismo no es una ideología, ni un paquete de políticas públicas, es una forma de construcción de lo político desde un 'afuera' que se expande en los momentos de crisis", escribe. Defiende, en definitiva, que "el populismo no define las opciones políticas sino los momentos políticos".
Podemos siempre ha evitado el encasillamiento en la izquierda y ha tratado de desplazar el marco de confrontación con el establishmente al eje arriba-abajo, es decir, las élites frente al pueblo. Iglesias cree que esa "hipótesis populista", crucial en los inicios de la formación, muestra señales de agotamiento. "El gran debate, lo que tenemos que discutir en estos meses es si Podemos tiene que seguir siendo populista o no", afirmó públicamente hace un mes. Con todo, salvó lo que calificó de "populismo de izquierdas", contrapuesto, como método, a "un Podemos que busque compromisos y respetabilidad en las instituciones".
Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III, prefiere la definición del investigador Andreas Schedler, según la cual el populismo sí es una ideología basada en la confrontación entre un pueblo virtuoso y una élite corrupta y viciada. Podemos, reivindicando un populismo de izquierdas, compartiría ese método con Trump, el Frente Nacional de Marine Le Pen, Syriza o el peronismo. Ahora bien, el populismo, subraya Simón, sería una ideología “delgada”, esto es, que no basta para completar el marco ideológico del partido. “Sería el software del ordenador, pero no el hardware”, explica. Por eso “hay elementos comunes entre Podemos, Trump, Le Pen, Tsipras y Eva Perón, pero de software”.
Programas distintos
Podemos y Trump comparten dos de los tres tipos de votantes típicos del populismo: “Los perdedores de la crisis; los que temen la pérdida de identidad cultural y nacional por la globalización, y el voto de cabreo con el establishment”, dice Simón. Podemos no acoge a los que temen perder su identidad cultural y nacional (que deriva en xenofobia). Y “en términos socioeconómicos sus programas son radicalmente diferentes”.
Máriam Martínez-Bascuñán, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, observa conexión con el populismo de Trump en “la forma de ofrecer una alternativa a través del discurso”. “Trump no tiene ideas, tiene un discurso del odio que es una reacción a todo lo que representaba Obama, y ha conseguido aglutinar una construcción de pueblo”. Ve en ello un peligro: “Instrumentalizar pasiones para construir una identidad de pueblo que puede ser tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. El problema es cómo se utilizan esas pasiones”. Podemos “sigue apuntándose ese tanto de estar haciendo el diagnóstico adecuado”, volviendo “a la idea de Chantal Mouffe de que la única forma de frenar un populismo de derechas es el del populismo de izquierdas”.
“Lo populista puede ser un elemento compartido, pero esto no es lo central”, puntualiza Iván Llamazares, que pone el acento en las distintas propuestas. Este profesor de la Universidad de Salamanca sí observa, en cualquier caso, “algunos elementos colaterales conectados, como cierta desconsideración del papel de las instituciones”. La profesora de la UNED Margarita Gómez-Reino también considera que “es importante hacer distinciones”, porque “el populismo de corte excluyente [como el de Le Pen] tiene un carácter mucho más claro en términos de xenofobia y rechazo”.
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