Un candidato a su pesar
Feijóo, que quiso salir dos veces de la Xunta, no se fía de los sondeos que le dan mayoría absoluta
Al contrario que en la campaña del verdadero sorpasso, aquella de 2009 que el bipartito PSOE-BNG dedicó a observar lentamente las consecuencias de pegarse un tiro en la boca y el Partido Popular se concentró en presentar a Emilio Pérez Touriño como un faraón en delirio (con éxito indudable, pese a que no podía haber político más mustio), el CIS empieza dándole la mayoría absoluta a los populares.
Una mayoría sospechosa para todos, empezando por Feijóo, que ha dicho encogiéndose teatralmente de hombros que la mayoría no es "imposible". El presidente de la Xunta empezará hoy su campaña en Os Peares, la aldea de Ourense en la que nació. Feijóo ha terminado de conectar con la estación espacial del fraguismo, aquella manera de gobernar que tenía Fraga y que consistía en algo tan revolucionario como decir: "Galego coma ti", o sea, gallego como tú (y lo sabes) como si la competencia fuese zamorana, y en explotar una vena sentimental muy acusada: el relato de la infancia, de la casa de la aldea, de la familia y los primeros olores.
Mucha emoción, simbolismo y llanto en ocasiones especiales, como cuando Feijóo anunció que se presentaría a sus terceras elecciones; un llanto que en sus circunstancias no se sabía si era de emoción o de lástima tras haber querido salir dos veces de la Xunta: una a lo grande, presentándose en Madrid, y otra explorando el universo de la empresa privada. Se queda como parte de la victoria de Rajoy a los puntos, y lo hace a su manera, como en 2013: guardando el partido bajo llave, no le vayan a confundir con uno del PP. Hace tres años, en la plaza de toros de Pontevedra —que aspira a llenar mañana con Rajoy presente— había dificultades en encontrar las siglas del Partido Popular en la cartelería. La orden en Santiago fue: si el partido nos hace daño, nos desenchufamos. La ejecutaron, y repartieron tantas banderas gallegas en la plaza de toros que por un momento, llevados por la emoción, en lugar de independizarse del PP casi se independizan de España.
En realidad el CIS más que una mayoría absoluta al PP da una minoría a los demás. El acierto estratégico de Feijóo fue adelantar las elecciones —tras negarlo— a un tiempo en el que los gallegos no se han familiarizado con nadie salvo con él. Ni el socialista Leiceaga ni Luis Villares, candidato de En Marea, han tenido tiempo para ser rostros reconocibles. Los dos partidos se disputan en Galicia el segundo puesto; si el PP no llega a la mayoría absoluta, lo que se disputan es la presidencia de la Xunta en caso de llegar a un acuerdo.
Es ese escenario, precisamente, con el que amenaza el PP: la cercanía de unas terceras elecciones en España da munición a los virtuales ganadores para advertir del riesgo de su victoria insuficiente. El PSOE agitó este jueves a los indecisos, avisando de que suponen el 25% del censo; En Marea se echó a los clásicos: la cocina de las encuestas y el peligroso "en la calle hay ambiente de cambio".
Superviviencia del BNG
La calle es un lugar salvaje cuando hay elecciones, casi una selva. Guiarse por ella es hacerlo a ciegas. La encuesta del CIS castiga al BNG de Ana Pontón a pelear por grupo parlamentario propio cuando hace siete años gobernaba Galicia; en la calle, por ejemplo, el BNG está más presente que en las encuestas, y sin embargo cuando la calle coge el teléfono dice otra cosa. El nacionalismo del Bloque pelea por su supervivencia con las nuevas estructuras mimetizadas, con las voluntades de cambio heridas el 26-J que quieren, con el magistrado Villares al frente, recuperar la posición que hace un año lo dejaba disputándole el poder a Feijóo.
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