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El presidente de CaixaBank: “Las sociedades que progresan son las contrarias al pelotazo”

Jordi Gual defiende el compromiso social en el foro Sociedad civil y cambio global

Miquel Alberola
Iñaki Gabilondo y Jordi Gual, este martes.
Iñaki Gabilondo y Jordi Gual, este martes.JULIÁN ROJAS

El presidente de CaixaBank, Jordi Gual, ha defendido este martes la cultura del esfuerzo frente a la tentación de los beneficios fáciles que definieron la época de la aceleración urbanística española, en el que ha sido su primer acto público en el cargo. En un diálogo con el periodista Iñaki Gabilondo, en el marco de las jornadas Sociedad civil y cambio global, impulsadas por EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Gual ha afirmado que "las sociedades que progresan son las que anticipan, son tenaces y persistentes en su empeño. Es lo contrario al pelotazo y al chanchullo".

El presidente de CaixaBank ha considerado que la estabilidad financiera es fundamental en la economía moderna, mientras que las burbujas son lo que más daño causa. "No hay nada peor que una burbuja financiera inmobiliaria, que destroza vidas", ha dicho en referencia a los problemas sociales que ha provocado en el ámbito laboral, dejando a trabajadores, que en muchos casos renunciaron a sus estudios por los sueldos de la construcción, en una situación de precariedad de la que difícilmente pueden reponerse.

En el debate sobre los efectos del cambio tecnológico y del empleo, Gual ha asegurado que siempre ha estado "en el lado de los optimistas". "Nuestra capacidad no tiene límite", ha dicho esperanzado, tomando el ejemplo de superación de otras coyunturas complicadas. "Siempre habrá agoreros que dirán que el progreso destruye empleo. No es cierto", ha prevenido. Desde su punto de vista, con el cambio tecnológico el trabajo "cambia su naturaleza". Y ese cambio, ha argumentado, "enriquece a las sociedades y hace que dediquemos más tiempo al ocio por nuestra capacidad de generar renta".

Con todo, Gual ha admitido que los cambios tecnológicos entrañan el riesgo de dejar obsoletas determinadas ocupaciones, un hecho que obliga a la formación continua para poder afrontar la continuidad en el mercado laboral. El máximo responsable de la entidad financiera ha mantenido que el pleno empleo "no una cuestión de demanda, sino de oferta", y que sin una formación permanente, junto a los incentivos oportunos para las alternativas, no será posible tener "una población empleable".

A lo largo del diálogo con Gabilondo, Gual se ha referido a la responsabilidad social de la compañía que preside, en la que ha incidido que contratan "a gente que esté dispuesta a cambiar" y que, aunque su voluntad es "contratar trabajadores para siempre", no pueden garantizarlo "porque la rapidez de los cambios tecnológicos provocan dislocaciones".

La empresa que requiere la colaboración de muchas personas, como es el caso de CaixaBank, "solo consigue confianza si los activos que forman parte de ella se comprometen en ella", ha subrayado. "Necesitamos trabajadores que crean en el proyecto de la empresa y no subasteros que se irán a la primera oferta".

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Respecto al cambio de condiciones que ha traído la reforma laboral, Gual ha deseado que el caso de CaixaBank fuera un ejemplo y que más empresas lo adoptaran. Sin embargo, ha afirmado que "hay muchos ejemplos positivos" en España. Ha calificado el mundo laboral como "muy complejo" y ha apostado por que "tenga un cierto grado de regulación", aunque para él habría que encontrar aquellas regulaciones que son "necesarias y justas".

El exdirector del departamento de Economía del IESE ha situado los abusos por parte de empresarios en "el comportamiento individual", aunque ha advertido de que "la responsabilidad es de las dos partes: empresarios y trabajdores".

Caño: "Las grandes cabeceras serán las que dominarán la conversación en las redes"

Previamente al diálogo entre Gual y Gabilondo, han inaugurado el foro el rector de la UAM, José María Sanz; el director de EL PAÍS, Antonio Caño; el director del Máster en Gobernanza y Derechos Humanos, Antonio Rovira, y la decana de la Facultad de Derecho, Yolanda Valdeolivas.

En su intervención, Caño ha definido los cambios como estimulantes, aunque "provocan recelos" porque se dejan cosas atrás y nos sentimos desprotegidos. Pero son "una oportunidad" que no se puede desaprovechar. El director de EL PAÍS se ha referido a la revolución tecnológica que afrontan los periódicos, que "ha democratizado la información y ha bajado de sus púlpitos a los viejos santones del periodismo".

Caño ha aludido al fenómeno de las redes sociales, aunque también ha advertido de su uso perverso. Pese a sus riesgos, ha celebrado que no hayan conseguido distraer a las grandes cabeceras mundiales de la labor social del periodismo. Esto es, atender los intereses de los lectores, exponer libremente sus puntos de vista cuando la ocasión lo requiera, dar cabida a todas las opiniones y conducir las informaciones por el terreno de la racionalidad. El director de EL PAÍS ha afirmado que "las grandes cabeceras serán las que dominarán la conversación en las redes".

