Errejón: “Ha sido una campaña de encrucijada, de disyuntiva”
El número dos y estratega de Unidos Podemos analiza la campaña electoral de la coalición
Íñigo Errejón, número dos de Unidos Podemos, ha diseñado una campaña electoral radicalmente distinta a la del 20-D. Ha llevado el peso de la mitad de los actos y ha tratado de cuadrar las diferentes sensibilidades de la coalición con Izquierda Unida. Se apunta el tanto de haber determinado el discurso y las críticas de los adversarios.
Pregunta. ¿Afectará el Brexit al resultado del 26-J?
Respuesta. Es difícil evaluarlo. Me parece más probable que la ciudadanía española vote pensando en los desafíos que tenemos como país: cerrar el agujero negro de la corrupción, competir por arriba y no por abajo, hacer que gire la rueda de la economía, acabar con la precariedad y las desigualdades, etc.. Tenemos un pueblo maduro que sabe diferenciar entre quienes tienen un proyecto para Europa y quienes intentan instrumentalizar cuestiones de estado como arma arrojadiza contra otros.
En todo caso, el próximo Gobierno tiene que fijarse como prioridad la protección y defensa de los derechos de los cientos de miles de españoles que viven en el Reino Unido, muchos de ellos expulsados de manera injusta por las políticas ineficaces del Partido Popular. Y creo que debería preocuparse también de que una eventual salida de Gran Bretaña de la UE no afecte al turismo, que tiene en Gran Bretaña uno de sus principales fuente, y a los puestos de trabajo del Campo de Gibraltar, la comarca con más paro de España, en lugar de felicitarse por el resultado como ha hecho irresponsablemente el ministro Margallo.
P. ¿Ha sido una campaña de polarización?
R. Claramente esta ha sido una campaña de desempate y una campaña de encrucijada, de disyuntiva. O hacia adelante con un Gobierno de cambio con nosotros o hacia atrás en un Gobierno de conservación con el Partido Popular. El PSOE está en una posición en la que tiene que tiene que tomar una decisión que es histórica. En escaños nosotros nos estamos disputando los últimos restos con el PP, eso significa que los escaños que ganamos nosotros no son solo escaños de Unidos Podemos, sino que son escaños que metemos en el saco del campo progresista.
P. ¿A quién buscaban movilizar, más allá de los convencidos?
R. Yo creo que hay una percepción más generalizada de que estamos cerca y de que podemos ganarle al PP las elecciones, y eso seduce mucho, seduce a mucha gente que viene de sitios muy diferentes. Pero el discurso de los que faltan no es solo un discurso electoral, es un discurso que está basado en que nosotros podemos estar en condición de gobernar nuestro país. Y eso no se hace solo con seis o siete millones que te votan, sino que gran parte de las transformaciones, de regeneración democrática, de blindaje de los derechos sociales… va a tener que contar con una parte importante de nuestros adversarios, que los vamos a necesitar. Y que por tanto hacemos una campaña pensando hacia adelante.
P. ¿Cómo influyó el debate a cuatro en la estrategia y en la campaña?
R. Celebrar un solo debate es claramente insuficiente, y hacerlo en una fecha tan alejada de las elecciones mitiga mucho su impacto. Lo ideal hubiera sido que al menos se celebrase uno al inicio de campaña y otro al final. En cualquier caso, en el debate pudimos ver que solo hay dos modelos de país alternativos: el de una gran coalición que contenga al PP y que aplique más recortes, o el de un Gobierno de cambio en el que esté Podemos. Un elemento positivo del debate, además, es que la gente pudo ver que el voto a Unidos Podemos da certidumbre sobre el tipo de gobierno que se puede formar en nuestro país.
En el debate seguimos la línea que hemos llevado durante toda la campaña y que nos ha permitido gobernarla, en el que el resto de fuerzas han orientado su estrategia respecto a lo que nosotros decíamos. Pese a todo conseguimos no entrar en el fango, lo que nos permitió explicar nuestro proyecto.
P. ¿Han notado más o menos intensidad en la participación del electorado? ¿Se ha notado el hartazgo?
R. No ha sido cierto que en estas elecciones haya habido un clima de indignación ciudadana por volver a las urnas. Ha habido un clima de indignación tertuliana. Pero no lo noto yo en los actos, ni en la gente. Cansancio es posible, pero España es una sociedad madura. Hemos demostrado que somos una sociedad con un alto componente cívico y de responsabilidad ciudadana. Repartirá las culpas de forma diferente, pero va a volver a las urnas, no sé con cuánta participación, pero con normalidad. ¿Es inédito? Sí. ¿Hubiera sido mejor que no sucediera? También. Pero no es un drama. La sociedad lo ha entendido y acude a estas elecciones pensando en el futuro. Ahora sería terrible volver a unas terceras elecciones. Supondría un nivel de desgaste muy fuerte.
P. ¿Ha sido esta una campaña centrada en los futuros pactos únicamente? ¿Ha servido para debatir propuestas o contenidos que interesaran a la gente?
R. El 20-D había muchas preguntas. Esta vez la campaña tiene una pregunta central, que es qué gobierno y con quién se va a formar. Tenemos los mismos candidatos, las mismas fuerzas políticas, los mismos programas, el proyecto de país es el mismo. Y, además, yo creo que el voto no se va a mover tanto como el 20-D. Depende de cuanto movilice cada uno y de cuanto seduzca una parte pequeña del voto de otras opciones políticas.
P. ¿Cuáles han sido el peor y el mejor momento de la campaña?
R. Lo peor de estos quince días es que una mujer fue asesinada a manos de la violencia machista en Vitoria-Gasteiz, con ella ya van 22 mujeres asesinadas este año y pese a todo hemos notado que las medidas contra la violencia machista no ha estado todo lo presente que debería durante esta campaña.
El mejor fue uno que comentaba hace poco y que me emocionó mucho. En el mitin de Sevilla estaba hablando sobre la necesidad de ganar estas elecciones para no hacer sufrir más a quienes más han soportado la austeridad y los recortes, y ponía el ejemplo de una señora de la limpieza que nos pedía que ganáramos para poder jubilarse, por que le dolían los huesos. En ese momento, desde el balcón de uno de los hoteles de la plaza, salió una camarera de piso y empezó a aplaudirnos.
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