La condición `previa´
¿Existe como tal lo que se ha venido a llamar la condición previa a las seis condiciones planteadas por Albert Rivera a Mariano Rajoy?
Hay una cierta confusión al respecto.
Está claro que para votar a favor (o para abstenerse o votar en contra) se necesita que el candidato acuda a la sesión de investidura.
Y para ello se requiere fecha y hora.
Por tanto, es una condición inherente a cualquier programa. Rivera no ha puesto, a juzgar por lo que ha declarado, ninguna fecha sobre la mesa. Tampoco ha sugerido un abanico de fechas ni plazos máximos. El candidato, pues, es quien va a decidir esa fecha.
La obviedad de fijar una fecha ha obtenido gran atención. Algunos consideran que quizá sea lo más relevante de las exigencias.
En realidad, si así se percibe es porque Rajoy ha dado muestras de que solo piensa acudir a una sesión de investidura si tiene los apoyos garantizados de antemano para ser investido. Fue el 21 de junio, cinco días antes de las elecciones, cuando advirtió: "A la investidura se va para ser investido".
Y sigue en sus trece.
La pregunta es: con el sí exclusivo de Ciudadanos, caso de obtenerlo en las negociaciones, y quizá el de Coalición Canaria, ¿Rajoy llamará a Ana Pastor y le dirá que fije una fecha?
Si nos atenemos al planteamiento defendido por Rajoy una y otra vez, esos 169 o 170 escaños, siendo un avance considerable, todavía no le aseguran la investidura. Por tanto, aceptar las condiciones de Rivera, caso de que previsiblemente la ejecutiva del PP así lo apruebe el próximo día 17 de agosto, ¿es seguro que conduzca por sí solo a levantar el teléfono rojo para señalar a la presidenta del Congreso de los Diputados la fecha de la primera y segunda votación de investidura?
No lo parece. A menos que Rajoy provoque un giro copernicano.
Lo lógico, desde su particular idea de la investidura, es que busque perfilar el pacto con Rivera, y una vez acordado, intente incorporar al PSOE al mismo, algo así como una versión adaptada del pacto antiyihadista.
Para esto se tomará su tiempo. Ya someter la propuesta a la ejecutiva el próximo 17 de agosto supone alargar plazos.
Y si, tras las negociaciones del sí de Rivera, no consigue a través de una nueva ronda de contactos con Pedro Sánchez, basados en la plataforma común con Rivera -en materia de corrupción y medidas económicas y sociales- la abstención del PSOE, ¿pedirá Rajoy a Pastor que ponga fecha a la investidura tirándose a la piscina como hiciera Pedro Sánchez en marzo pasado, apostando por la abstención in extremis de Podemos?
Esta duda no está despejada en sentido positivo.
¿Tiene en la manga Rajoy una alternativa? ¿Puede ser el Partido Nacionalista Vasco, que afronta elecciones autonómicas el 25 de septiembre, esa alternativa?
Es decir: un PNV necesitado de apoyos del PSOE y del PP para gobernar en Euskadi tras las elecciones del 25-S. Si confía en el PNV, Rajoy, con el PSOE instalado en el no, tendría que fijar fecha de investidura después del 25 de septiembre. Digamos los días 27 y 29. Para presentar a toda velocidad el 1 de octubre el proyecto de presupuestos generales del Estado.
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