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Joaquim Bosch: “España pierde la oportunidad de mejorar la situación actual”

El portavoz de Jueces para la Democracia considera que ha faltado flexibilidad para pactar

Miquel Alberola
Joaquim Bosch, portavoz de Jueces para la Democracia.
Joaquim Bosch, portavoz de Jueces para la Democracia.MÒNICA TORRES (EL PAÍS)

Joaquim Bosch (Cullera, Valencia, 1965) es magistrado en el juzgado de Moncada (Valencia) y portavoz de Jueces para la Democracia. Declinó la oferta de Ximo Puig para ser su consejero de Justicia como independiente en la Generalitat valenciana y luego la que le hizo Pablo Iglesias para ser candidato de Podemos en las elecciones generales del 20 de diciembre. El juez sostiene que España necesitaba un pacto de gobierno "sea del color que sea".

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Pregunta. ¿Ha perdido una oportunidad España con la convocatoria de nuevas elecciones?

Respuesta. Sí que se pierde una oportunidad de mejora de la situación actual. La pasada legislatura fue bastante negativa para la Justicia, en especial en todo lo referente al abandono de los órganos judiciales, la falta de medidas estructurales contra la corrupción y los recortes de derechos y libertades. Nuestro país necesita un pacto de gobierno, sea del color político que sea, que apueste por rectificar todos estos elementos que han generado un importante rechazo de la sociedad.

P. ¿Qué ha fallado? ¿No sabemos pactar?

R. Hay una situación objetiva que no se puede ignorar: los resultados electorales nos dejaron una situación difícil de gestionar para que se pudieran alcanzar acuerdos. A partir de ahí se tendría que haber desarrollado por las fuerzas políticas un gran esfuerzo para superar esas dificultades. Pero lo cierto es que existe poca cultura del pacto en nuestra democracia. Tras casi cuarenta años, no hemos conocido a nivel estatal ningún gobierno de coalición, a diferencia de lo que sucede en otros países europeos. Eso es bastante significativo.

P. ¿Qué había en la Transición que falta ahora para poner los intereses generales por encima de los partidistas?

R. Las circunstancias de la Transición eran distintas y son irrepetibles. Los dirigentes de unos partidos procedían de la dictadura, podían apoyarse en el aparato institucional y partían de una situación de ventaja para negociar. Las otras fuerzas políticas venían de la clandestinidad, habían sufrido una represión muy dura y valoraron la necesidad de hacer concesiones para avanzar hacia una sociedad democrática. Además, el contexto de una democracia incipiente en la Transición explica que la participación ciudadana era inferior y también era muy reducida la intervención de la militancia en las decisiones internas. Esto permitía que muy pocas personas pudieran alcanzar consensos determinantes para todo un país. En la actualidad la ciudadanía está más informada sobre las negociaciones. Y las bases, los cuadros y los dirigentes territoriales de los partidos tienen más capacidad para mostrar sus opiniones en esas decisiones, a veces de forma muy relevante.

P. ¿Hay un solo culpable o varios en este fracaso?

R. No me parece justo asignar una sola culpabilidad. En todo caso, la principal sería el complejo resultado de las elecciones. Es cierto que luego ha faltado flexibilidad y han sobrado descalificaciones por todas las partes.

P. ¿Haría alguna recomendación a los protagonistas de este proceso fallido?

R. En cualquier negociación hay que ganarse la confianza del interlocutor. Y eso es incompatible con actuaciones que pretendan desacreditarlo. Seguramente no es sencillo ser condescendiente con un rival electoral, pero la sociedad necesita estos esfuerzos para que se constituya un gobierno que solucione los graves problemas actuales.

P. ¿Unos nuevos comicios pueden desatascar la situación o la fragmentación parlamentaria no va a permitir más salidas que afrontar lo que ahora se ha evitado?

R. Los nuevos comicios abren la posibilidad de que se constituya otro Parlamento en el que una distinta correlación de fuerzas pueda facilitar los acuerdos. Y, al mismo tiempo, permiten saber el nivel de estabilidad de la sociedad para mantenerse en sus posiciones iniciales o para modificarlas en función del comportamiento en estos últimos meses de las fuerzas políticas

P. ¿Qué pasará si hay nuevas elecciones y el escenario sale muy parecido?

R. En ese caso los partidos habrán obtenido el dato relevante de que lo que expresó la ciudadanía el 20-D no fue una opinión circunstancial, sino que existe una permanencia de cierta entidad. Y esta información debe llevar a un mayor esfuerzo para conseguir el acuerdo que no se ha alcanzado ahora, pues ya no se podrá contar con el recurso de que sea la sociedad quien resuelva la situación de bloqueo.

P. ¿El pluripartidismo está para quedarse o una decepción así puede reducirlo?

R. El pluripartidismo tiene su origen en una crisis de la mediación representativa en nuestro país. Hay importantes sectores de la sociedad que no se sentían representados en las instituciones y han optado por apoyar a otras fuerzas políticas emergentes. Ello se debe a la situación económica, al incremento de las desigualdades sociales y al distanciamiento de la ciudadanía de las estructuras de los partidos tradicionales. No es probable que una repetición de las elecciones sea un factor suficiente para modificar sustancialmente el nuevo mapa electoral, mientras no cambien las cuestiones de fondo que explican la aparición del multipartidismo en España.

P. ¿Debería el Rey haber tenido un papel más activo?

R. Mi impresión es que la actuación del jefe del Estado no guarda relación con esta situación de bloqueo institucional. Muy probablemente las desavenencias que han impedido el acuerdo entre los partidos no se habrían solucionado con una intervención más activa del Rey. El problema no ha sido una falta de impulso institucional, sino las diferencias de fondo en temas ideológicos, las estrategias a medio plazo de las formaciones políticas y las resistencias a hacer concesiones importantes.

P. ¿Deberíamos ir a nuevas elecciones con los mismos candidatos?

R. Como juez considero que no debo pronunciarme sobre dicha cuestión. Es una decisión que corresponde a cada formación política.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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