"Las redes sociales son un instrumento formidable, pero también se han convertido en un campo abonado para la desinformación y el odio", ha prevenido. Caño ha criticado la creación de "realidades artificiales al gusto del consumidor" bajo la premisa de que "lo impactante puede más" frente al rigor de la información. "De nada parecen servir el matiz y la moderación", ha deplorado frente a las "cacerías" que se dirigen por las redes en función de intereses que exceden los del periodismo.

El director de EL PAÍS ha apuntado hacia los confidenciales, "que no buscan lectores, sino adeptos" por su contribución al uso desestabilizador de las redes sociales.

La crisis que empezó a azotar el mundo en 2008 no solo ha trastornado el escenario en el que nos movíamos, sino la obra que sobre él representábamos. Además, ahora el escenario y la obra interactúan de forma constante mientras se mueven y se transfieren modificaciones sin cesar, que a su vez introducen nuevos cambios. Nada o casi nada es como que era. El juego cambia mientras se juega y también las reglas. Para abordar esa situación, que ha llenado el presente y el futuro de dilemas e incertidumbres sociales, EL PAÍS y la UAM han organizado el foro Sociedad civil y cambio global, unas jornadas iniciadas este martes y que se desarrollan hasta el jueves en la Facultad de Derecho de este campus.

Ideas y creencias

Tras el diálogo de la mañana, el foro ha abordado las principales claves del Informe Cáritas, dentro del apartado Ideas y Creencias, que ha abordado la creciente complejidad y pluralismo de las sociedades desde el punto de vista de las comunidades religiosas. El presidente de Cáritas España, Rafael del Río, y Francisco Lorenzo, secretario de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada), han desmenuzado las entrañas de este documento que este año lleva por título Exclusión social y recuperación económica.

Del Río recurrió a una reflexión del Papa sobre “el descarte social”: los parados, que ha generado una economía basada en la especulación, y los inmigrantes, valorados con mentalidad mercantilista reclamados a gritos cuando eran necesarios y despreciados cuando han dejado de serlo. "La pobreza y la exclusión son los principales desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea". diagnosticó.

En la memoria de Cáritas se puede apreciar una cierta mejoría respecto a los años anteriores, ha revelado. "Nuestra sociedad ha sido más generosa y han aumentado los voluntarios", ha explicado. Con todo, usando palabras del Papa, ha advertido que "nadie puede limitarse a ser un espectador y un mero observador". “Ante una creciente radicalización y politización el diálogo es lo que se espera de nosotros”, ha urgido.

El secretario de FOESSA, por su parte, ha recurrido a una metáfora para profundizar en la respuesta a la pregunta de si estamos al final de la crisis. Haciendo una trasposición entre la crisis y un terremoto, llamó la atención sobre las personas que están debajo de los escombros. Se preguntó si la crisis es algo casual como los terremotos, o si podemos estar viviendo encima de una falla y puede haber más terremotos. También se preguntó si tras los temblores y las réplicas salimos más preparados o no.

El sociólogo aseguró que todavía son muchas las personas que viven bajo los escombros a tenor de los datos del paro (21% de tasa) o del paro de larga duración (43,5%). Y llamó la atención sobre el dato de que solo un tercio de la población no está afectado por los indicadores de exclusión social.

Lorenzo remarcó que los riesgos estructurales continúan hoy. La riqueza sigue sin distribuirse, se genera empleo precario y dos de cada tres personas que están en exclusión social vienen de la época en la que nos decían que estábamos “en la ‘Champions League’ de la economía”. “Los más pobres son los que más han resultado afectados por la crisis”, razonó. Y lanzó una seria advertencia: “Estamos volviendo a levantar edificios encima de la misma falla”.

El último acto de este martes ha sido la mesa redonda Organización de las sociedades. Identidad social e integración, en la que han participado Riay Tatary, presidente de la Comisión Islámica de España; Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España; Mariano Blázquez, secretario general de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España y Rafael del Río, presidente de Cáritas. Moderaba el debate Javier Moreno, director editorial de PRISA.

Todos los representantes de las comunidades religiosas abogaron por la educación y el respeto al otro como la clave de la convivencia.

Riay Tatary se refirió a la mezquita como aglutinante de la comunidad musulmana en España, donde hay 1.500 comunidades registradas. Destacó "la gran capacidad de adaptación de los musulmanes" al país en el que viven y que "consideran su patria". "Poco a poco se están integrando", afirmó, aunque contrapuso que "la integración es cuestión de dos".

El representante de la comunidad judía, Querub, definió a los judíos como una minoría exigua que en España supone menos de 100.000 personas. "Nos sentimos bien y perfectamente integrados desde la Constitución de 1978", reconoció, aunque señaló que "no siempre fue así". "El advenimiento de la democracia supuso un cambio radical", celebró.

Mariano Blázquez se refirió a los protestantes como "una minoría soterrada en la sociedad". Repasó los problemas de existencia en España ante la supremacía jurídica de la Iglesia católica, algo que no acabó cono la Constitución del 78, según relató. "No hay un estatus jurídico igualitario para todas las religiones", lamentó. Con todo, reconoció que en la etapa de la democracia es en la que mejor han podido funcionar.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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