Los vicesecretarios del PP achacan los ataques de Santamaría a celos políticos
Los nuevos dirigentes creen que la vicepresidenta intenta "reivindicarse" ante la sucesión
Mariano Rajoy viajó este pasado sábado a Sevilla en el mismo vagón del AVE con los nuevos vicesecretarios nacionales del PP para hacerse nada casualmente la foto conjunta de la unidad interna en una semana en la que los jóvenes dirigentes populares habían recibido ataques y mensajes críticos desde La Moncloa y el entorno directo de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Luego los vicesecretarios y Rajoy comieron juntos y recibieron otra vez su respaldo. Los vicesecretarios achacan “los celos” de Santamaría a sus intentos “lógicos y humanos” de reivindicarse ante una futura sucesión de Rajoy y por haber ocupado su espacio político.
Rajoy y la mayoría de sus ministros tienen las agendas vacías de actos oficiales e institucionales, en sus despachos se producen menos reuniones y llamadas, en los Consejos de Ministros apenas se aborda algún asunto de peso y el Gobierno, además, ha decidido por instrucción expresa de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y su equipo de asesores y abogados del Estado no concurrir en el Congreso para someterse al control político. La consecuencia ha sido tan palmaria y evidente que hasta algunos ministros la cuestionan en privado. El ejecutivo en funciones de Rajoy no tiene papel ni iniciativa. Los demás partidos le han robado el primer plano y hasta el PP tiene ahora más función, actividad y protagonistas que el equipo gubernamental del presidente.
Las agendas de Rajoy y sus ministros se llenan así cada semana de actos menores, presentaciones y comparecencias públicas y privadas con los medios de comunicación, intentando encontrar los huecos.
La semana pasada fue un perfecto ejemplo de esa función relegada del Ejecutivo y de citas privadas de sus miembros con periodistas y tertulianos, que sirvieron sobre todo para detectar el grado de nerviosismo e inquietud de algunos de sus componentes.
El viernes El Mundo publicó el malestar de La Moncloa en general ante “los puros y listos” vicesecretarios que criticaron abiertamente la transigencia durante años con la corrupción. Ese viernes Santamaría aprovechó tras otro Consejo de Ministros desértico de ideas para apuntillar que además de decir cosas contra la corrupción conviene “ser contundente” y se apuntó al club de los jóvenes y rebeldes vicesecretarios a su manera: “Si ahora los 40 son los nuevos 30 y estos son jóvenes, estoy encantada por la parte que me toca, que soy de la quinta de alguno de ellos”.
Santamaría tiene 44 años, que son los mismos que Javier Maroto, uno de los vicesecretarios que ha puesto nombre en boca de Rajoy a la generación que pide paso y romper tajantemente con el pasado y los afectados por los escándalos que han lastrado al PP electoralmente.
El martes pasado el propio Rajoy intentó durante una entrevista en Onda Cero con Carlos Alsina ofrecer su visión de cómo debe conjugarse la presencia de los veteranos dirigentes con los más noveles a la hora de afrontar la renovación en su partido y fue así como les mencionó de una manera muy superficial y les llamó: "Los [Javier] Maroto, [Pablo] Casado, Eva [Andrea] Levy y [Fernando Martínez] Maillo". En el caso de Andrea Levy, vicesecretaria nacional de Estudios y Programas y número dos en el Parlamento catalán, se equivocó además de nombre de pila, luego le pidió perdón en privado por no saber explicarle cómo había llegado a esa confusión y le expresó su consideración.
Todos los vicesecretarios cuestionados se sienten "leales, cómodos y bien" con Rajoy, con el que mantienen una buena conexión en privado, y creen incluso que les respalda políticamente, aunque él no se pueda manifestar en público de la misma manera ni pueda demandar la misma velocidad en los cambios internos en el partido. Todos los vicesecretarios, que se definen entre ellos como "una piña y un equipo", valoran también la función de puente generacional y político que ejercen entre sus trabajos en el PP y las necesidades de La Moncloa otros dos dirigentes normalmente más en la sombra: Jorge Moragas, 50 años y jefe de gabinete de Rajoy en la presidencia del Gobierno, y Javier Arenas, 58 años y vicesecretario de Política Autonomíca y amigo del líder.
Los vicesecretarios afectados por las críticas de Santamaría, en público y en privado, no quieren entrar en batallas internas por la sucesión porque comprenden que ese no es aún su momento. Pablo Casado, que es el líder reconocido de ese grupo, tiene 35 años y Andrea Levy 31. Casado suele explicar, para protegerse, que dentro de dos mandatos (ocho años) aún será más joven de lo que es ahora Santamaría.
Pero todos los vicesecretarios y otros dirigentes del PP se han sentido aludidos, molestos y sorprendidos por la arremetida de Santamaría y la interpretan en clave personal pero también política: “Todos somos humanos y ella lo que ha querido es reivindicarse, levantar la mano y decirnos a todos, yo también estoy en esa onda, yo también soy de Los Maroto”. Uno de los nuevos dirigentes añade otra perspectiva: “Santamaría lleva más de tres años combatiendo a la corrupción, con leyes específicas desde el Consejo de Ministros por la vía de los hechos, y aunque no se ha vendido muy bien ahora le molesta que nosotros, que estamos todo el día en las televisiones, nos llevemos el protagonismo por decir las palabras purga, que estamos hartos y que los corruptos no nos representan”.
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