Juanga, el adiós forzoso a España de un mexicano en 72 horas
Un inmigrante que llevaba en el país desde 2007 es expulsado en menos de tres días
Hasta la noche del martes, Juan Gabriel de la Rosa era un mexicano que llevaba ocho años afincado en España y aspiraba a trabajar como bicimensajero. "Tenía un contrato apalabrado con una empresa del sector", asegura Irene Ruano, miembro de la Campaña Estatal para el Cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
Este viernes, en torno a la medianoche hora española —las cinco de la tarde en México—, Juanga, como le conocen sus amigos, bajará las escalerillas de un vuelo comercial de Iberia en la terminal 1 del aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México. En ese momento habrán pasado justo tres días desde que la Policía le pidiera en Madrid la documentación tras saltarse un semáforo en rojo cuando circulaba en bicicleta.
Tras la imprudencia, los agentes comprobaron que De la Rosa carecía de papeles y tenía una orden de expulsión desde hace dos años y fue detenido y llevado a comisaría, donde permaneció hasta que se efectuó la deportación exprés. Antes, el proceso llevaba a los inmigrantes a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde pasaban semanas mientras se tramitaba su expediente, lo que daba un cierto margen para pedir medidas cautelares. "Se están dando expulsiones exprés de personas con arraigo en España con estancia irregular. El plazo que queda para presentar recurso es bastante corto y no se valora que tu situación haya cambiado en ese tiempo, que tengas hijos o en tu país haya un conflicto", lamenta Ruano, cuya organización ha denunciado múltiples casos de expulsiones exprés.
Unos 15 extranjeros fueron repatriados cada día entre 2010 y 2014 en España según datos del Gobierno. Durante la marcha de algunos de ellos se han vivido incidentes como la detención de una decena de pasajeros que trataron de ayudar a un sin papeles que iba a ser deportado en un vuelo que cubría la ruta Madrid-Dakar o la apertura de una investigación interna en la Policía por la supuesta agresión a un inmigrante en un vuelo de expulsión.
Diversas organizaciones han tratado de evitar hasta el último momento que se consumara la expulsión de De la Rosa y han mostrado su apoyo al mexicano a través de redes sociales pidiendo, en algunos casos, que la protesta se llevara al interior del vuelo para evitar que despegara. No han logrado su objetivo y el avión ha salido de la terminal 4S del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas pasadas las dos de la tarde.
Jorge, amigo de De la Rosa desde hace un año y que prefiere no dar su nombre completo, espera su llamada una vez pise suelo mexicano para saber cómo ha sido su traslado. "Se movía en el mundo de los bicimensajeros y tenía un círculo de amigos sólido", afirma. "Socializaba con mucha gente, no se perdía las ferias que organizábamos", corroboran desde Trébol ecomensajeros, una empresa de reparto de paquetes en bicicleta.
Algunos de esos amigos le llevaron la maleta con sus pertenencias después de que les llamara desde comisaría. Junto a los pantalones, camisas y zapatos de su armario le entregaron una bolsa con su objeto más preciado: la bicicleta que aspiraba a convertirse en su herramienta de trabajo.
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