La serie que nos merecemos
Las ficciones televisivas que tratan asuntos de política ofrecen claves para interpretar el paisaje poselectoral
Nos ayudan las múltiples series de televisión que abordan cuestiones políticas a comprender mejor la realidad, tras las elecciones del pasado 26-J? A menudo se trata de retratos verosímiles con un eco sobre lo que está sucediendo en distintos países, así que la respuesta es sí, pero con matices. En el caso de España, tras el frustrado sorpasso, con la victoria de un presidente y un partido político que pese a todas las predicciones no sólo se mantiene en el poder sino que ha recibido más votos, hay algunos temas y tramas que tienen su correlato en la ficción televisiva contemporánea.
1. La corrupción. Por su omnipresente presencia en la actualidad española en los últimos años es un buen punto de partida. Y la serie Crematorio, con su certera descripción de la corrupción política e inmobiliaria en el Levante español, ofrece un reflejo de cómo los casos más graves de unas instituciones corruptas —en el mundo real la financiación ilegal, el caso Bárcenas, las filtraciones periodísticas para debilitar opciones políticas que se consideran peligrosas— no provocan, nunca, en ningún caso, las dimisiones que serían razonables. Para eso tenemos que viajar a Dinamarca. Ocurre en Borgen, la serie política de Adam Price sobre el choque entre los ideales y la real-politik: ahí está el primer ministro que pierde las elecciones cuando salen a la luz los gastos injustificados de su esposa cargados al Gobierno, hecho cuyas repercusiones para la carrera de un político van más allá de lo anecdótico en los países nórdicos, a diferencia de lo que ocurre en los mediterráneos. En nuestro caso, el interés y beneficio propios parecen ser lo fundamental, fuera y dentro de la política. Llevado al extremo este principio puede conducir a la psicopatía, un rasgo que los autores de House of Cards plantean como propio de la profesión política. El hecho de que esta serie sea un retrato de la política estadounidense no resulta en absoluto tranquilizador.
2. Los pactos. Llevan seis meses en boca de todos. Las estrategias, encuentros y desencuentros entre las distintas formaciones políticas para intentar formar Gobierno están viviendo horas altas. Juego de tronos, House of Cards y El ala oeste de la Casa Blanca, entre otras series, retratan la capacidad humana de aliarse con amigos y enemigos en función de los intereses para conseguir los propios fines. Como dejó dicho Max Weber, en política se puede tener que actuar “mal” para conseguir el bien, y quien no lo haya comprendido no tiene madurez política. El objetivo también puede ser no alcanzar un acuerdo, como sucedió en las negociaciones previas a estas elecciones de junio en España. Y aun a riesgo de descubrir el final del último episodio emitido de Juego de tronos, no está de más recordar que el personaje Cersei decide arrasar a sus píos y fundamentalistas enemigos con el terrible fuego valyrio, tal vez de un modo similar al que algunos líderes políticos han dinamitado los posibles pactos entre los grupos progresistas, o de izquierdas.
3. La comunicación, y la poderosa figura del spin-doctor. Aunque el estilo del presidente en funciones es cada vez más admirado —y no sólo por sus seguidores, ya que también empieza a haber rajoyismo más allá de su partido—, tal vez se podrían analizar algunas series y tomar nota de las lecciones que nos ofrecen en este ámbito. En la pionera del género político, El ala oeste de la Casa Blanca, el presidente Bartlet le espeta a su jefe de gabinete Josh que no vuelva a sustituir a la secretaria de prensa en sus labores, y que no mantenga relación directa con los medios “aunque a ella le esté sangrando la cabeza y una manada de bisontes la esté pisoteando”. Quizás nadie le ha dado este consejo a Rajoy. O quizás sí… En cualquier caso, son valiosos los consejos de los asesores de los presidentes en Borgen, The Thick of It, The Good Wife o House of Cards. En la relación con los medios, tanto Borgen como The Newsroom nos hablan de cómo pueden ceder a los intereses del poder. La cercana y peligrosa relación se ve representada en los asesores de prensa de la serie danesa, que antes o después de ocupar su cargo han sido periodistas; así como en la entrevista manipulada posteriormente, en su edición, con la colaboración del spin-doctor de la presidenta. Es en este aspecto quizás en el que haya menos que aprender, ya que las prácticas de confluencia de intereses entre el cuarto poder y los otros tres es algo paradigmático de nuestro país. Tenemos asumido que algunas filtraciones, como las que han afectado a algunos líderes políticos catalanes, sólo se podían publicar en determinados medios, pero deberíamos plantearnos si esto es tan normal.
Las estrategias, encuentros y desencuentros entre formaciones han sido tratadas a fondo en la pequeña pantalla
4. Las cloacas ocultas del Estado. Una serie como The Wire retrata la incapacidad de los políticos de servir a sus ciudadanos (cuarta temporada) y la incapacidad de los periodistas de explicarlo (quinta temporada). La serie transcurre en Baltimore en un modelo político alejado del nuestro, pero esto no sirve de consuelo, porque coincidimos en muchas cosas. No se llega (esperemos) a casos extremos como la británica The Red Riding Trilogy, en la que el sistema político instaurado oprime a los ciudadanos, al tiempo que alberga casos de auténtica maldad. Pero en el modelo mediterráneo encontramos un ejemplo más próximo, el italiano, que tiene en 1992, una serie excepcional, retrato de una Italia corrupta en la que asciende un líder populista y triunfante… Berlusconi. La diferencia es que en España no hay Tangentópolis y en cuanto algunos partidos intentan el relevo fracasan. Estrepitosamente.
5. La serie. Finalmente, cabe plantearse si un país sin dimisiones por corrupción, y en el que el sorpasso se produce a la inversa de lo que pronostican las encuestas no dispone ya de las condiciones idóneas para tener su propia versión televisiva. Las series políticas que se han hecho en España no han funcionado, pero, en estos días, hay material de sobra. Desconozco si nos merecemos el Gobierno que tenemos, pero creo que nos mereceríamos la serie. Nos la hemos ganado a pulso.
Anna Tous-Rovirosa es editora del libro La política y las series de televisión, entre el cinismo y la utopía (2015).
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