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El pacto con En Marea profundiza la debilidad territorial de Podemos

El partido corre el riesgo de convertirse en actor secundario en Galicia o en Cataluña

Pablo Echenique, entre Carolina Bescansa y Carmen Santos, líder de Podemos Galicia.
Pablo Echenique, entre Carolina Bescansa y Carmen Santos, líder de Podemos Galicia. ÓSCAR LÓPEZ

La integración de Podemos en el partido instrumental En Marea para concurrir a las elecciones gallegas del 25 de septiembre ha evidenciado la debilidad de la formación de Pablo Iglesias en el territorio. Tanto en Galicia como en las comunidades donde concurre junto a otras fuerzas, Cataluña y Valencia, corre el riesgo de quedarse en actor secundario diluido en otras fuerzas. Este episodio reabrió la lucha por el poder dentro de Podemos Galicia. La cesión in extremis de Iglesias fue interpretada como una desautorización de la líder autonómica, Carmen Santos.

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La dirección nacional de Podemos quería evitar a toda costa que la alianza con las mareas y Anova, ensayada en las generales, no se repitiera. Finalmente, Iglesias cedió y su formación se disolvió en esa coalición. Este proceso ha hecho aflorar de nuevo las tensiones internas de hace un mes, cuando los perdedores de las primarias en Galicia maniobraron contra la secretaria general electa, Carmen Santos. Esta, crítica con la dirección nacional, se encuentra ahora en una delicada situación. Voces del sector afín a la cúpula nacional consideran que ha quedado desacreditada y piden su dimisión. Ella asegura que ha trabajado “en coordinación” con la ejecutiva.

De nada le han servido a Santos los agradecimientos expresados en las redes sociales por Iglesias y Pablo Echenique. Para sus críticos, encabezados por el exsenador José García Buitrón y los diputados de En Marea Ángela Rodríguez —la perdedora, por un estrecho margen, de las primarias— y Antón Gómez-Reino, la reacción de Iglesias ha supuesto una “gran satisfacción”. Buitrón elogió la valentía de Iglesias y pidió la dimisión de Santos. La dirigente gallega asegura que no se siente desautorizada. El sector afín a Santos, la corriente Xuntos Podemos y una decena de secretarios generales, mantiene, no obstante, que Iglesias la ha desautorizado a ella y a la militancia. Su portavoz, Carlos González Armada, sospecha que “había un acuerdo oculto entre Iglesias y Xulio Ferreiro”, el alcalde de A Coruña y uno de los coordinadores del nuevo partido.

Cataluña y Valencia

Desde la cúpula, no obstante, se apresuraron a justificar un acuerdo que debilita a Podemos con el argumento de la “generosidad”. La coalición gallega casi empató en votos con el PSOE el pasado 26 de junio y aspira ahora a competir con el PP en las gallegas. Si hubieran concurrido por separado, los votos de las dos fuerzas se habrían dispersado. Iglesias y Echenique aplaudieron la alianza. Juan Carlos Monedero hasta atribuyó el mérito a su partido. “Lo que ha hecho Podemos en Galicia anteponiendo la unidad a las siglas se llama generosidad y regresos a los orígenes. Dando ejemplo”, manifestó el cofundador de la formación.

El departamento que dirige Íñigo Errejón, la secretaría política, emitió un documento que señala: “Frente al patriotismo de siglas de la vieja política, Podemos ha demostrado compromiso con el cambio político en Galicia... La plurinacionalidad pasa necesariamente por reconocer y colaborar con los diferentes procesos de cambio político, nunca por competir con ello”.

El horizonte descrito en esta nota se parece mucho al que Podemos afronta en Cataluña y en la Comunidad Valenciana. En el primer caso, el partido de Iglesias atravesó una situación de interinidad de casi un año y, tras la elección de Albano Dante Fachín como nuevo líder, busca fortalecer la organización que quedó en un segundo plano dentro de En Comú Podem, la candidatura impulsada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. En Valencia, la relación con Compromís es más equilibrada, pero las dos fuerzas se necesitan mutuamente para tener mayor proyección a escala nacional, como probaron las últimas elecciones.

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